Excelente defensa. Gilberto Reyes y Alberto Castillo se caracterizaron por ser “paredes” detrás del plato, además de ganarse el respeto de corredores
Escrito por: HANSEL DÍAZ MATTHEWS
La posición de receptor es una de las que menos alumbra la República Dominicana, al punto de que se pueden contar los mascaras que alcanzan las 10 campañas en la historia del béisbol local.
La lista la encabeza Federico Velásquez, el cual jugó por 19 temporadas; Alberto Castillo, Henry Mercedes y Tony Peña, quienes vieron acción por 18 temporadas; Gilberto Reyes (16), César Devares, Sandy Martínez y Luis Taveras (13); Francisco Cabrera y Kelly Ramos 12; Luis Pujols (11), Raúl –Tony- Eusebio (10), al igual que Juan Brito, Pascual Matos y Ángel Peña.
Sin embargo, la comparación de esta semana apunta hacia Castillo y Reyes, jugadores que fueron insignias para las Águilas Cibaeñas y Tigres del Licey.
La Malanga. Gilberto Reyes debutó con los Tigres en la campaña de 1981-82, agotando 13 apariciones con el madero, apenas un año después de firmar para el profesionalismo con los Dodgers.
El equipo de Los Ángeles y el Licey tenían para entonces relaciones muy estrechas.
Reyes poseía excelentes herramientas como receptor, además de un brazo de cañón. Era tanto así que rápidamente se adueñó de la posición número dos.
La Malanga consiguió su primera campaña completa en la contienda de 1983-83, cuando participó en 46 encuentros de la vuelta regular. Consiguió 112 chances al bate, dio 25 imparables, tres de estos jonrones, para concluir con el promedio de .223.
Lo que enseñó Reyes en esa temporada fue lo que hizo durante su carrera de 16 años en la liga, todas con el Licey.
Un bateador muy vulnerable a los lanzamientos rompientes, con poder ocasional, porque siempre hacía swing fuerte a la pelota. Su tímido promedio de por vida de .210 explica al dedillo su anemia ofensiva.
Pero ese pobre bateo lo recompensaba con una hermética defensa, el cual se basaba en implantar el respeto sobre las bases.
A principios de los 90, Reyes impuso un récord al sacar sentado a más de 10 jugadores que intentaron hurtarse una almohadilla.
La Malanga lanzaba a las base sin siquiera pararse a tirar. ¡Era impresionante!
También aportó a tres coronas de los Tigres.
Un ganador. Alberto Castillo llegó al béisbol dominicano en la campaña de 1990-91, con apenas 20 años de edad, vistiendo la franela de los Leones del Escogido. Allí consiguió una pálida actuación de sólo tres turnos al bate.
Luego fue cambiado a las Águilas Cibaeñas, equipo donde reapareció para el campeonato de 1994-95 ya con 24 años. Para ese entonces todavía Tony Peña estaba activo con el equipo mamey.
Castillo poseía buenos dotes defensivos, además de hacer buenos contactos con la esférica.
Castillo impuso su clase como receptor y siempre demostró destreza para guiar a los lanzadores. Asimismo, contó con un disparó certero a las bases aunque no tan fuerte como el de Reyes.
Castillo ayudó a las Águilas a obtener nueve campeonatos durante su estadía de 15 temporadas con el equipo, cifra que habla muy claro sobre la valía de este jugador en el terreno de juego y en la cueva del conjunto.
Ese liderazgo le hizo ser nombrado como capitán de un equipo muy aguerrido dentro de las líneas de cal.
Castillo también era de esos jugadores que daban el hit en los momentos de presión, además de que sabía aprovechar los errores de los equipos contrarios.
Esa inteligencia o astucia lo perfilaba como un posible dirigente, cargo que ya ocupa en los circuitos minoritarios de los Mets de Nueva York.
Cara o cruz
Carlos José Lugo
Alberto Castillo tuvo mayor durabilidad y más tiempo como jugador regular que Gilberto Reyes, además de que fue mucho mejor en materia ofensiva.
Roosevelt Comarazamy
Castillo fue más líder que Reyes y también contribuyó más a los campeonatos de su equipo. Por eso, ligeramente me inclino por el ex receptor de las Águilas”.
Escrito por: HANSEL DÍAZ MATTHEWS
Alberto Castillo fue pieza clave en nueve campeonatos de las Águilas Cibaeñas mientras que Gilberto Reyes demostró una defensa hermética detrás del plato. |
La posición de receptor es una de las que menos alumbra la República Dominicana, al punto de que se pueden contar los mascaras que alcanzan las 10 campañas en la historia del béisbol local.
La lista la encabeza Federico Velásquez, el cual jugó por 19 temporadas; Alberto Castillo, Henry Mercedes y Tony Peña, quienes vieron acción por 18 temporadas; Gilberto Reyes (16), César Devares, Sandy Martínez y Luis Taveras (13); Francisco Cabrera y Kelly Ramos 12; Luis Pujols (11), Raúl –Tony- Eusebio (10), al igual que Juan Brito, Pascual Matos y Ángel Peña.
Sin embargo, la comparación de esta semana apunta hacia Castillo y Reyes, jugadores que fueron insignias para las Águilas Cibaeñas y Tigres del Licey.
La Malanga. Gilberto Reyes debutó con los Tigres en la campaña de 1981-82, agotando 13 apariciones con el madero, apenas un año después de firmar para el profesionalismo con los Dodgers.
El equipo de Los Ángeles y el Licey tenían para entonces relaciones muy estrechas.
Reyes poseía excelentes herramientas como receptor, además de un brazo de cañón. Era tanto así que rápidamente se adueñó de la posición número dos.
La Malanga consiguió su primera campaña completa en la contienda de 1983-83, cuando participó en 46 encuentros de la vuelta regular. Consiguió 112 chances al bate, dio 25 imparables, tres de estos jonrones, para concluir con el promedio de .223.
Lo que enseñó Reyes en esa temporada fue lo que hizo durante su carrera de 16 años en la liga, todas con el Licey.
Un bateador muy vulnerable a los lanzamientos rompientes, con poder ocasional, porque siempre hacía swing fuerte a la pelota. Su tímido promedio de por vida de .210 explica al dedillo su anemia ofensiva.
Pero ese pobre bateo lo recompensaba con una hermética defensa, el cual se basaba en implantar el respeto sobre las bases.
A principios de los 90, Reyes impuso un récord al sacar sentado a más de 10 jugadores que intentaron hurtarse una almohadilla.
La Malanga lanzaba a las base sin siquiera pararse a tirar. ¡Era impresionante!
También aportó a tres coronas de los Tigres.
Un ganador. Alberto Castillo llegó al béisbol dominicano en la campaña de 1990-91, con apenas 20 años de edad, vistiendo la franela de los Leones del Escogido. Allí consiguió una pálida actuación de sólo tres turnos al bate.
Luego fue cambiado a las Águilas Cibaeñas, equipo donde reapareció para el campeonato de 1994-95 ya con 24 años. Para ese entonces todavía Tony Peña estaba activo con el equipo mamey.
Castillo poseía buenos dotes defensivos, además de hacer buenos contactos con la esférica.
Castillo impuso su clase como receptor y siempre demostró destreza para guiar a los lanzadores. Asimismo, contó con un disparó certero a las bases aunque no tan fuerte como el de Reyes.
Castillo ayudó a las Águilas a obtener nueve campeonatos durante su estadía de 15 temporadas con el equipo, cifra que habla muy claro sobre la valía de este jugador en el terreno de juego y en la cueva del conjunto.
Ese liderazgo le hizo ser nombrado como capitán de un equipo muy aguerrido dentro de las líneas de cal.
Castillo también era de esos jugadores que daban el hit en los momentos de presión, además de que sabía aprovechar los errores de los equipos contrarios.
Esa inteligencia o astucia lo perfilaba como un posible dirigente, cargo que ya ocupa en los circuitos minoritarios de los Mets de Nueva York.
Cara o cruz
Carlos José Lugo
Alberto Castillo tuvo mayor durabilidad y más tiempo como jugador regular que Gilberto Reyes, además de que fue mucho mejor en materia ofensiva.
Roosevelt Comarazamy
Castillo fue más líder que Reyes y también contribuyó más a los campeonatos de su equipo. Por eso, ligeramente me inclino por el ex receptor de las Águilas”.
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