Kalil se confiesa un hombre agradecido y leal. En esta entrega habla abiertamente de su relación con la familia del dictador Rafael Leonidas Trujillo
Por Norys Sánchez
Kalil Haché Malkum es un destacado polista y deportista de toda una vida, reconocido trujillista y con amplias relaciones en todos los ámbitos de la vida nacional. Exaltado a la inmortalidad del Salón de la Fama de los Deportistas Petromacorisanos, por sus méritos y su contribución al fortalecimiento del deporte. Se confiesa un hombre agradecido y leal.
De ahí que no niega su relación con la familia del dictador Rafael Leonidas Trujillo, a quien le ofreció una misa un año después de su muerte. A sus 80 años de edad, siempre se le ve sonriente y afable. Dice no conocer la tristeza “en ninguna circunstancia”. Kalil atesora momentos en su memoria, entre estos el cómo y cuándo ingresó a la familia Trujillo, tantas veces señalada por los horrendos hechos que ocurrieron en el tiempo que duró la dictadura trujillista.
1. Su origen
Mis padres vinieron del Líbano y se asentaron en San Pedro de Macorís. Éramos muy pobres, pero, sin embargo no conocí ni la amargura, ni la envidia y mucho menos la inconformidad. Me siento satisfecho de la vida porque he sido probado en las dos circunstancias mas difíciles del ser humano: la pobreza y el poder. No conozco el abuso. Con esos dos detalles me he sentido el hombre más realizado de la vida.
2. Inicios en la educación
La educacion primaria la inicié en la escuela pública de San Pedro de Macorís marcada con el número 3. Donde la familia Richiez, una familia muy famosa en ese tiempo, facilitó la educacion a niños con poca posibilidad económica. A los 17 años inició mi lucha en la vida, dejé los estudios y comencé a trabajar donde un amigo -Ito Jelu- en una colchonería. Pasaron los años e ingreso a la Fuerza Aérea Dominicana como raso, 1951. Fui eliminado al poco tiempo, por padecer de daltonismo.
3. Llegada a la familia Trujillo
Como mi anhelo era ser piloto, no acepté ir a la Infantería de la FAD. Me voy triste, sin un centavo, para mi pueblo, en un camión. Me llevó don José Saleme. La vida tiene sus misterios, me favoreció que me eliminaran de la FAD, porque cuatro años después, Enrique Font Faxas y Rafael Antún, le hablaron al general Ramfis Trujillo de mí y le dijeron que yo estaba sin hacer nada en San Pedro . Me recomendaron como un gran jinete para que me incorporara en su equipo de polo. Fui aceptado y llamado a comenzar dicho deporte en marzo de 1955. Me nombraron como asimilado de la Fuerza Aérea Dominicana con un sueldo de 21 pesos mensuales. También fui nombrado en el Acueducto de Santo Domingo, con 26 pesos al mes.
4. Mudanza al edificio Baquero
Me mudé al edificio Baquero en la calle El Conde. A veces el sueldo no me alcanzaba, y a las prácticas de polo -que se desarrollaban en la cancha del hotel El Embajador- me iba a pie, con los palos de polo envueltos en papel de periódico para que nadie los viera, porque no iban a creer que yo en una guagua (que a veces tomaba) o a pies, iba a jugar polo con Ramfis Trujillo. Hubiesen pensado “este está loco” y me hubiesen metido preso.
5. Secretario de Radhamés Trujillo
Pasado el tiempo, me nombran secretario particular y personal del capitán Radhamés Trujillo. Luego, una tarde, durante un juego de polo en el que participaba, en el Perla Antillana, donde jugaba Ramfis, el caballo y yo nos fuimos de cabeza y me ensangrenté la cara. El generalísimo, que estaba presente allí, como de lejos no se distinguía cuál jugador era el accidentado, se paró y se dirigió a la cancha a ver si era Ramfis. Salió un señor corriendo alante y le dijo al general Estrella: “general, dígale al jefe que no es Ramfis, que es Kalil”. Trujillo se regresó y todos sus acompanantes con él.
6.Nombrado por Trujillo
No sé qué pensó el generalísimo, pero una semana después de ese suceso me llamó Tirso Rivera, su secretario personal, para informarme que el jefe me nombraba supervisor general de todas sus haciendas, con rango de teniente coronel honorífico de la FAD. A resumidas cuentas, con dicho cargo obtendría la suma de 3 mil pesos mensuales, en adición a mi sueldo de mil, como jefe de las haciendas del capitán Radhamés Trujillo, más mi sueldo de 21 pesos como asimilado de la FAD. A los 26 años de edad, con todos esos cargos, me desempeñaba también como el número 4 en muchos juegos del equipo de Ramfis Trujillo.
7. Tranquilidad de conciencia
El que no actúa con Dios y no aprovecha su momento y su circunstancia para hacer el bien, no podrá vivir tranquilo, en ninguna circunstancia. Lo más grande que puede tener un ser humano es su conciencia. Lo más grande que yo poseo es la tranquilidad de mi conciencia. Trujillo sabía escoger sus hombres para cada posición. ¿Cómo podría yo ser desleal a una familia que me distinguió con todo su cariño? Tendré que morir leal a él y a su familia. Me siento satisfecho porque cumplí con una de las tareas más difíciles de este mundo: ser leal.
8. Carta a mi enemigo
Yo enterré solo a doña María Martínez viuda Trujillo, quien murió muy pobre, en la ciudad de Panamá. A su muerte, le hice una petición al presidente de la República, entonces Joaquín Balaguer, a través de una carta que reza así: “ Señor presidente Joaquín Balaguer, aunque soy su enemigo personal y usted sabe los motivos, pasado mañana voy a Panamá a enterrar a doña María Martínez viuda Trujillo, quien fue Primera Dama en nuestro país durante 30 años y a quien tantos piropos usted le hizo durante su reinado. Hoy han cambiado las circunstancias: usted sigue en el reinado y ella no. Sólo le pido que usted le ordene al embajador en Panamá, Pereyra Ariza, entregar un ramo de flores en su tumba, en su nombre. Como sé que usted no es muy dadivoso compraré las flores con mi dinero, solo espero su autorización”. Como respuesta recibí de manera verbal lo siguiente: “Dile a Kalil que eso no es recomendable”.
9. Enemistad con Balaguer
Fui el intermediario de una gran ayuda que se le hizo a Joaquín Balaguer de parte de un miembro de la familia Trujillo. Ese miembro de la familia Trujillo le explicó que no le interesaba volver al país nunca y que realizaba esa ayuda en memoria al jefe. Y ahora lo explico porque cuando se supo de mi dificultad estando detenido en San Juan, Puerto Rico, cuando venía con ese dinero (US$500,000) que le traía a Balaguer, alguien escribió en unos papeles que mi detención obedecía a que se había determinado que ese dinero era para darle soporte a la revolución de Caamaño. Cuando se comprobó la falsedad, me despacharon de la oficina que me detuvo en Puerto Rico durante dos días. Luego, ese miembro de la familia Trujillo le pidió una simpleza a Balaguer y éste se negó. De ahí surge mi enemistad con Balaguer.
10. La partida de los Trujillo
Cuando los Trujillo salieron del país, yo me encontraba en Europa -en alta mar- regresando para acá con los documentos que firmó Radhamés Trujillo, donde el general Ramfis Trujillo le pasaba todas las acciones de la azucarera Haina al Estado dominicano. Tomé un vuelo desde Nueva York para acá. El hombre cuando tiene su conciencia tranquila es una persona valiente. Ramfis se fue el 18 de noviembre de 1961. Y yo, el 21 de noviembre fui donde Balaguer y él no me quiso recibir. Me recibió su secretario, Armando Oscar Pacheco. Le comuniqué que en mi calidad de jefe de la Hacienda Fundación y la Hacienda María había que recibirme para yo hacer entrega de ellas y para que nadie se equivocara conmigo. Arriesgué hasta mi vida en esos momentos oscuros, para que nadie se equivocara conmigo como yo no me equivoqué nunca con nadie.
Nombraron una comisión de militares. A los dos días entregué las haciendas Fundación y María y Haras Radhamés, en Villa Mella, sin faltar un pollo. Como yo no tenía casa en Santo Domingo, me dirigí a San Pedro de Macorís, donde vivía, en las 500 tareas de tierra que me había regalado el mismo generalísimo Trujillo. Cuando crucé el puente, abandonando la capital, dejé en el puente Duarte todo el poder que tuve. Le dije a Elsie, mi esposa, palabras que salieron de Dios: “A partir de hoy no me digas quién me llamó y quién no me llamó”.
Eso lo hice para no recibir decepciones. Si llamaron o no, nunca me enteré. Regresé tranquilo al pueblo donde nací y me vió crecer. Y los verdaderos sufridos de este país son los que más atentos han sido conmigo, porque conocen el proceder de cada persona en el régimen. Sin embargo, otros de los miles de trujillistas, se espantaban cuando me veían. Respeto sus razones de porqué actuaron así. Ellos sabrán. Así como los enemigos de Trujillo sabrán el por qué he actuado como he actuado: con lealtad y gratitud a una familia que me distinguió.
Una misa por el descanso de Trujillo
“En medio de un país en contra de todo lo que significaba la familia Trujillo, hoy reconozco que fue una imprudencia de mi parte el ofrecer una misa en el primer aniversario de la muerte del generalísimo. Pero lo hice porque cinco días antes un amigo de la capital que tenía una joyería, Demetrio Prota, con quien hice una buena amistad, me llamó a San Pedro de Macorís y me dijo: “te estoy llamando porque unos amigos tuyos de infancia, al preguntarle por ti, me dijeron que te tenían escondido en San Pedro”.
Mi amigo sabía que era mentira, porque ese pueblo me recibió hasta con sirena cuando llegué. Supe de inmediato que se trataba de algunos amigos de mi infancia. Ninguno de esos me buscaron, nunca. Sin embargo, cuando ellos estuvieron presos por ser contrarios al régimen de Trujillo, yo nunca dejé de visitarlos ni a ellos ni a su familia. Arriesgándolo todo, porque sabemos cómo era el sistema entonces. Por eso me salió del corazón hacer la misa: por la lealtad a la persona que me distinguió, no al dictador ni a la dictadura”.
Por Norys Sánchez
Kalil es un amante de los deportes, en especial del polo. |
Kalil Haché Malkum es un destacado polista y deportista de toda una vida, reconocido trujillista y con amplias relaciones en todos los ámbitos de la vida nacional. Exaltado a la inmortalidad del Salón de la Fama de los Deportistas Petromacorisanos, por sus méritos y su contribución al fortalecimiento del deporte. Se confiesa un hombre agradecido y leal.
De ahí que no niega su relación con la familia del dictador Rafael Leonidas Trujillo, a quien le ofreció una misa un año después de su muerte. A sus 80 años de edad, siempre se le ve sonriente y afable. Dice no conocer la tristeza “en ninguna circunstancia”. Kalil atesora momentos en su memoria, entre estos el cómo y cuándo ingresó a la familia Trujillo, tantas veces señalada por los horrendos hechos que ocurrieron en el tiempo que duró la dictadura trujillista.
1. Su origen
Mis padres vinieron del Líbano y se asentaron en San Pedro de Macorís. Éramos muy pobres, pero, sin embargo no conocí ni la amargura, ni la envidia y mucho menos la inconformidad. Me siento satisfecho de la vida porque he sido probado en las dos circunstancias mas difíciles del ser humano: la pobreza y el poder. No conozco el abuso. Con esos dos detalles me he sentido el hombre más realizado de la vida.
2. Inicios en la educación
La educacion primaria la inicié en la escuela pública de San Pedro de Macorís marcada con el número 3. Donde la familia Richiez, una familia muy famosa en ese tiempo, facilitó la educacion a niños con poca posibilidad económica. A los 17 años inició mi lucha en la vida, dejé los estudios y comencé a trabajar donde un amigo -Ito Jelu- en una colchonería. Pasaron los años e ingreso a la Fuerza Aérea Dominicana como raso, 1951. Fui eliminado al poco tiempo, por padecer de daltonismo.
3. Llegada a la familia Trujillo
Como mi anhelo era ser piloto, no acepté ir a la Infantería de la FAD. Me voy triste, sin un centavo, para mi pueblo, en un camión. Me llevó don José Saleme. La vida tiene sus misterios, me favoreció que me eliminaran de la FAD, porque cuatro años después, Enrique Font Faxas y Rafael Antún, le hablaron al general Ramfis Trujillo de mí y le dijeron que yo estaba sin hacer nada en San Pedro . Me recomendaron como un gran jinete para que me incorporara en su equipo de polo. Fui aceptado y llamado a comenzar dicho deporte en marzo de 1955. Me nombraron como asimilado de la Fuerza Aérea Dominicana con un sueldo de 21 pesos mensuales. También fui nombrado en el Acueducto de Santo Domingo, con 26 pesos al mes.
4. Mudanza al edificio Baquero
Me mudé al edificio Baquero en la calle El Conde. A veces el sueldo no me alcanzaba, y a las prácticas de polo -que se desarrollaban en la cancha del hotel El Embajador- me iba a pie, con los palos de polo envueltos en papel de periódico para que nadie los viera, porque no iban a creer que yo en una guagua (que a veces tomaba) o a pies, iba a jugar polo con Ramfis Trujillo. Hubiesen pensado “este está loco” y me hubiesen metido preso.
5. Secretario de Radhamés Trujillo
Pasado el tiempo, me nombran secretario particular y personal del capitán Radhamés Trujillo. Luego, una tarde, durante un juego de polo en el que participaba, en el Perla Antillana, donde jugaba Ramfis, el caballo y yo nos fuimos de cabeza y me ensangrenté la cara. El generalísimo, que estaba presente allí, como de lejos no se distinguía cuál jugador era el accidentado, se paró y se dirigió a la cancha a ver si era Ramfis. Salió un señor corriendo alante y le dijo al general Estrella: “general, dígale al jefe que no es Ramfis, que es Kalil”. Trujillo se regresó y todos sus acompanantes con él.
6.Nombrado por Trujillo
No sé qué pensó el generalísimo, pero una semana después de ese suceso me llamó Tirso Rivera, su secretario personal, para informarme que el jefe me nombraba supervisor general de todas sus haciendas, con rango de teniente coronel honorífico de la FAD. A resumidas cuentas, con dicho cargo obtendría la suma de 3 mil pesos mensuales, en adición a mi sueldo de mil, como jefe de las haciendas del capitán Radhamés Trujillo, más mi sueldo de 21 pesos como asimilado de la FAD. A los 26 años de edad, con todos esos cargos, me desempeñaba también como el número 4 en muchos juegos del equipo de Ramfis Trujillo.
7. Tranquilidad de conciencia
El que no actúa con Dios y no aprovecha su momento y su circunstancia para hacer el bien, no podrá vivir tranquilo, en ninguna circunstancia. Lo más grande que puede tener un ser humano es su conciencia. Lo más grande que yo poseo es la tranquilidad de mi conciencia. Trujillo sabía escoger sus hombres para cada posición. ¿Cómo podría yo ser desleal a una familia que me distinguió con todo su cariño? Tendré que morir leal a él y a su familia. Me siento satisfecho porque cumplí con una de las tareas más difíciles de este mundo: ser leal.
8. Carta a mi enemigo
Yo enterré solo a doña María Martínez viuda Trujillo, quien murió muy pobre, en la ciudad de Panamá. A su muerte, le hice una petición al presidente de la República, entonces Joaquín Balaguer, a través de una carta que reza así: “ Señor presidente Joaquín Balaguer, aunque soy su enemigo personal y usted sabe los motivos, pasado mañana voy a Panamá a enterrar a doña María Martínez viuda Trujillo, quien fue Primera Dama en nuestro país durante 30 años y a quien tantos piropos usted le hizo durante su reinado. Hoy han cambiado las circunstancias: usted sigue en el reinado y ella no. Sólo le pido que usted le ordene al embajador en Panamá, Pereyra Ariza, entregar un ramo de flores en su tumba, en su nombre. Como sé que usted no es muy dadivoso compraré las flores con mi dinero, solo espero su autorización”. Como respuesta recibí de manera verbal lo siguiente: “Dile a Kalil que eso no es recomendable”.
9. Enemistad con Balaguer
Fui el intermediario de una gran ayuda que se le hizo a Joaquín Balaguer de parte de un miembro de la familia Trujillo. Ese miembro de la familia Trujillo le explicó que no le interesaba volver al país nunca y que realizaba esa ayuda en memoria al jefe. Y ahora lo explico porque cuando se supo de mi dificultad estando detenido en San Juan, Puerto Rico, cuando venía con ese dinero (US$500,000) que le traía a Balaguer, alguien escribió en unos papeles que mi detención obedecía a que se había determinado que ese dinero era para darle soporte a la revolución de Caamaño. Cuando se comprobó la falsedad, me despacharon de la oficina que me detuvo en Puerto Rico durante dos días. Luego, ese miembro de la familia Trujillo le pidió una simpleza a Balaguer y éste se negó. De ahí surge mi enemistad con Balaguer.
10. La partida de los Trujillo
Cuando los Trujillo salieron del país, yo me encontraba en Europa -en alta mar- regresando para acá con los documentos que firmó Radhamés Trujillo, donde el general Ramfis Trujillo le pasaba todas las acciones de la azucarera Haina al Estado dominicano. Tomé un vuelo desde Nueva York para acá. El hombre cuando tiene su conciencia tranquila es una persona valiente. Ramfis se fue el 18 de noviembre de 1961. Y yo, el 21 de noviembre fui donde Balaguer y él no me quiso recibir. Me recibió su secretario, Armando Oscar Pacheco. Le comuniqué que en mi calidad de jefe de la Hacienda Fundación y la Hacienda María había que recibirme para yo hacer entrega de ellas y para que nadie se equivocara conmigo. Arriesgué hasta mi vida en esos momentos oscuros, para que nadie se equivocara conmigo como yo no me equivoqué nunca con nadie.
Nombraron una comisión de militares. A los dos días entregué las haciendas Fundación y María y Haras Radhamés, en Villa Mella, sin faltar un pollo. Como yo no tenía casa en Santo Domingo, me dirigí a San Pedro de Macorís, donde vivía, en las 500 tareas de tierra que me había regalado el mismo generalísimo Trujillo. Cuando crucé el puente, abandonando la capital, dejé en el puente Duarte todo el poder que tuve. Le dije a Elsie, mi esposa, palabras que salieron de Dios: “A partir de hoy no me digas quién me llamó y quién no me llamó”.
Eso lo hice para no recibir decepciones. Si llamaron o no, nunca me enteré. Regresé tranquilo al pueblo donde nací y me vió crecer. Y los verdaderos sufridos de este país son los que más atentos han sido conmigo, porque conocen el proceder de cada persona en el régimen. Sin embargo, otros de los miles de trujillistas, se espantaban cuando me veían. Respeto sus razones de porqué actuaron así. Ellos sabrán. Así como los enemigos de Trujillo sabrán el por qué he actuado como he actuado: con lealtad y gratitud a una familia que me distinguió.
Una misa por el descanso de Trujillo
“En medio de un país en contra de todo lo que significaba la familia Trujillo, hoy reconozco que fue una imprudencia de mi parte el ofrecer una misa en el primer aniversario de la muerte del generalísimo. Pero lo hice porque cinco días antes un amigo de la capital que tenía una joyería, Demetrio Prota, con quien hice una buena amistad, me llamó a San Pedro de Macorís y me dijo: “te estoy llamando porque unos amigos tuyos de infancia, al preguntarle por ti, me dijeron que te tenían escondido en San Pedro”.
Mi amigo sabía que era mentira, porque ese pueblo me recibió hasta con sirena cuando llegué. Supe de inmediato que se trataba de algunos amigos de mi infancia. Ninguno de esos me buscaron, nunca. Sin embargo, cuando ellos estuvieron presos por ser contrarios al régimen de Trujillo, yo nunca dejé de visitarlos ni a ellos ni a su familia. Arriesgándolo todo, porque sabemos cómo era el sistema entonces. Por eso me salió del corazón hacer la misa: por la lealtad a la persona que me distinguió, no al dictador ni a la dictadura”.
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