La campaña se ha concentrado en el descrédito de los rivales
Escrito por: FABIO R. HERRERA-MINIÑO
A tan solo 16 días de las elecciones, los políticos de los dos principales partidos contendientes, capitalizadores de las simpatías nacionales, han entrado en un estado de desesperación impresionante, y altamente efervescente, por el nivel de degradación a que han llegado en sus campañas sucias de denigración a los rivales.
La opinión pública ha estado consternada por el nivel de información verdadera y falsa de que se dispone cada día. Solo faltaría que los principales candidatos se enfrenten a un cuerpo a cuerpo para ver quién tiene más resistencia.
Ya quedaron de lado las propuestas y los programas de gobierno, enfatizados en la acción de reducir el desempleo y mantener el programa solidaridad. Ahora, la campaña se ha concentrado en el descrédito de los rivales, llegándose al nivel tal que no ha faltado un solo día en que los principales medios de comunicación no dejen de publicar páginas enteras de pruebas de corrupción cometidos por los gobernantes de ayer y los de ahora.
Ya el dominicano parece resignado a votar por el menos corrupto y dejar de lado su decisión de hace meses de sacudirse de la soberbia peledeísta, sin importar las consecuencias de caer en las redes de una estructura política desesperada por disfrutar también de las mieles del poder que proporciona tantos beneficios.
La campaña se está desarrollando que, si triunfara el candidato del PLD, estaría obligado a cargar con el lastre de la actual estructura ministerial y burocrática, sin darle espacio a quienes dentro de ese PLD todavía aspiran a un país para todos.
El PLD perdió su barniz de avanzada y de acrisolada honestidad, por la forma tan despiadada como se han enriquecido muchos de sus dirigentes, en detrimento del bienestar nacional.
Las indecisiones del electorado, que no quisiera caer en manos de lo que fue el PRD en el gobierno del 2000 al 2004, están estimuladas por el protagonismo con el cual se empeñan los actuales ministros en llevar a cabo la campaña, dejando poco espacio a un relevo necesario que lleve caras nuevas de un golpeado y desprestigiado peledeísmo por el egocentrismo de sus dirigentes y otras cosas más.
Parecería que la corriente nueva de juventud, que se manifiesta en los programas y actividades de diversas índoles del candidato oficialista, no tendría cabida en un probable nuevo gobierno morado. Es que la añejada estructura gubernamental tiene sus ambiciones y propósitos de continuar en el disfrute de un poder que el pueblo se lo quiere quitar por haber defraudado la confianza y creencias en la estrella amarilla vietnamita. Esto pudo significar un cambio de rumbo hacia un país más honesto y de mayor equidad social.
En los pasados ocho años, la moral se derrumbó, pese a los significativos avances y cambios materiales en la mayoría de las estructuras físicas del país y avances en muchos órdenes. Pero con la honestidad se ha retrocedido una barbaridad; de ahí, la sorpresiva resurrección de un político con un notable empuje, que en agosto del 2004 salió de la Presidencia desacreditado y con el baldón de una nefasta administración, presumiendo entonces que su carrera política había terminado. Sin embargo, su resurgir se ha empañado de mala manera por sus continuas metidas de pata que están alejando a la carrera a muchos de sus simpatizantes.
Escrito por: FABIO R. HERRERA-MINIÑO
A tan solo 16 días de las elecciones, los políticos de los dos principales partidos contendientes, capitalizadores de las simpatías nacionales, han entrado en un estado de desesperación impresionante, y altamente efervescente, por el nivel de degradación a que han llegado en sus campañas sucias de denigración a los rivales.
La opinión pública ha estado consternada por el nivel de información verdadera y falsa de que se dispone cada día. Solo faltaría que los principales candidatos se enfrenten a un cuerpo a cuerpo para ver quién tiene más resistencia.
Ya quedaron de lado las propuestas y los programas de gobierno, enfatizados en la acción de reducir el desempleo y mantener el programa solidaridad. Ahora, la campaña se ha concentrado en el descrédito de los rivales, llegándose al nivel tal que no ha faltado un solo día en que los principales medios de comunicación no dejen de publicar páginas enteras de pruebas de corrupción cometidos por los gobernantes de ayer y los de ahora.
Ya el dominicano parece resignado a votar por el menos corrupto y dejar de lado su decisión de hace meses de sacudirse de la soberbia peledeísta, sin importar las consecuencias de caer en las redes de una estructura política desesperada por disfrutar también de las mieles del poder que proporciona tantos beneficios.
La campaña se está desarrollando que, si triunfara el candidato del PLD, estaría obligado a cargar con el lastre de la actual estructura ministerial y burocrática, sin darle espacio a quienes dentro de ese PLD todavía aspiran a un país para todos.
El PLD perdió su barniz de avanzada y de acrisolada honestidad, por la forma tan despiadada como se han enriquecido muchos de sus dirigentes, en detrimento del bienestar nacional.
Las indecisiones del electorado, que no quisiera caer en manos de lo que fue el PRD en el gobierno del 2000 al 2004, están estimuladas por el protagonismo con el cual se empeñan los actuales ministros en llevar a cabo la campaña, dejando poco espacio a un relevo necesario que lleve caras nuevas de un golpeado y desprestigiado peledeísmo por el egocentrismo de sus dirigentes y otras cosas más.
Parecería que la corriente nueva de juventud, que se manifiesta en los programas y actividades de diversas índoles del candidato oficialista, no tendría cabida en un probable nuevo gobierno morado. Es que la añejada estructura gubernamental tiene sus ambiciones y propósitos de continuar en el disfrute de un poder que el pueblo se lo quiere quitar por haber defraudado la confianza y creencias en la estrella amarilla vietnamita. Esto pudo significar un cambio de rumbo hacia un país más honesto y de mayor equidad social.
En los pasados ocho años, la moral se derrumbó, pese a los significativos avances y cambios materiales en la mayoría de las estructuras físicas del país y avances en muchos órdenes. Pero con la honestidad se ha retrocedido una barbaridad; de ahí, la sorpresiva resurrección de un político con un notable empuje, que en agosto del 2004 salió de la Presidencia desacreditado y con el baldón de una nefasta administración, presumiendo entonces que su carrera política había terminado. Sin embargo, su resurgir se ha empañado de mala manera por sus continuas metidas de pata que están alejando a la carrera a muchos de sus simpatizantes.
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