Por Herbert Stern
Reconocido médico y político, el doctor Ramón de Lara fue de las primeras víctimas morales de la dictadura de Trujillo. Nació en Moca en el 1884. Se traslada a Puerto Plata en donde se gradúa de bachiller y se marcha a Bruselas, Bélgica, en el 1903. Allí, en el año 1909, se gradúa de doctor en medicina y fue el primer extranjero en ser admitido como médico interno en esa nación.
Regresó a su natal Moca en el 1910 tras pasar revalida por ante el Instituto Profesional, de acuerdo a la Ley del Juro Médico. Se muda a Santiago en donde funda, junto al doctor Vicente Grisolía, la Clínica Mercedes. En esos años en Santiago descolló rápidamente como uno de los más prestigiosos médicos de aquella ciudad. Su capacidad de trabajo era extraordinaria así como su desprendimiento y vocación de servicio.
Fue director honorífico del Hospital San Vicente de Paúl y participó en la reinauguración del Hospital San Rafael, en Santiago, del que fue subdirector. En 1916 fue catedrático de medicina del Instituto Profesional de Santiago.
Durante la ocupación militar norteamericana intentó que el Hospital San Rafael no fuera cerrado, lo que le costó enfrentamientos con el ministro de sanidad, coronel R. Hayden.
En 1920 se traslada a Santo Domingo, en donde inició su labor en el Hospital Nacional, antiguo Hospital Militar, situado al lado de la Fortaleza Ozama, y de inmediato la mística de trabajo del doctor De Lara le imprime nuevos bríos a ese centro y lo convierte, además, en un centro de docencia importante.
Era un gran cirujano y ginecólogo. En el Hospital Nacional, del que fue director desde el 1926, junto al doctor Rafael Alardo y el doctor Miguel Pardo, realizan gran cantidad de exitosas cirugías. En 1928 es nombrado Rector de la Universidad de Santo Domingo.
También en la ciudad de Santo Domingo funda la Clínica Mutual Española, uno de los primeros centros privados de la ciudad, que en los días siguientes al ciclón San Zenón, abrió sus puertas al servicio público. El doctor De Lara era muy cercano al entonces Presidente de la República, Horacio Vásquez, quien era tío de su esposa, a quien alertó de las maniobras de Trujillo. En los días siguientes al ciclón San Zenón, Trujillo aprovechó para emitir el decreto 36, que expulsaba del país al doctor De Lara, quien se encontraba en Puerto Rico y unos días después fue cancelado su nombramiento como Rector de la Universidad. Logra volver al país, y sigue su práctica médica, y compra la Clínica Mercedes tras la muerte del doctor Luis Eduardo Aybar.
En 1933 se le pide que apoye la reelección de Trujillo, a lo que se niega y es enviado a la cárcel. Ya había molestado, con su actitud digna, al régimen del dictador, ya que fue presidente del Congreso Médico del 1933 y criticó abiertamente al tirano. Es excarcelado y enviado a ejercer a San Cristóbal en donde estaba bajo vigilancia permanente.
En 1935 es nuevamente detenido junto a un grupo de opositores, y tras muchas penurias logra salir del país, en el 1936, tras un juicio en que fue condenado a tres meses de cárcel. Se trasladó a París, pero finalmente decidió establecerse en Caracas, Venezuela, en la Clínica Razzet, en donde ejerció por más de veinte años. La solidaridad de los venezolanos fue extraordinaria y sus colegas le ayudaron a efectuar su reválida, que fue aceptada sin mayores trámites. En el 1956 se trasladó a Nueva York para una cirugía que se complicó con una flebitis que le produjo la muerte.
Llevó una vida de ejercicio médico con la mayor dignidad y profesionalidad. En su honor, el hospital de la Fuerza Aérea lleva su nombre.
El doctor Ramón de Lara fue un consagrado de la medicina. |
Regresó a su natal Moca en el 1910 tras pasar revalida por ante el Instituto Profesional, de acuerdo a la Ley del Juro Médico. Se muda a Santiago en donde funda, junto al doctor Vicente Grisolía, la Clínica Mercedes. En esos años en Santiago descolló rápidamente como uno de los más prestigiosos médicos de aquella ciudad. Su capacidad de trabajo era extraordinaria así como su desprendimiento y vocación de servicio.
Fue director honorífico del Hospital San Vicente de Paúl y participó en la reinauguración del Hospital San Rafael, en Santiago, del que fue subdirector. En 1916 fue catedrático de medicina del Instituto Profesional de Santiago.
Durante la ocupación militar norteamericana intentó que el Hospital San Rafael no fuera cerrado, lo que le costó enfrentamientos con el ministro de sanidad, coronel R. Hayden.
En 1920 se traslada a Santo Domingo, en donde inició su labor en el Hospital Nacional, antiguo Hospital Militar, situado al lado de la Fortaleza Ozama, y de inmediato la mística de trabajo del doctor De Lara le imprime nuevos bríos a ese centro y lo convierte, además, en un centro de docencia importante.
Era un gran cirujano y ginecólogo. En el Hospital Nacional, del que fue director desde el 1926, junto al doctor Rafael Alardo y el doctor Miguel Pardo, realizan gran cantidad de exitosas cirugías. En 1928 es nombrado Rector de la Universidad de Santo Domingo.
También en la ciudad de Santo Domingo funda la Clínica Mutual Española, uno de los primeros centros privados de la ciudad, que en los días siguientes al ciclón San Zenón, abrió sus puertas al servicio público. El doctor De Lara era muy cercano al entonces Presidente de la República, Horacio Vásquez, quien era tío de su esposa, a quien alertó de las maniobras de Trujillo. En los días siguientes al ciclón San Zenón, Trujillo aprovechó para emitir el decreto 36, que expulsaba del país al doctor De Lara, quien se encontraba en Puerto Rico y unos días después fue cancelado su nombramiento como Rector de la Universidad. Logra volver al país, y sigue su práctica médica, y compra la Clínica Mercedes tras la muerte del doctor Luis Eduardo Aybar.
En 1933 se le pide que apoye la reelección de Trujillo, a lo que se niega y es enviado a la cárcel. Ya había molestado, con su actitud digna, al régimen del dictador, ya que fue presidente del Congreso Médico del 1933 y criticó abiertamente al tirano. Es excarcelado y enviado a ejercer a San Cristóbal en donde estaba bajo vigilancia permanente.
En 1935 es nuevamente detenido junto a un grupo de opositores, y tras muchas penurias logra salir del país, en el 1936, tras un juicio en que fue condenado a tres meses de cárcel. Se trasladó a París, pero finalmente decidió establecerse en Caracas, Venezuela, en la Clínica Razzet, en donde ejerció por más de veinte años. La solidaridad de los venezolanos fue extraordinaria y sus colegas le ayudaron a efectuar su reválida, que fue aceptada sin mayores trámites. En el 1956 se trasladó a Nueva York para una cirugía que se complicó con una flebitis que le produjo la muerte.
Llevó una vida de ejercicio médico con la mayor dignidad y profesionalidad. En su honor, el hospital de la Fuerza Aérea lleva su nombre.
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