Al final de cada ciclo escolar hay algunos estudiantes que pasan por la desagradable experiencia de haber reprobado desde una materia, hasta incluso, el año
Por Helen Jáquez
El esfuerzo, dedicación y empeño que una niña o niño pueda poner en sus estudios durante el año escolar se ve reflejado en el resultado final: buenas o malas calificaciones, lo que significa que será promovido de curso o se quedará estancado.
Repetir el año escolar o (“quemarse”, como se suele decirse en el argot popular), es una situación que crea tensión entre padres e hijos, siendo estos últimos quienes tendrán que enfrentarse, tanto a los reclamos de sus progenitores como a la vergüenza de ver sus compañeros seguir adelante.
Lamentablemente, el sistema escolar de la República Dominicana cuenta con grandes fallas al momento de instruir a un infante, algo que queda reflejado durante los días finales del año escolar, cuando los números no sobrepasan los 70 puntos (el mínimo para pasar de curso).
Según datos recogidos de los resultados de las pruebas nacionales por la Fundación Pensar y Crecer, en su segundo informe de Clasificación de Centros Educativos, CLACE 2011, del período escolar 2011-2012 dado a conocer en el 2013, de unos 220,348 estudiantes que participaron en esa evaluación, solo 3,129 lograron 65 puntos y más, equivalente al 1.4 por ciento.
Estos resultados no son nada alentadores, pero esto no es solo una falla del sistema escolar. Los padres también son parte del problema, pues muchas veces se desvinculan de darle seguimiento al progreso o estancamiento de la escolaridad de sus hijos.
Es un problema de todos
Clarissa Guerrero, especialista en terapia infanto-juvenil y miembro del Colegio Dominicano de Psicólogos, considera que el hecho de que un niño o adolescente repita o “queme” el año escolar es una situación difícil para todas las partes involucradas, lo cual, generalmente, carga a la familia de muchas emociones encontradas. “Es muy importante saber que “quemar” o repetir un curso no ocurre de la noche a la mañana. Por lo regular, es algo que pasa de manera gradual y que va progresando a medida que pasa el año, con lo cual esto puede servir para ir preparando al hijo o hija y a sus padres en lo que será este proceso”, explica Guerrero.
La primera reacción de los padres hacia la noticia de que su vástago “se ha quemado” no es buena. Los gritos, golpes y el castigo son las primeras medidas a tomar. Como queriendo “poner candado después del robo”.
Es más que claro que la principal responsabilidad de los niños es la de aprender y obtener buenas calificaciones. Pero esto debe ser supervisado por los padres.
Entonces… ¿Cómo actuar?
Emocionalmente, según Guerrero, es un proceso en el que el niño o adolescente tendrá que aprender de la situación. “No se recomienda que se continúe en el mismo centro educativo repitiendo el grado, ya que a nivel emocional esto posee implicaciones muy fuertes para el estudiante que ve directamente a sus antiguos compañeros a diario desempeñarse en el nuevo grupo y, a su vez, esto puede dar pie a que se desarrollen interacciones inadecuadas”, aconseja Guerrero.
Pero si para el niño o adolescente es importante mantener esas relaciones de amistad, los padres deben apoyarlo en esto proporcionando espacios en los que se cultiven estas amistades.
Sin embargo, el apoyo de los padres hacia sus hijos no debe ser dejando pasar las cosas a la ligera. Los hijos deben aprender a ser responsables de las consecuencias de sus actos. Hay que hacerles entender que de esta falla dependerá su futuro y de no tomar una actitud responsable no habrán recompensas, como ir de vacaciones, fiestas o algún juego electrónico que deseen. l
Los padres deben hablar con sus hijos
Como todas las experiencias de la vida fundamental que se pueda sacar el aprendizaje de esto.
Es un momento propicio para que los padres con sus hijos puedan reflexionar acerca de lo ocurrido y lo que pueden hacer diferente en un futuro para evitar esta y otras situaciones similares.
“Es importante a su vez crear un “plan” en el cual puedan determinar claramente las causas de lo ocurrido y con ello desarrollar estrategias que les permitan evitar que vuelva a ocurrir”, comenta la experta, quien considera que es necesario primero evaluar el nivel académico y emocional del estudiante para tener una clara perspectiva de la situación y a partir de allí crear un programa de apoyo en el área necesaria para poder sacar los mejores frutos de la experiencia.
Resulta imperioso que los padres den la noticia de que el año será repetido y que puedan hacerle saber las razones por las que esto ocurrió. Pero también que sean estos mismos quienes le alienten a desarrollar estrategias para poder contar con un mejor año de éxito en su próxima experiencia.
Por Helen Jáquez
El esfuerzo, dedicación y empeño que una niña o niño pueda poner en sus estudios durante el año escolar se ve reflejado en el resultado final: buenas o malas calificaciones, lo que significa que será promovido de curso o se quedará estancado.
Repetir el año escolar o (“quemarse”, como se suele decirse en el argot popular), es una situación que crea tensión entre padres e hijos, siendo estos últimos quienes tendrán que enfrentarse, tanto a los reclamos de sus progenitores como a la vergüenza de ver sus compañeros seguir adelante.
Lamentablemente, el sistema escolar de la República Dominicana cuenta con grandes fallas al momento de instruir a un infante, algo que queda reflejado durante los días finales del año escolar, cuando los números no sobrepasan los 70 puntos (el mínimo para pasar de curso).
Según datos recogidos de los resultados de las pruebas nacionales por la Fundación Pensar y Crecer, en su segundo informe de Clasificación de Centros Educativos, CLACE 2011, del período escolar 2011-2012 dado a conocer en el 2013, de unos 220,348 estudiantes que participaron en esa evaluación, solo 3,129 lograron 65 puntos y más, equivalente al 1.4 por ciento.
Estos resultados no son nada alentadores, pero esto no es solo una falla del sistema escolar. Los padres también son parte del problema, pues muchas veces se desvinculan de darle seguimiento al progreso o estancamiento de la escolaridad de sus hijos.
Es un problema de todos
Clarissa Guerrero, especialista en terapia infanto-juvenil y miembro del Colegio Dominicano de Psicólogos, considera que el hecho de que un niño o adolescente repita o “queme” el año escolar es una situación difícil para todas las partes involucradas, lo cual, generalmente, carga a la familia de muchas emociones encontradas. “Es muy importante saber que “quemar” o repetir un curso no ocurre de la noche a la mañana. Por lo regular, es algo que pasa de manera gradual y que va progresando a medida que pasa el año, con lo cual esto puede servir para ir preparando al hijo o hija y a sus padres en lo que será este proceso”, explica Guerrero.
La primera reacción de los padres hacia la noticia de que su vástago “se ha quemado” no es buena. Los gritos, golpes y el castigo son las primeras medidas a tomar. Como queriendo “poner candado después del robo”.
Es más que claro que la principal responsabilidad de los niños es la de aprender y obtener buenas calificaciones. Pero esto debe ser supervisado por los padres.
Entonces… ¿Cómo actuar?
Emocionalmente, según Guerrero, es un proceso en el que el niño o adolescente tendrá que aprender de la situación. “No se recomienda que se continúe en el mismo centro educativo repitiendo el grado, ya que a nivel emocional esto posee implicaciones muy fuertes para el estudiante que ve directamente a sus antiguos compañeros a diario desempeñarse en el nuevo grupo y, a su vez, esto puede dar pie a que se desarrollen interacciones inadecuadas”, aconseja Guerrero.
Pero si para el niño o adolescente es importante mantener esas relaciones de amistad, los padres deben apoyarlo en esto proporcionando espacios en los que se cultiven estas amistades.
Sin embargo, el apoyo de los padres hacia sus hijos no debe ser dejando pasar las cosas a la ligera. Los hijos deben aprender a ser responsables de las consecuencias de sus actos. Hay que hacerles entender que de esta falla dependerá su futuro y de no tomar una actitud responsable no habrán recompensas, como ir de vacaciones, fiestas o algún juego electrónico que deseen. l
Los padres deben hablar con sus hijos
Como todas las experiencias de la vida fundamental que se pueda sacar el aprendizaje de esto.
Es un momento propicio para que los padres con sus hijos puedan reflexionar acerca de lo ocurrido y lo que pueden hacer diferente en un futuro para evitar esta y otras situaciones similares.
“Es importante a su vez crear un “plan” en el cual puedan determinar claramente las causas de lo ocurrido y con ello desarrollar estrategias que les permitan evitar que vuelva a ocurrir”, comenta la experta, quien considera que es necesario primero evaluar el nivel académico y emocional del estudiante para tener una clara perspectiva de la situación y a partir de allí crear un programa de apoyo en el área necesaria para poder sacar los mejores frutos de la experiencia.
Resulta imperioso que los padres den la noticia de que el año será repetido y que puedan hacerle saber las razones por las que esto ocurrió. Pero también que sean estos mismos quienes le alienten a desarrollar estrategias para poder contar con un mejor año de éxito en su próxima experiencia.
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