Mi amigo dice que “lo único mejor que una mujer son dos mujeres”
Escrito por: Mario Emilio Pérez
(marioeperez@hotmail.com)
Mi amigo es uno de los hombres más enamoradizos que he conocido, y la frase que repite a menudo señala que “lo único mejor que una mujer son dos mujeres”.
En una ocasión en que nos cruzó por el frente una mujer de extraordinaria belleza, conocida por ambos, dijo, elevando los brazos:
-Ese hembrón me gusta hasta de espaldas, y estoy seguro de que cuando tiene seis pretendientes se deprime, porque seguramente nunca ha sumado menos de diez. Otro día, al ver a una esbelta joven caminando mientras conversaba por un teléfono celular, le voceó: dígame con quien usted habla, para envidiarlo.
Ante el paso de una agraciada mujer que sostenía la cadena de un cachorro bóxer, se volvió hacia mí con fingida expresión de tristeza en el rostro, y me disparó la interrogante.
-¿Tú crees que es justo que un perro tan feo sea más afortunado que yo?
Estábamos sentados una tarde en el parque Colón, cuando una amiga de él, que rondaba quizás los cuarenta años, se acercó a saludarnos.
Como era su costumbre, el tenorio se deshizo en elogios sobre la belleza de la dama, quien tras agradecer la galantería, afirmó que por su edad ningún hombre dormiría con ella, lo que produjo la inmediata respuesta del mujeromaníaco.
-Estás muy equivocada, porque contigo duermo yo en el estadio Cibao, durante un juego de las Águilas con el Licey.
A otra fémina que se quejó ante nosotros de que tras cinco años de haberse divorciado, no tenía pretendientes, la contradijo de inmediato.
-No mientas, porque en este preciso instante estás hablando con uno.
Una noche, en el intermedio de la presentación de una comedia en el Teatro Nacional, cuando cruzamos delante de una amiga suya, esta le gritó:
-¿Acaso tú dormiste conmigo?
-No, pero estoy en la mejor disposición de corregir esa falta esta misma noche- replicó mi acompañante, provocando las carcajadas de los espectadores cercanos.
Hace unos días mi amigo me dijo que estaba muy preocupado, porque tenía fijada una primera cita con una mujer que lo atraía poderosamente, la que pospuso para seguir bajando potes de ron en un colmadón con un grupo de amigos.
-Eso me ha llevado a pensar que a lo mejor me estoy inclinando por el cundanguismo. Si viviera otra experiencia parecida, saldría corriendo para el consultorio del siquiatra Guerrero Heredia.
Ante su cara realmente compungida, me resultó difícil frenar la carcajada.
Escrito por: Mario Emilio Pérez
(marioeperez@hotmail.com)
Mario Emilio Pérez |
Mi amigo es uno de los hombres más enamoradizos que he conocido, y la frase que repite a menudo señala que “lo único mejor que una mujer son dos mujeres”.
En una ocasión en que nos cruzó por el frente una mujer de extraordinaria belleza, conocida por ambos, dijo, elevando los brazos:
-Ese hembrón me gusta hasta de espaldas, y estoy seguro de que cuando tiene seis pretendientes se deprime, porque seguramente nunca ha sumado menos de diez. Otro día, al ver a una esbelta joven caminando mientras conversaba por un teléfono celular, le voceó: dígame con quien usted habla, para envidiarlo.
Ante el paso de una agraciada mujer que sostenía la cadena de un cachorro bóxer, se volvió hacia mí con fingida expresión de tristeza en el rostro, y me disparó la interrogante.
-¿Tú crees que es justo que un perro tan feo sea más afortunado que yo?
Estábamos sentados una tarde en el parque Colón, cuando una amiga de él, que rondaba quizás los cuarenta años, se acercó a saludarnos.
Como era su costumbre, el tenorio se deshizo en elogios sobre la belleza de la dama, quien tras agradecer la galantería, afirmó que por su edad ningún hombre dormiría con ella, lo que produjo la inmediata respuesta del mujeromaníaco.
-Estás muy equivocada, porque contigo duermo yo en el estadio Cibao, durante un juego de las Águilas con el Licey.
A otra fémina que se quejó ante nosotros de que tras cinco años de haberse divorciado, no tenía pretendientes, la contradijo de inmediato.
-No mientas, porque en este preciso instante estás hablando con uno.
Una noche, en el intermedio de la presentación de una comedia en el Teatro Nacional, cuando cruzamos delante de una amiga suya, esta le gritó:
-¿Acaso tú dormiste conmigo?
-No, pero estoy en la mejor disposición de corregir esa falta esta misma noche- replicó mi acompañante, provocando las carcajadas de los espectadores cercanos.
Hace unos días mi amigo me dijo que estaba muy preocupado, porque tenía fijada una primera cita con una mujer que lo atraía poderosamente, la que pospuso para seguir bajando potes de ron en un colmadón con un grupo de amigos.
-Eso me ha llevado a pensar que a lo mejor me estoy inclinando por el cundanguismo. Si viviera otra experiencia parecida, saldría corriendo para el consultorio del siquiatra Guerrero Heredia.
Ante su cara realmente compungida, me resultó difícil frenar la carcajada.
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