El o los "atacantes " lograron burlar la seguridad del edificio de la JCE y llenaron de mierda un lugar estartégico del edifico
Por Robert Vargas
Cuando los jueces llegaron al edificio de la Junta Central Electoral no podían creer lo que les esperaba a la puerta del ascensor que lo lleva hasta sus oficinas del tercer piso: una “saludable y nauseabunda plota de mierda”.
Alguien, se desconoce a cual hora, logró burlar la extremadamente celosa seguridad del edificio y llegó hasta el ascensor y, en la misma puerta, se bajó los pantalones o se subió la falda y allí mismo depositó todo lo que tenía en los intestinos.
El hedor era tan insportable, (no hay nada que hieda más que la mierda ajena), que los ilustres jueces no tuvieron más alternativa que subir a sus oficinas como los demás mortales que van al tercer piso: por las escaleras.
El personal de servicio limpió el “regalo de madre” que le dieron a los jueces, pero no pudieron evitar que el “bajo a mierda” penetrara por todas partes.
Ahora, la seguridad está interesada en conocer quién es el propietario del paquete de excremento.
Los servicios de inteligencia han sido activados para ubicar al autor de ese atentado “terrorista” cometido en sus mismas narices y las de los jueces de la Junta Central Electoral.
La historia ha sido confiada por una fuente que debió padecer las consecuencias de este “ataque”.
Por suerte, no fue un “granadazo”.
Por Robert Vargas
Cuando los jueces llegaron al edificio de la Junta Central Electoral no podían creer lo que les esperaba a la puerta del ascensor que lo lleva hasta sus oficinas del tercer piso: una “saludable y nauseabunda plota de mierda”.
Alguien, se desconoce a cual hora, logró burlar la extremadamente celosa seguridad del edificio y llegó hasta el ascensor y, en la misma puerta, se bajó los pantalones o se subió la falda y allí mismo depositó todo lo que tenía en los intestinos.
El hedor era tan insportable, (no hay nada que hieda más que la mierda ajena), que los ilustres jueces no tuvieron más alternativa que subir a sus oficinas como los demás mortales que van al tercer piso: por las escaleras.
El personal de servicio limpió el “regalo de madre” que le dieron a los jueces, pero no pudieron evitar que el “bajo a mierda” penetrara por todas partes.
Ahora, la seguridad está interesada en conocer quién es el propietario del paquete de excremento.
Los servicios de inteligencia han sido activados para ubicar al autor de ese atentado “terrorista” cometido en sus mismas narices y las de los jueces de la Junta Central Electoral.
La historia ha sido confiada por una fuente que debió padecer las consecuencias de este “ataque”.
Por suerte, no fue un “granadazo”.
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