CARTA A UN PRESIDENTE RECIÉN ELEGIDO

POR SERGIO FORCADELL

Danilo Medina
Ya estamos estrenando primer mandatario y, esperamos, también de estilo de política, que buena falta nos hace a los dominicanos.

Felicidades, señor Presidente por el "carguito" como decía aquel señor, y con su permiso, quisiéramos unirnos a usted en las tareas de hacer un buen gobierno desde el mismo inicio.

Como sabrá, en este momento somos unos nueve millones y medio de presidentes frustrados que desearíamos en estar en su lugar y pellejo, y además somos tan sabios en política como en béisbol y otras tantas cosas, que sabemos siempre lo que se debe hacer para salvar al mundo, y en especial a nuestro país.

Así las cosas, le vamos a decir, con el respeto debido a su alta investidura, cómo comenzaríamos a gobernar con ayuda de la sabiduría popular y del sentido común, catalogado con razón como el menos común de los sentidos.

Lo primero, traeríamos un verdadero Gurú de las profundas montañas del Tíbet para llevar a cabo un programa de ejercicios de humildad oriental, pues ceñirse la ñoña como primer mandatario de la Nación, tener la sartén política por el mango, saber que es el ombligo del país, que le van a dedicar alabanzas por millares, que le solicitarán favores, botellas, negocios, permisos y apartamentos, que se pasará a la indeleble tinta de la historia, tiende a robustecer en exceso el ego personal y, por ende, a caer en la tentación de subir al parnaso de los dioses, alejándose así de los humanos, virtud ésta tan necesaria para gobernar exitosamente.

Después, repasaríamos como hacíamos con los ríos y cordilleras antes de los exámenes, las promesas hechas en campaña, pues suelen ser tantas y a tantos que se olvidan y con ello se desvanecen los sueños de muchas personas y comunidades, y nos pondríamos de inmediato manos a la obra para ejecutarlas.

A continuación, iríamos al mercado Modelo de la Mella y compraríamos una escoba bien grande, de esas de cabuya que se usan en los pueblos, o mejor dicho varias docenas de ellas por el trabajo que nos espera, y comenzaríamos a limpiar el palacio y las demás dependencias oficiales.

De inicio, quitaríamos las telarañas de la obsolescencia, de la burocracia enquistada, de los funcionarios anquilosados y rutinarios, y barreríamos con ímpetu y sin miramientos, las botellas, el clientelismo, los sobornos y las malas prácticas.

Transformaríamos de inmediato el tren del aparato oficial, convirtiéndolo en un centro avanzado de ideas operativas, con servidores públicos de carrera donde su escogencia sea a través de un sistema de exámenes por oposición que demuestre la capacidad y el espíritu de servicio.

Luego, nos conseguiríamos una buena pluma fuente de trazo fino pero seguro para firmar sin dilación las sustituciones, los decretos y proyectos necesarios para nuestro adelanto real en materias económicas y sociales, y salir del estado que nos encontramos.

Asimismo, exigiríamos las debidas responsabilidades por las pasadas y pesadas corrupciones. Para ello nos aseguraríamos que esa pluma fuese compacta y hermética, que no derrame tinta por los costados y caigamos en la tentación del borrón y cuenta nueva que tanto daño nos ha hecho a través de los tiempos.

Si empezamos de esta manera, será un gran paso, de lo contrario, iremos por el camino de siempre que nos llevará a más de lo mismo.

Excúsenos que se lo señalemos, señor Presidente, pero ya lo hemos dicho, somos nueve millones y medio de presidentes en paralelo deseando ser sus otros asesores.

Propuestas eficaces y creativas no faltarán, y por si fiera poco, gratis. Toda una ganga donde todo sale tan caro. Aprovéchelas, señor Presidente. Aprovéchelas.
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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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