El presidente Juan Bosch no transigió con nadie
Escrito por: UBI RIVAS
El 25 de septiembre último se cumplieron 49 años del golpe de Estado militar que derrocó al presidente Juan Bosch, electo el 20 de diciembre de l962 con un conteo de 619,491 votos contra 317,327 de Unión Cívica Nacional, asumiendo el poder el 27-02-63 y destituido siete meses después.
Aproximándonos el año próximo al medio siglo de este traumático suceso en que el primer gobierno democrático electo post-Trujillo fue interrumpido bruscamente por los poderes fácticos del país, la incipiente oligarquía, la cúpula empresarial y los militares, usados por los dos primeros, es propicio iniciar un trabajo histórico serio por historiadores, sociólogos, cuentistas, tratadistas y periodistas, que Efemérides Patrias o la Academia de la Historia, han debido iniciar ya.
Alegatos exculpadores del presidente Bosch para injustificar su derrocamiento los hay, empezando por promulgar en abril de 1962 la Constitución liberal, sólo comparable con la de 1857 de Moca, y donde se instituía el derecho del agricultor a poseer una parcela para producir y vivir con decoro, instituir la enseñanza laica, limitar los latifundios y prohibir la reelección.
Nada de esas providencias de raigambre social profunda fueron adoptadas por discípulos suyos que escalaron el poder al socaire del PLD que Bosch fundó.
La nacionalización de la Esso Standard, no conciliar con el general Miguel Atila Luna Pérez, jefe de la FAD, que insistía en modernizar la flota de Vampiros y AT-6, y proponiéndole a cambio venderlos para sustituirlos por nuevos, fueron ingredientes de no consensuar, que Bosch nunca entendió, decantándose en hacer lo que le viniera en ganas, como la corbata a rayas en la toma de posesión, cuando el protocolo impone negra con traje blanco y el empréstito de la Overseas, fueron ingredientes que determinaron malograr su gobierno.
El presidente Bosch no transigió con nadie, procediendo como si su gobierno heredaba de una democracia, no de una dictadura.
Escrito por: UBI RIVAS
El 25 de septiembre último se cumplieron 49 años del golpe de Estado militar que derrocó al presidente Juan Bosch, electo el 20 de diciembre de l962 con un conteo de 619,491 votos contra 317,327 de Unión Cívica Nacional, asumiendo el poder el 27-02-63 y destituido siete meses después.
Aproximándonos el año próximo al medio siglo de este traumático suceso en que el primer gobierno democrático electo post-Trujillo fue interrumpido bruscamente por los poderes fácticos del país, la incipiente oligarquía, la cúpula empresarial y los militares, usados por los dos primeros, es propicio iniciar un trabajo histórico serio por historiadores, sociólogos, cuentistas, tratadistas y periodistas, que Efemérides Patrias o la Academia de la Historia, han debido iniciar ya.
Alegatos exculpadores del presidente Bosch para injustificar su derrocamiento los hay, empezando por promulgar en abril de 1962 la Constitución liberal, sólo comparable con la de 1857 de Moca, y donde se instituía el derecho del agricultor a poseer una parcela para producir y vivir con decoro, instituir la enseñanza laica, limitar los latifundios y prohibir la reelección.
Nada de esas providencias de raigambre social profunda fueron adoptadas por discípulos suyos que escalaron el poder al socaire del PLD que Bosch fundó.
La nacionalización de la Esso Standard, no conciliar con el general Miguel Atila Luna Pérez, jefe de la FAD, que insistía en modernizar la flota de Vampiros y AT-6, y proponiéndole a cambio venderlos para sustituirlos por nuevos, fueron ingredientes de no consensuar, que Bosch nunca entendió, decantándose en hacer lo que le viniera en ganas, como la corbata a rayas en la toma de posesión, cuando el protocolo impone negra con traje blanco y el empréstito de la Overseas, fueron ingredientes que determinaron malograr su gobierno.
El presidente Bosch no transigió con nadie, procediendo como si su gobierno heredaba de una democracia, no de una dictadura.
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