Crece la presión para que se fortalezcan las protecciones a los jugadores, que sufren traumas tras retirarse
SD. El suicidio del ex jugador Junior Seau de un disparo en el pecho ha vuelto a poner el tema de conmociones cerebrales sobre el tapete y puesto presión a la NFL, que no termina de salir del escándalo de pagos a jugadores de los Saints para lesionar a rivales.
Hace un año, el jugador Dave Duerson se suicidó y dejó una nota en la que pedía que se investigara si su cerebro había resultado dañado como consecuencia de los frecuentes golpes en la cabeza que se producen en este deporte. Su autopsia, y la de otros jugadores, muestra que estos traumatismos producen efectos similares a los del Alzheimer.
Según un estudio de la Universidad Virginia Tech, un jugador de fútbol americano recibe al menos cuatro impactos de más de 100 kilos en cada temporada y centenares de pequeñas colisiones que hacen chocar el cerebro con las paredes del cráneo en cada partido.
Después de uno de estos impactos los jugadores siguen corriendo por el terreno de juego viendo fogonazos de luz, pequeñas explosiones que se encienden y se apagan.
Las conmociones ocurren cuando las cabezas de ambos contrincantes se encuentran a gran velocidad.
A pesar de la protección del casco, las células neuronales se ven alteradas por la absorción del impacto y se pierden numerosas conexiones. Aunque se desconoce cuál es el mecanismo exacto, esta situación provoca la acumulación de la proteína Tau, que es la misma que aparece en la enfermedad de Alzheimer. En algunos casos, el tejido neuronal aparece incluso más oscurecido por el Tau que en los casos de demencia, y no es un problema desarrollado por la edad.
Junior Seau |
SD. El suicidio del ex jugador Junior Seau de un disparo en el pecho ha vuelto a poner el tema de conmociones cerebrales sobre el tapete y puesto presión a la NFL, que no termina de salir del escándalo de pagos a jugadores de los Saints para lesionar a rivales.
Hace un año, el jugador Dave Duerson se suicidó y dejó una nota en la que pedía que se investigara si su cerebro había resultado dañado como consecuencia de los frecuentes golpes en la cabeza que se producen en este deporte. Su autopsia, y la de otros jugadores, muestra que estos traumatismos producen efectos similares a los del Alzheimer.
Según un estudio de la Universidad Virginia Tech, un jugador de fútbol americano recibe al menos cuatro impactos de más de 100 kilos en cada temporada y centenares de pequeñas colisiones que hacen chocar el cerebro con las paredes del cráneo en cada partido.
Después de uno de estos impactos los jugadores siguen corriendo por el terreno de juego viendo fogonazos de luz, pequeñas explosiones que se encienden y se apagan.
Las conmociones ocurren cuando las cabezas de ambos contrincantes se encuentran a gran velocidad.
A pesar de la protección del casco, las células neuronales se ven alteradas por la absorción del impacto y se pierden numerosas conexiones. Aunque se desconoce cuál es el mecanismo exacto, esta situación provoca la acumulación de la proteína Tau, que es la misma que aparece en la enfermedad de Alzheimer. En algunos casos, el tejido neuronal aparece incluso más oscurecido por el Tau que en los casos de demencia, y no es un problema desarrollado por la edad.
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