Escrito por: Dra. Laura Gómez Liz
(neuropsicologiacondralaura@gmail.com)
La imagen nos resulta familiar. El síndrome de Down es el más común de los trastornos genéticos, que trae consigo, entre otras cosas, un nivel variable de déficit en la cognición.
Con cognición nos referimos a su capacidad para memorizar, prestar atención, reproducir el lenguaje, planear tareas y llevarlas a cabo, y todo lo relacionado con su razonamiento mental.
Provocado en la mayoría de los casos, por una copia extra del cromosoma 21, el Síndrome de Down ha sido relacionado con algunas complicaciones de salud, como son problemas cardíacos, oculares, dificultades para escuchar, debilidades en la espalda y la parte superior del cuello, problemas intestinales, entre otros. Aunque no todos presentan la totalidad de complicaciones, sus probabilidades para padecerlas son altas.
Ahora bien, en cuanto al grado de discapacidad intelectual, aunque siempre presente, es variable en cada persona diagnosticada. La clave para lograr que se logre el máximo potencial radica en comenzar programas de estimulación desde muy temprana edad, durante los primeros meses de vida, y continuar así, mediante lo que los expertos llaman una “intervención permanente”.
Los avances en programas dedicados a potenciar el desarrollo intelectual, y al logro de una mayor capacidad de independencia en personas con Síndrome de Down, ha sido notorio.
En el país, la Asociación Dominicana de Síndrome de Down (ADOSID), centra sus esfuerzos en terapias del lenguaje -capacidad muy deteriorada en éste síndrome-así como en la aplicación del Método Montessori, de educación individualizada, para lograr una alfabetización, y enseñanza básica, según sea el caso.
Sumado a esto, existen programas de inserción laboral, vitales para que el Síndrome de Down adulto sea, y se sepa, parte de la sociedad.
Y es que hoy, más que nunca, sabemos que las personas con éste conocido síndrome, pueden aprender tanto como tengamos la dedicación y paciencia de enseñarles.
(neuropsicologiacondralaura@gmail.com)
Con cognición nos referimos a su capacidad para memorizar, prestar atención, reproducir el lenguaje, planear tareas y llevarlas a cabo, y todo lo relacionado con su razonamiento mental.
Provocado en la mayoría de los casos, por una copia extra del cromosoma 21, el Síndrome de Down ha sido relacionado con algunas complicaciones de salud, como son problemas cardíacos, oculares, dificultades para escuchar, debilidades en la espalda y la parte superior del cuello, problemas intestinales, entre otros. Aunque no todos presentan la totalidad de complicaciones, sus probabilidades para padecerlas son altas.
Ahora bien, en cuanto al grado de discapacidad intelectual, aunque siempre presente, es variable en cada persona diagnosticada. La clave para lograr que se logre el máximo potencial radica en comenzar programas de estimulación desde muy temprana edad, durante los primeros meses de vida, y continuar así, mediante lo que los expertos llaman una “intervención permanente”.
Los avances en programas dedicados a potenciar el desarrollo intelectual, y al logro de una mayor capacidad de independencia en personas con Síndrome de Down, ha sido notorio.
En el país, la Asociación Dominicana de Síndrome de Down (ADOSID), centra sus esfuerzos en terapias del lenguaje -capacidad muy deteriorada en éste síndrome-así como en la aplicación del Método Montessori, de educación individualizada, para lograr una alfabetización, y enseñanza básica, según sea el caso.
Sumado a esto, existen programas de inserción laboral, vitales para que el Síndrome de Down adulto sea, y se sepa, parte de la sociedad.
Y es que hoy, más que nunca, sabemos que las personas con éste conocido síndrome, pueden aprender tanto como tengamos la dedicación y paciencia de enseñarles.
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