Debe recordarse que el interés político en desconocer los resultados electorales del 16 de mayo, favorables al Partido Revolucionario Dominicano, se basó en el argumento que el naciente líder de esa organización, José Francisco Peña Gómez, se convertiría en la práctica en el presidente del país, posición desde la cual propiciaría refundir a la República Dominicana con Haití.
Quienes sostenían ese adefesio malintencionado, afirmaban que el candidato presidencial perredeísta en esos comicios, Antonio Guzmán Fernández, se convertiría en un mequetrefe de Peña Gómez, y que éste, por ser hijo de padre haitiano, buscaría que los dominicanos fuésemos gobernados desde Puerto Príncipe.
Propósito perseguido
Con ese argumento se buscaba que el triunfo obtenido en las urnas por el PRD y Guzmán, fuese anulado mediante la celebración de unas elecciones complementarias, las cuales no estaban previstas en la ley sobre la materia, pero a través de las cuales el presidente Joaquín Balaguer pudiese maniobrar para continuar en el poder por otros cuatro años.
Los sostenedores de esa posición consideraban que con esas elecciones complementarias, Balaguer podría salirse con una las suyas, tal como lo hizo cuatro años atrás, en 1974, cuando dispuso que los soldados salieran a las calles exhibiendo paños coloraos en las puntas de sus fusiles, en apoyo a su reelección presidencial
Esa maniobra balaguerista aterrorizó a los dirigentes del PRD y del Acuerdo de Santiago, que parecían con buenas posibilidades de ganar las elecciones de ese año, quienes decidieron retirarse de la contienda dos días antes de las votaciones, permitiendo así, que el líder reformista permaneciera en el poder otros cuatro años.
Es preciso destacar que fue en esa ocasión, en 1978, que por primera vez el tema haitiano fue esgrimido en el país como tema político en ocasión de unas elecciones presidenciales.
Tema haitiano olvidado
El tema haitiano quedó en el más completo olvido en las siguientes tres elecciones de 1982, 1986 y 1990, a pesar de que en la primera de ésta, ya Peña Gómez se había afianzado como el máximo líder perredeísta, lo que le permitió postularse como candidato a síndico del Distrito Nacional. Pese a eso, a él no se le acusó de ser haitiano, en vista de que su ardiente detractor, apoyaba al candidato presidencial perredeísta, Salvador Jorge Blanco.
En las elecciones de 1986, Peña Gómez no fue candidato a ninguna posición electiva, y el nominado del PRD lo fue Jacobo Majluta, quien por su origen árabe de padre y madre, carecía del más remoto vínculo con los haitianos, y además porque entre aquel y éste surgió una enemistad profunda que terminó con la derrota electoral del PRD y más luego en la división perredeísta.
Tampoco el tema haitiano fue debatido en las elecciones de 1990. a pesar de que Peña Gómez fue el candidato presidencial del PRD, pero no era una opción ganadora, y porque su beligerante detractor respaldaba la candidatura presidencial del PLD, existiendo la posibilidad de que el líder perredeísta ordenara a sus seguidores, votar a favor del profesor Juan Bosch.
Resurge en el 1994
Fue en la campaña electoral del año 1994 cuando el origen haitiano de Peña Gómez fue sacado a relucir nuevamente, en virtud de que todas la encuestas lo daban como seguro ganador de esos comicios, debido a la reunificación perredeísta, y al hecho de haberse formado el Acuerdo de Santo Domingo, del cual formó parte un importante segmento de seguidores de Balaguer, encabezado por Fernando Álvarez Bogaert.
El supuesto haitianismo de Peña Gómez fue esgrimido con mayor fuerza en esa campaña electoral, aunque la misma no provocó gran impacto negativo en contra del líder perredeísta, ya que si no ganó esos comicios, se debió a que unos 300 mil votantes seguros a su favor, fueron excluidos del padrón electoral en todas las provincias del interior del país, fruto de un fraude que contó con la aprobación de quienes tenía el control de la Junta Central Electoral.
También en 1996 la acusación contra Peña Gómez de ser haitiano y de que fusionaría a la República Dominicana con Haití, volvió a ser enarbolada con mayor énfasis, aunque su derrota en las urnas se debió al apoyo dado por el líder reformista y presidente de la República, Joaquín Balaguer, quien hizo todo lo que pudo para que el peledeísta Leonel Fernández lo derrotara en una segunda vuelta.
Ahí está el resultado
A partir de entonces, el tema de la supuesta amenaza de una fusión entre República Dominicana y Haití fue sepultado en el debate político y electoral del país, y ha sido años después que fue retomado por los haitianos y sus compinches, aunque ha resurgido disfrazado del eufemismo de que en este país se discrimina a los haitianos por motivos raciales.
Lo anterior demuestra que aquel anti-peñagomista visceral empuñado por el más incisivo detractor del fenecido líder del PRD, ha devenido en un verdadero dolor de cabeza que ha puesto de vuelta y media al actual gobierno peledeísta, del cual forma parte como ministro, aquel que sacó a relucir por primera vez, el tema haitiano dentro de la política nacional.
A ese pasado se remonta, la acusación que ahora se le hace a los dominicanos de practicar el racismo contra los haitianos, y lo mejor de todo es que el culpable de colocar en primer plano la argucia de que Peña Gómez era partidario de refundir a los dos países dentro de un mismo Estado, ha optado por escurrir el bulto, al menos a nivel de la prensa escrita diaria nacional.
Eso quiere decir que, el prejuicio político de una persona que no ha logrado ningún liderazgo político mayoritario, es el culpable original de que la falaz acusación que actualmente se le hace a los dominicano, el cual carece de antecedentes de ser racista y que nunca ha menospreciado a los haitianos por razones de su negritud.
Autor: Emilio Herasme Peña
Quienes sostenían ese adefesio malintencionado, afirmaban que el candidato presidencial perredeísta en esos comicios, Antonio Guzmán Fernández, se convertiría en un mequetrefe de Peña Gómez, y que éste, por ser hijo de padre haitiano, buscaría que los dominicanos fuésemos gobernados desde Puerto Príncipe.
Propósito perseguido
Con ese argumento se buscaba que el triunfo obtenido en las urnas por el PRD y Guzmán, fuese anulado mediante la celebración de unas elecciones complementarias, las cuales no estaban previstas en la ley sobre la materia, pero a través de las cuales el presidente Joaquín Balaguer pudiese maniobrar para continuar en el poder por otros cuatro años.
Los sostenedores de esa posición consideraban que con esas elecciones complementarias, Balaguer podría salirse con una las suyas, tal como lo hizo cuatro años atrás, en 1974, cuando dispuso que los soldados salieran a las calles exhibiendo paños coloraos en las puntas de sus fusiles, en apoyo a su reelección presidencial
Esa maniobra balaguerista aterrorizó a los dirigentes del PRD y del Acuerdo de Santiago, que parecían con buenas posibilidades de ganar las elecciones de ese año, quienes decidieron retirarse de la contienda dos días antes de las votaciones, permitiendo así, que el líder reformista permaneciera en el poder otros cuatro años.
Es preciso destacar que fue en esa ocasión, en 1978, que por primera vez el tema haitiano fue esgrimido en el país como tema político en ocasión de unas elecciones presidenciales.
Tema haitiano olvidado
El tema haitiano quedó en el más completo olvido en las siguientes tres elecciones de 1982, 1986 y 1990, a pesar de que en la primera de ésta, ya Peña Gómez se había afianzado como el máximo líder perredeísta, lo que le permitió postularse como candidato a síndico del Distrito Nacional. Pese a eso, a él no se le acusó de ser haitiano, en vista de que su ardiente detractor, apoyaba al candidato presidencial perredeísta, Salvador Jorge Blanco.
En las elecciones de 1986, Peña Gómez no fue candidato a ninguna posición electiva, y el nominado del PRD lo fue Jacobo Majluta, quien por su origen árabe de padre y madre, carecía del más remoto vínculo con los haitianos, y además porque entre aquel y éste surgió una enemistad profunda que terminó con la derrota electoral del PRD y más luego en la división perredeísta.
Tampoco el tema haitiano fue debatido en las elecciones de 1990. a pesar de que Peña Gómez fue el candidato presidencial del PRD, pero no era una opción ganadora, y porque su beligerante detractor respaldaba la candidatura presidencial del PLD, existiendo la posibilidad de que el líder perredeísta ordenara a sus seguidores, votar a favor del profesor Juan Bosch.
Resurge en el 1994
Fue en la campaña electoral del año 1994 cuando el origen haitiano de Peña Gómez fue sacado a relucir nuevamente, en virtud de que todas la encuestas lo daban como seguro ganador de esos comicios, debido a la reunificación perredeísta, y al hecho de haberse formado el Acuerdo de Santo Domingo, del cual formó parte un importante segmento de seguidores de Balaguer, encabezado por Fernando Álvarez Bogaert.
El supuesto haitianismo de Peña Gómez fue esgrimido con mayor fuerza en esa campaña electoral, aunque la misma no provocó gran impacto negativo en contra del líder perredeísta, ya que si no ganó esos comicios, se debió a que unos 300 mil votantes seguros a su favor, fueron excluidos del padrón electoral en todas las provincias del interior del país, fruto de un fraude que contó con la aprobación de quienes tenía el control de la Junta Central Electoral.
También en 1996 la acusación contra Peña Gómez de ser haitiano y de que fusionaría a la República Dominicana con Haití, volvió a ser enarbolada con mayor énfasis, aunque su derrota en las urnas se debió al apoyo dado por el líder reformista y presidente de la República, Joaquín Balaguer, quien hizo todo lo que pudo para que el peledeísta Leonel Fernández lo derrotara en una segunda vuelta.
Ahí está el resultado
A partir de entonces, el tema de la supuesta amenaza de una fusión entre República Dominicana y Haití fue sepultado en el debate político y electoral del país, y ha sido años después que fue retomado por los haitianos y sus compinches, aunque ha resurgido disfrazado del eufemismo de que en este país se discrimina a los haitianos por motivos raciales.
Lo anterior demuestra que aquel anti-peñagomista visceral empuñado por el más incisivo detractor del fenecido líder del PRD, ha devenido en un verdadero dolor de cabeza que ha puesto de vuelta y media al actual gobierno peledeísta, del cual forma parte como ministro, aquel que sacó a relucir por primera vez, el tema haitiano dentro de la política nacional.
A ese pasado se remonta, la acusación que ahora se le hace a los dominicanos de practicar el racismo contra los haitianos, y lo mejor de todo es que el culpable de colocar en primer plano la argucia de que Peña Gómez era partidario de refundir a los dos países dentro de un mismo Estado, ha optado por escurrir el bulto, al menos a nivel de la prensa escrita diaria nacional.
Eso quiere decir que, el prejuicio político de una persona que no ha logrado ningún liderazgo político mayoritario, es el culpable original de que la falaz acusación que actualmente se le hace a los dominicano, el cual carece de antecedentes de ser racista y que nunca ha menospreciado a los haitianos por razones de su negritud.
Autor: Emilio Herasme Peña
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