Raudy Torres. (José Mercader) |
Por los tiempos en que Raudy iba a la escuela Colombia, luego Benigno Filomeno de Rojas, llevaba todas sus tareas de inglés para la profe doña Yolanda, y las de geografía para Xiomara, con tal reperpero y alegría con sus compinches, que él armaba con las niñas, que todos sabíamos que él sería el Robalagallina del país. Y así es. Su pasión lo encumbró hasta ocupar los más altos honores como uno de los símbolos del carnaval dominicano.
Este carnaval no se lo pierde aunque tenga que meter bajo sus faldas a tres tígueres que lo ayuden con el peso de aquella voluptuosidad de belleza que es siempre su disfraz. Él es un patrimonio cultural viviente que debe preservarse cueste lo que cueste. Sin limosnas. Como una obligación nacional.
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