Sr. Presidente: Hace unos años alguien dispuso descontinuar la emisión de la Revista de Vehículos de Motor, quizás convencido de que con o sin ella, nada impediría que en el país sigan circulando vehículos sin frenos, sin luces, sin placa, sin vidrios, sin extintor, sin seguro, etc.
Al restablecerse nuevamente la inspección de los vehículos de motor, tal y como ordena la obsoleta y desfasada Ley 241, se podría pensar que se trata de corregir un problema. Extraña sin embargo, que siendo una labor que debería realizarse durante todo el año, se haya fijado un plazo hasta el 31 de diciembre. Ya se puede usted imaginar a los agentes de la AMET frotándose las manos, para dejar un poco de lado el control del tránsito, y dedicarse a incautar vehículos. Entre los RD$45.00 que cuesta la Revista (un poco más si es falsificada) y los RD$1,000.00 del Canódromo, se establece un margen para "negociar", que será aprovechado por aquellos que se benefician del soborno y la corrupción.
Si existiera la voluntad de hacernos salir del sumidero en que estamos por la cantidad de muertes en accidentes de tránsito, el Ministerio de Obras Públicas debería por ejemplo, hacer un mayor esfuerzo para que no sea éste el único país del planeta en donde no existen controles de velocidad en las carreteras y mucho menos señales de tránsito que lo indiquen. Si con la Revista se quisiera resolver un problema, el esfuerzo de inspección en un parque vehicular de más de un millón de unidades debería comenzar por aquellos que a simple vista no cumplen con los requerimientos para circular. No hay que irse muy lejos. Salga a la calle. Lo que no tiene sentido es gastar tiempo y esfuerzo en vehículos nuevos, que cuentan con la garantía del fabricante, que regularmente son llevados a mantenimiento por sus propietarios, y que claramente pasarían cualquier inspección. No hay que ser un genio para saber que la corrupción y el soborno la fomentan aquellos vehículos que nunca pasarían una inspección. Si se quisiera atacar y resolver el problema, lo inteligente y sensato sería que los esfuerzos iniciales se realizaran con los vehículos "enfermos". A no ser que el único propósito sea recaudar impuestos y, de ñapa, "ayudar a los vivos de siempre".
Carlos Valenzuela P.
Al restablecerse nuevamente la inspección de los vehículos de motor, tal y como ordena la obsoleta y desfasada Ley 241, se podría pensar que se trata de corregir un problema. Extraña sin embargo, que siendo una labor que debería realizarse durante todo el año, se haya fijado un plazo hasta el 31 de diciembre. Ya se puede usted imaginar a los agentes de la AMET frotándose las manos, para dejar un poco de lado el control del tránsito, y dedicarse a incautar vehículos. Entre los RD$45.00 que cuesta la Revista (un poco más si es falsificada) y los RD$1,000.00 del Canódromo, se establece un margen para "negociar", que será aprovechado por aquellos que se benefician del soborno y la corrupción.
Si existiera la voluntad de hacernos salir del sumidero en que estamos por la cantidad de muertes en accidentes de tránsito, el Ministerio de Obras Públicas debería por ejemplo, hacer un mayor esfuerzo para que no sea éste el único país del planeta en donde no existen controles de velocidad en las carreteras y mucho menos señales de tránsito que lo indiquen. Si con la Revista se quisiera resolver un problema, el esfuerzo de inspección en un parque vehicular de más de un millón de unidades debería comenzar por aquellos que a simple vista no cumplen con los requerimientos para circular. No hay que irse muy lejos. Salga a la calle. Lo que no tiene sentido es gastar tiempo y esfuerzo en vehículos nuevos, que cuentan con la garantía del fabricante, que regularmente son llevados a mantenimiento por sus propietarios, y que claramente pasarían cualquier inspección. No hay que ser un genio para saber que la corrupción y el soborno la fomentan aquellos vehículos que nunca pasarían una inspección. Si se quisiera atacar y resolver el problema, lo inteligente y sensato sería que los esfuerzos iniciales se realizaran con los vehículos "enfermos". A no ser que el único propósito sea recaudar impuestos y, de ñapa, "ayudar a los vivos de siempre".
Carlos Valenzuela P.
Totalmente de acuerdo con esta certera observación de Carlos Valenzuela
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