La Vice tiene que controlar sus impulsos...
La Vice no va a aprender la lección del Twitter, porque las adicciones son difíciles de curar, y con algo tiene que entretenerse la gente.
Pero sí a buscar oponentes que correspondan en tiempo y lugar.
La Primera Dama nunca será su Némesis, ya que está hecha de una pasta diferente a la política. No todas las esposas tienen las aficiones de su consorte.
Margarita es mujer de partido, de gobierno, de roces de gabinete y de peleas en la calle. Y Candy, por el contrario, es mujer de comunidad, de iglesia y de fe.
No conoce de rencor y sí de purificación.
Antes que ella, Renée, la de Guzmán, estuvo en Roma en dos ocasiones, cuando la consagración de los dos Juan Pablo, el primero y el segundo.
Es decir, que había precedente.
Era justo, pues, que se reaccionara a favor de La Primera y no de La Segunda, pues se estaba enviando al Vaticano a una feligresa de corazón, de las que todavía van a misa con mantilla y rezan de rodilla.
Lo del protocolo, sí, pero en otra oportunidad; y lo de ahora, más que affaire, un chisme, que entre morbo e intriga, cada cual lo goza a su manera.
La Vice no va a aprender la lección del Twitter, porque las adicciones son difíciles de curar, y con algo tiene que entretenerse la gente.
Pero sí a buscar oponentes que correspondan en tiempo y lugar.
La Primera Dama nunca será su Némesis, ya que está hecha de una pasta diferente a la política. No todas las esposas tienen las aficiones de su consorte.
Margarita es mujer de partido, de gobierno, de roces de gabinete y de peleas en la calle. Y Candy, por el contrario, es mujer de comunidad, de iglesia y de fe.
No conoce de rencor y sí de purificación.
Antes que ella, Renée, la de Guzmán, estuvo en Roma en dos ocasiones, cuando la consagración de los dos Juan Pablo, el primero y el segundo.
Es decir, que había precedente.
Era justo, pues, que se reaccionara a favor de La Primera y no de La Segunda, pues se estaba enviando al Vaticano a una feligresa de corazón, de las que todavía van a misa con mantilla y rezan de rodilla.
Lo del protocolo, sí, pero en otra oportunidad; y lo de ahora, más que affaire, un chisme, que entre morbo e intriga, cada cual lo goza a su manera.
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