Piropos: de lo galante a lo grotesco

Estas expresiones son halagos y a la vez galanteo que se le dicen especialmente a las mujeres para resaltar su belleza 

RAFAEL ALONSO RIJO
Impresionar a una mujer y sorprenderla con ingenio picarón
y con mucho respeto, no es para todos.

El arte de enamorar tiene en el piropo la forma más ingeniosa de llamar la atención y resaltar las  cualidades físicas de quien recibe el halago.Difícilmente un piropo, por grosero que parezca, provoque como reacción una “cortada de ojo”: al contrario, el agrado se advierte en la sonrisa de la fémina que recibe tan gráfico elogio.

Para piropear hay que t ener además de ingenio, gracia, después una dosis de atrevimiento. Sí... porque además de atreverse, para piropear, hay que ser algo más que atrevido. Sin embargo, el atrevimiento debe estar acompañado de ánimo. Hay que darse ánimo y tras éste viene el “cuadre”. Sí, porque hay que suspirar y coger cuadre para que el piropo salga con el donaire que arranque en ella la sonrisa cómplice o el sonrojo pícaro esperado.

Lo descrito no quiere decir que para echar un piropo haya que hacer un curso a nivel de maestría. Ni siquiera un cursillo corto, pues el tiempo que transcurre entre el momento en que se avista la chica y cuando el piropo la sorprende a quemarropa, es de segundos apenas.

Tan corto es el tiempo que si el proceso interno no se desarrolla a plenitud apenas alcanza para un profundo suspiro seguido de un escaneo visual de la anatomía femenina que entonces se muda al cerebro y tortura con su recuerdo.

Piropos y galantería

De muchacho recuerdo ver a la gente mayor los domingos de parque, algunos con sus sombreros de jipijapa, detenerse con garbo y paciente esperar que la joven pasase con su contoneo coqueto y dejar caer un: “¿Qué hace una estrella del cielo volando tan bajito?”, o “No serás la Virgen María, pero estás llena de gracia”.

Otros más avezados calibraban el iris y en lascivo parpadear espetaban “Si como caminas cocinas con gusto te raspo el concón”, y los más poéticos hacían exhibición de su acervo con un “Napoleón con su espada conquistó una nación, y tú con tu mirada venciste mi corazón”.

Este piropo en sí era una especie de calle de doble vía dependiendo de la reacción de la cortejada, pues a veces le pasaba como a Olafo, el vikingo amargado y poeta de los comics, que se enfureció con el océano cuando sus olas lo empaparon en momento en que en el acantilado recitaba una de sus odas.

Una sonrisa dejaba entonces el espacio abierto para un posible amorío. Una “cortada de ojos” significaba que uno se había guayado. Y si el humor de la fulanita no era el mejor, lo más probable era un ¡tituá!: tremendo pescozón delante de la gente.

Tránsito a lo grotesco 

Pero en la medida en que la “modernidad” avanza y ser galante pasa a ser una práctica prehistórica, el piropo como tal fue sufriendo la metamorfosis de los tiempos.

Un piropo atrevido, por ejemplo, era “Tantas curvas y yo sin frenos”, para referirse a lo escultural de la diosa del momento y la placentera disposición suicida de estrellarse contra el monte de Venus, o el de los carajitos si la niña estaba acompañada de su madre: “Doña le cambio a su hija por mi Papá” o “Señora, vaya con Dios que a su hija la llevo yo”.

Pero en asuntos de piropos y enamoramiento no solo hay expresiones de palabras. Hay piropos mudos, como el suspirar profundo y miradas que desnudan cuando la chica pasa por el lado. Otras veces se lanzaba una piedrecita y si ésta era devuelta era una señal de aceptación, y si no, se guayó.
Así, los piropos han devenido en cada día más enojosos y, podría decirse, hasta ingeniosos e irrespetuosos en función de las circunstancias.

Así vemos piropos ya más directos como “Tremenda canana para guardar esta pistola”, “Uy, que buena guanábana para hacer una champola”, “Qué jaula ni más bonita para encerrar este maldito loco”, “Tremendo fracatán para guayarlo y sacarme el premio”, “Me gustaría ser zapatero para repujar ese cuero”. Y así nos encontramos con prendas como “Ay, mamacita, párteme la boca con esa chancleta”, “Mija, que criadito está, ya sácale cédula”, “Ay, que monito más chulo que orina entre paréntesis”.

Otros más de estos tiempos en que la tecnología y los smarphones están de moda son “Bonito BBpin pa´mandar par de mensajes”, “Te hackeo esa máquina, mami, aunque me bloqueen el código”, o  el que invita a llevar la dieta: “Si fuera un pica pollo mulito pa’ aquí, mulito pa’ llá y pan, pan pan”.

Pero hoy día también hay piropos que rayan en lo soez: el chico ve acercarse la chica y mostrándole uno de esos relojes estrambóticos le preguntan: “mami, dame la hora” y ella ante el asombro le suelta el boche y le dice:  “Mire, idiota con ese relojazo que tiene”,  y el chico con cara de “yo no fui” le riposta: “Es que se me paró (el reloj) cuando te vi”.

Dato
Los piropos son usados en la cultura Latinoaméricana, pero a los dominicanos mayormente les gusta mucho “echar” piropos como a nadie.

Más...
El piropo es una costumbre popular ocasional e improvisada, que halaga o ataca las diferentes partes del cuerpo femenino. En muchos países se considera acoso.

Saber
Fue a principios del siglo XVII que se comenzó a utilizar  el piropo como lo que se conoce hoy, ya que se utilizaba la poesía como alabanza a la mujer.
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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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