Roberto Anel Díaz Morales |
San Juan, Puerto Rico.- Roberto Anel Díaz Morales, sentenciado en 2001 a 172 años de cárcel por participar en el asesinato de una joven enfermera, fue liberado tras pasar 10 años en prisión después de que el Tribunal Supremo de Puerto Rico emitiera una orden para su liberación.
Los diarios El Nuevo Día y Primera Hora recogen hoy la historia de Díaz Morales, que pasó los últimos 10 años de su vida luchando por demostrar su inocencia en el caso de la enfermera Kenia Rosario, violada, torturada y quemada por cuatro individuos, incluido su exnovio, un antiguo guardia de prisión.
El infierno vivido por Díaz Morales, que comenzó cuando tenía 21 años, terminó el pasado día 9 cuando el Tribunal Supremo de Puerto Rico emitió una sentencia para su excarcelación, al comprobar los errores cometidos en el juicio que provocó su condena.
“Tenemos duda razonable y nuestro deber es absolver”, sentenció la jueza de Tribunal Supremo Fiol Matta para justificar la excarcelación de Díaz Morales, implicado en el asesinato de Kenia Rosario, que murió dos meses y una semana después de la agresión consecuencia de las quemaduras que afectaron al 35 por ciento de su cuerpo.
La historia de Díaz Morales se remonta a 2001, cuando estudiaba Contabilidad en la Universidad de Turabo de Puerto Rico.
El 28 de octubre de ese año, cinco días después de la agresión sufrida por la joven enfermera, el entonces estudiante universitario le compró un teléfono celular a Irving Daniel Carrasquillo, un adicto a la heroína implicado en el crimen.
El teléfono comprado por Díaz Morales pertenecía a la joven enfermera, aunque, según el relato de Díaz Morales, el adicto se lo vendió por 5 dólares alegando que era de una de sus hermanas.
Los agentes a cargo de la investigación en aquella fecha siguieron la pista del teléfono y cuando llamaron al número contestó Díaz Morales.
Aunque los agentes, según relata Díaz Morales, le confesaron que sabían que no estaba implicado en el crimen, le pidieron que identificara a la persona que le había vendido el teléfono.
Díaz Morales no pudo hacerlo cuando le mostraron una foto del drogadicto al asegurar que no prestó atención a la cara de la persona que le vendió el aparato, lo que precipitó su implicación en el crimen, algo que se vio favorecido por el testimonio de otro de los implicados en el asesinato, también drogadicto, que, lo ubicó en la escena del delito.
El jurado entendió que Díaz Morales sí tomó parte en el crimen junto a los otros 4 condenados, lo que lo llevó a la cárcel durante una década.
Tras varias peticiones de la defensa de Díaz Morales, el Tribunal Supremo de Puerto Rico revisó finalmente el caso y determinó su inocencia, gracias a lo que hoy, diez años después, disfruta de libertad.
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