El papa Francisco ofició ayer su primera misa. Las felicitaciones mundiales siguieron llegando, incluso de China, que mantendrá su postura dura frente al Vaticano. |
Londres. El Papa puede trabajar con un solo pulmón y enfrentar los grandes desafíos de la Iglesia católica, aseguran médicos y allegados.
Mientras, en Argentina, tras la elección de Jorge Bergoglio como Sumo Pontífice, se ha agitado el debate sobre la última dictadura militar y el rol de éste y otros sacerdotes católicos.
El pontífice argentino “sufrió una infección cuando era joven y tenían que sacar una buena parte de un pulmón”, de acuerdo con su biógrafo autorizado, Sergio Rubin. En la actualidad “no anda tan rápido, pero está bien”.
Los médicos dijeron que haber perdido un pulmón no necesariamente pone en riesgo la salud del papa ni reduce su tiempo de vida, aunque sí significa que no puede hacer ejercicio extenuante porque no cuenta con la misma capacidad aeróbica que las personas que tienen dos pulmones.
“Probablemente no podrá correr maratones, pero no creo que tenga eso programado en su agenda”, dijo el doctor Peter Openshaw, director del Centro de Infecciones Respiratorias en el Imperial College de Londres. “Tener un pulmón debería ser suficiente, siempre que no haya otra enfermedad en dicho pulmón”.
En un principio se reportó que el papa Francisco había perdido un pulmón completo, pero el Vaticano dijo el jueves que sólo le habían quitado parte de uno. No dio más detalles.
Openshaw dijo que el pulmón completo probablemente se habría expandido para llenar el espacio que dejó el que fue seccionado, y que su cavidad torácica se habría achicado ligeramente. Pero ninguno de esos cambios debería afectar sus actividades normales, agregó.
Indicó que el pulmón completo del papa debe ser capaz de compensar lo que le falta al otro, en forma similar a cuando algunas partes del cerebro retoman funciones que antes desempeñaban otras regiones dañadas por un derrame.
“El otro pulmón puede ganar en capacidad, pero tendrá límites”, señaló, comparándolo con el motor de un automóvil ahora un poco más lento. “Podría no ser capaz de acelerar con tanta fuerza, pero todavía opera igual de bien”.
La dictadura argentina
Rara vez se habla de Jorge Mario Bergoglio, ahora el papa Francisco, sin mencionar su humildad, su rechazo a hablar sobre sí mismo. Sus admiradores hablan también de su abnegación, al explicar por qué él prácticamente nunca ha negado una de las acusaciones más escabrosas en su contra: que estuvo entre los líderes de la Iglesia que apoyaron activamente la dictadura asesina de Argentina.
Es indiscutible que Bergoglio, al igual que la mayoría de otros argentinos, no confrontó abiertamente a la junta militar que manejó el país de 1976 a 1983 mientras ésta secuestraba y asesinaba a miles de personas en una “guerra sucia” para eliminar a adversarios de izquierda. Pero el biógrafo autorizado del nuevo papa, Sergio Rubin, argumenta que esa fue una falla de la Iglesia católica en general y que es injusto identificar a Bergoglio con la culpa colectiva que aún agobia a muchos argentinos de su generación.
“En una cierta manera muchos argentinos terminaron siendo cómplices” en un tiempo en que cualquiera que hablara abiertamente podía convertirse en un objetivo, recordó Rubin.
Algunos activistas defensores de los derechos humanos concuerdan en que Bergoglio no merece ser agrupado con otras figuras eclesiásticas que estaban alineadas muy de cerca con la dictadura.
“Tal vez no tuvo el coraje de otros curas, pero nunca colaboró con la dictadura”, dijo Adolfo Pérez Esquivel, quien ganó el premio Nobel de la Paz de 1980 por documentar las atrocidades de la junta. “Bergoglio no fue cómplice de la dictadura. No se lo puede acusar de eso”.
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