Escrito por: Juan Carlos García
(gmjc24@hotmail.com)
El vocablo se deriva del término Beque, que en idioma vasco significa tierra fértil y plana, de la cual surgen palabras castellanas tan familiares como Río, Valle, Vera, Planicie y la palabra que nos ocupa. Tomando en cuenta ese significado ¿Por qué se llamó La Vega Real a esa ciudad del Cibao y por qué la ciudad de Las Vegas, de Estados Unidos, se expresa en plural?
Estos son los hechos: cuando el Almirante Cristóbal Colón llegó a tierra firme del actual territorio dominicano quedó conmovido por las exuberantes montañas verdes, y exclamó: “la magnífica foresta es una mezcla endiosada de majestad, belleza y generosos climas, fecundo follaje de prodigiosa altura, que se levanta hacia al cielo infinito con espléndido bullicio de aves, capturando mi emoción como nunca antes algo lo hizo”.
El valle que Colón llamó “divino”, mantenía una intacta frescura por sus caudalosos ríos y chorreras que hendían con sus prístinas aguas el seno de la tierra, suntuoso paisaje que parecía desvanecerse en el lejano horizonte, pero fue una sola vista la de Colón, de una privilegiada tierra plana o vega. Con el tiempo surgiría el apellido, como referente, Pedro De la Vega, del 1512, o sea, Pedro oriundo de ese lugar, aunque muchas veces el uso frecuente tendió a eliminar las partícula de filiación De la. Como nuestra Amelia Vega, por ejemplo.
Por su parte, el nombre de Las Vegas, en Texas, fue dado por el español Antonio Armijo, en 1829, casi 400 años después de creada La Vega, en 1494. En esa época existían manantiales rodeados de espeso follaje que contrastaban con el desierto que las rodeaba; Armijo divisó media docena de vegas, de ahí el plural de dicha ciudad.
Ahora bien, hay una estrella llamada Vega, de la constelación de La Lira. Es sólo un homónimo, ya que tiene un origen árabe y no castellano, de significado totalmente distinto, derivado de Waqi, que significa Ave que desciende, al tratarse de 3 estrellas, los astrónomos árabes imaginaron que dicho astro era un águila en picada.
(gmjc24@hotmail.com)
Estos son los hechos: cuando el Almirante Cristóbal Colón llegó a tierra firme del actual territorio dominicano quedó conmovido por las exuberantes montañas verdes, y exclamó: “la magnífica foresta es una mezcla endiosada de majestad, belleza y generosos climas, fecundo follaje de prodigiosa altura, que se levanta hacia al cielo infinito con espléndido bullicio de aves, capturando mi emoción como nunca antes algo lo hizo”.
El valle que Colón llamó “divino”, mantenía una intacta frescura por sus caudalosos ríos y chorreras que hendían con sus prístinas aguas el seno de la tierra, suntuoso paisaje que parecía desvanecerse en el lejano horizonte, pero fue una sola vista la de Colón, de una privilegiada tierra plana o vega. Con el tiempo surgiría el apellido, como referente, Pedro De la Vega, del 1512, o sea, Pedro oriundo de ese lugar, aunque muchas veces el uso frecuente tendió a eliminar las partícula de filiación De la. Como nuestra Amelia Vega, por ejemplo.
Por su parte, el nombre de Las Vegas, en Texas, fue dado por el español Antonio Armijo, en 1829, casi 400 años después de creada La Vega, en 1494. En esa época existían manantiales rodeados de espeso follaje que contrastaban con el desierto que las rodeaba; Armijo divisó media docena de vegas, de ahí el plural de dicha ciudad.
Ahora bien, hay una estrella llamada Vega, de la constelación de La Lira. Es sólo un homónimo, ya que tiene un origen árabe y no castellano, de significado totalmente distinto, derivado de Waqi, que significa Ave que desciende, al tratarse de 3 estrellas, los astrónomos árabes imaginaron que dicho astro era un águila en picada.
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