Esta asignatura suele causar mucha ansiedad y miedo, pero basta con conocer los conceptos para dominarla
HELEN JÁQUEZ
En los primeros años de vida de un individuo es cuando se le provee de las herramientas necesarias para desarrollar sus habilidades, las cuales deben ser dirigidas por los padres y los maestros; siendo una parte importante para la formación del infante en la educación formal, con la cual se le “abre” camino al conocimiento y a la posibilidad de tener mejor calidad de vida en el futuro.
Quienes tienen la tarea de ejecutar la función de maestros asumen el reto de enseñar a leer y a escribir correctamente, pero un reto mayor constituye lograr que los estudiantes pierdan el “miedo” a las matemáticas, una de las materias más temidas, tanto en la educación inicial, media como superior.
¿A qué se debe este “cuco”? Según explica Clarissa Guerrero, especialista en terapia infanto-juvenil, muchas veces los temores en el infante a enfrentar materias específicas derivan de malas experiencias en dichas materias en un momento determinado o por creencias inculcadas por los adultos, es decir, expresar que una materia es “muy difícil” para ellos (los niños) o hacerles sentir que son “malos” en la asignatura porque su madre o padre también lo eran.
Con relación a la “herencia” en el aprendizaje, Guerrero expone que “hay que tener cuidado en cómo se maneja la dificultad que tenga un niño con un tema en específico dentro de la materia, para que esto no se convierta en una dificultad mayor y permanente por una creencia adquirida”.
Un problema de toda la vida
“Quemar” una y otra vez la asignatura de matemáticas, tanto que los padres lleguen a optar por contratar a un tutor para reforzar la “deficiencia” de su hijo en esta materias es una historia que se repite constantemente desde hace mucho tiempo atrás. ¿A qué se debe? Aparentemente, en la mayoría de los casos no se debe a la falta de capacidad para “dominar” los números y sus ecuaciones, sino a la metodología de enseñanza del sistema educativo.
Para Rafael Ortiz, profesor y tutor de matemáticas desde la década de los años 60 y graduado de Química de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), afirma que el problema radica “en la mala enseñanza”.
“El principal obstáculo que tengo con los estudiantes cuando doy tutoría, es que cuando les pregunto: ¿Qué un teorema?, ¿qué es álgebra? No saben dar un concepto. A mi juicio, el punto no es solo saber leer sino entender los conceptos, para luego poder ejecutar la ecuación matemática”, agrega Ortiz.
Tener miedo a las matemáticas puede desencadenar serias dificultades en la persona. Según expresa Guerrero, un mal manejo con una materia puede marcar la vida de un niño, este puede percibirse como “incapaz” en determinadas tareas, y después que esta idea se instaura en su cabeza se bloquea, lo que hace que lo vea como un “fracaso” y confirmar lo que ya cree (que no es bueno para las matemáticas). Sin embargo, no se trata más que de un bloqueo por una situación mal manejada.
El miedo se torna físico
Pero este “bloqueo” puede tornarse físico, según un estudio publicado por la Universidad de Chicago, en Estados Unidos, el cual determinó que el miedo a las matemáticas causa, en algunas personas, una respuesta en el cerebro similar al dolor físico pues activa la misma zona en el quinto lóbulo.
A este problema se le llama Discalculia (incapacidad para el manejo del cálculo), que según el estudio se debe a la ansiedad que genera en la persona el no poder resolver operaciones matemáticas. ¿Cómo manejar la ansiedad? Pues enfrentando el problema.
“Muchas son las personas que llegan a la adultez con miedo a esta asignatura debido a las “lagunas” que vienen arrastrando desde los niveles básicos hasta ingresar a la universidad, cuando salen, terminan siendo “profesionales analfabetos”, algo que compromete al desarrollo de nuestra sociedad”, comenta Ortiz.
Para evitar tener “profesionales analfabetos” se debe combatir el problema desde la raíz (y no precisamente la raíz cuadrada). Según Guerrero, “hay que tener en cuenta que cuando un niño tiene dificultades en una materia específica debe abordarse el tema con el mayor positivismo posible. Los padres y profesores tienen que mostrar confianza en sus capacidades y darle el apoyo que necesiten y supervisión”.
Las matemáticas no son para vagos
Existen otros factores que también agravan el problema, y es el desinterés de los estudiantes en llegar al límite de sus capacidades. Para Ortiz, además de una mal guiada instrucción en las matemáticas y un profesorado marginado por el mismo sistema educativo, considera que la vagancia ha contribuido a que esta asignatura sea vista como un “terror” en comparación con las demás.
Comenta, “que se debe entender que las matemáticas es una ciencia secuencial, la cual se tiene que reforzar desde la infancia, etapa en la que primera se les enseña a contar, luego a sumar, restar, multiplicar y dividir”.
HELEN JÁQUEZ
Creerse incapaz de ser bueno en una materia se debe a una conducta heredada. |
En los primeros años de vida de un individuo es cuando se le provee de las herramientas necesarias para desarrollar sus habilidades, las cuales deben ser dirigidas por los padres y los maestros; siendo una parte importante para la formación del infante en la educación formal, con la cual se le “abre” camino al conocimiento y a la posibilidad de tener mejor calidad de vida en el futuro.
Quienes tienen la tarea de ejecutar la función de maestros asumen el reto de enseñar a leer y a escribir correctamente, pero un reto mayor constituye lograr que los estudiantes pierdan el “miedo” a las matemáticas, una de las materias más temidas, tanto en la educación inicial, media como superior.
¿A qué se debe este “cuco”? Según explica Clarissa Guerrero, especialista en terapia infanto-juvenil, muchas veces los temores en el infante a enfrentar materias específicas derivan de malas experiencias en dichas materias en un momento determinado o por creencias inculcadas por los adultos, es decir, expresar que una materia es “muy difícil” para ellos (los niños) o hacerles sentir que son “malos” en la asignatura porque su madre o padre también lo eran.
Con relación a la “herencia” en el aprendizaje, Guerrero expone que “hay que tener cuidado en cómo se maneja la dificultad que tenga un niño con un tema en específico dentro de la materia, para que esto no se convierta en una dificultad mayor y permanente por una creencia adquirida”.
Un problema de toda la vida
“Quemar” una y otra vez la asignatura de matemáticas, tanto que los padres lleguen a optar por contratar a un tutor para reforzar la “deficiencia” de su hijo en esta materias es una historia que se repite constantemente desde hace mucho tiempo atrás. ¿A qué se debe? Aparentemente, en la mayoría de los casos no se debe a la falta de capacidad para “dominar” los números y sus ecuaciones, sino a la metodología de enseñanza del sistema educativo.
Para Rafael Ortiz, profesor y tutor de matemáticas desde la década de los años 60 y graduado de Química de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), afirma que el problema radica “en la mala enseñanza”.
“El principal obstáculo que tengo con los estudiantes cuando doy tutoría, es que cuando les pregunto: ¿Qué un teorema?, ¿qué es álgebra? No saben dar un concepto. A mi juicio, el punto no es solo saber leer sino entender los conceptos, para luego poder ejecutar la ecuación matemática”, agrega Ortiz.
Tener miedo a las matemáticas puede desencadenar serias dificultades en la persona. Según expresa Guerrero, un mal manejo con una materia puede marcar la vida de un niño, este puede percibirse como “incapaz” en determinadas tareas, y después que esta idea se instaura en su cabeza se bloquea, lo que hace que lo vea como un “fracaso” y confirmar lo que ya cree (que no es bueno para las matemáticas). Sin embargo, no se trata más que de un bloqueo por una situación mal manejada.
El miedo se torna físico
Pero este “bloqueo” puede tornarse físico, según un estudio publicado por la Universidad de Chicago, en Estados Unidos, el cual determinó que el miedo a las matemáticas causa, en algunas personas, una respuesta en el cerebro similar al dolor físico pues activa la misma zona en el quinto lóbulo.
A este problema se le llama Discalculia (incapacidad para el manejo del cálculo), que según el estudio se debe a la ansiedad que genera en la persona el no poder resolver operaciones matemáticas. ¿Cómo manejar la ansiedad? Pues enfrentando el problema.
“Muchas son las personas que llegan a la adultez con miedo a esta asignatura debido a las “lagunas” que vienen arrastrando desde los niveles básicos hasta ingresar a la universidad, cuando salen, terminan siendo “profesionales analfabetos”, algo que compromete al desarrollo de nuestra sociedad”, comenta Ortiz.
Para evitar tener “profesionales analfabetos” se debe combatir el problema desde la raíz (y no precisamente la raíz cuadrada). Según Guerrero, “hay que tener en cuenta que cuando un niño tiene dificultades en una materia específica debe abordarse el tema con el mayor positivismo posible. Los padres y profesores tienen que mostrar confianza en sus capacidades y darle el apoyo que necesiten y supervisión”.
Las matemáticas no son para vagos
Existen otros factores que también agravan el problema, y es el desinterés de los estudiantes en llegar al límite de sus capacidades. Para Ortiz, además de una mal guiada instrucción en las matemáticas y un profesorado marginado por el mismo sistema educativo, considera que la vagancia ha contribuido a que esta asignatura sea vista como un “terror” en comparación con las demás.
Comenta, “que se debe entender que las matemáticas es una ciencia secuencial, la cual se tiene que reforzar desde la infancia, etapa en la que primera se les enseña a contar, luego a sumar, restar, multiplicar y dividir”.
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