José Carlos Hernández Hernández |
Un joven músico es asesinado en una discoteca y rápidamente, medios de comunicación y redes sociales se llenan de comentarios.
Nadie sabe mucho de su carrera artística, seguramente pocos la conocían, pero se vierten todo tipo de descalificaciones sobre su ropa, sus accesorios o su cabello. Conclusión casi general: en este asunto debe haber una secta satánica.
En los comentarios en la web no faltan, por supuesto, los versículos bíblicos que "demuestran" que un hombre con tatuajes o con un colgante de plata está íntimamente ligado al averno o que alguien con ropa negra y pelo largo es, según el salmo "nosecuántos" el representante de Lucifer en el siglo 21. ¡Cuánta ignorancia, cuánta superstición, cuánta frivolidad! ¡Cuánta mezquindad! Y para colmo... ¡qué poca información religiosa!
Pero es un esquema de pensamiento muy extendido: si le asesinaron, es porque era satánico. Si la violaron, es porque iba vestida como una puta. Si su marido le es infiel, es porque es "poca mujer". Si el esposo la maltrata, ella se lo ha buscado.
Cada quien es muy dueño de creer en la religión que más le convence, o en nada. Pero si lográramos que este capítulo de la vida personal quedara para la intimidad seríamos todos más felices.
Y si cada quien pudiera vestir como le guste sin ser tan grosera y absurdamente agredido hasta el extremo de "justificar" su asesinato, esta sociedad sería más libre.
IAizpun@diariolibre.com
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