‘Whole lotta of love’, de Led Zeppelin, elegido el más legendario ‘riff’ de la historia
Por Diego A. Manrique
Según su lema, la Radio 2 de la BBC
es “la favorita de la nación”. Concebida inicialmente como emisora para
adultos, tiene ahora mayores audiencias que Radio 1, anterior emisora
bandera de la BBC, que cubre la actualidad del pop juvenil. Y este
verano, Radio 2 ha dado un golpe publicitario al celebrar el universo
del riff,ya saben, esa pegajosa frase musical que se repite a lo largo de una canción.
En realidad, el riff existe igualmente en la música instrumental, sea jazz o clásica. Pero se identifica con el rock, donde la guitarra eléctrica suele ser el instrumento estelar: el riff es el puerto de entrada para los aspirantes a guitarristas ya que proporciona gratificación instantánea. Ni siquiera es necesario saber tocar un instrumento: cuando suena un buen riff, cuesta resistirse a la tentación de hacer la mímica adecuada con una guitarra invisible; de ahí, los populares concursos de “air guitar”.
El resultado de la votación, sobre un listado de 100 canciones seleccionadas por locutores y expertos, se hizo público el lunes y ha generado las respuestas previsibles: odas al poder guitarrero de los sesenta y los setenta, lamentos sugiriendo que el arte del riff esté en decadencia. Lo deducen del siguiente dato: las 10 canciones del presente siglo están casi todas en la zona baja de la lista.
Semejante interpretación olvida que, obviamente, los riffs más frescos están en desventaja: cuantos más años lleve un riff en circulación, más posibilidades de empotrarse en la memoria musical de varias generaciones. El número uno, el más votado, Whole lotta love, es recordado por millones de británicos como la sintonía del programa televisivo Top of the Pops durante buena parte de los años setenta (aunque allí sonaba en la versión de un grupo de músicos profesionales llamados CCS).
Whole lotta love también ejemplariza el poder del riff. El tema deriva claramente de You need love, blues del compositor Willie Dixon grabado por el majestuoso Muddy Waters en 1962 (aunque Led Zeppelin se inspiró en la versión posterior de The Small Faces, You need loving). Nada de eso se reconocía en los créditos de Whole lotta love, como era práctica habitual en Led Zeppelin, pero más adelante, tras la amenaza de una demanda de Dixon, debieron añadir su nombre y pagarle un porcentaje de los derechos de autor.
Sí que fueron creaciones colectivas los riffs de Sweet child o’Mine (Guns’n’Roses, nº 2) y Money (Pink Floyd, nº 10). Obras más personales son los de You really got me (The Kinks, nº 9), con Dave Davies distorsionando su guitarra con métodos primitivos, y How soon is now?
(The Smiths, nº 6), verdadera arquitectura sonora desarrollada por el
productor John Porter y el guitarrista Johnny Marr, en aquel momento
fascinado por lo que se conoce como “el ritmo Bo Diddley”.
Otros fueron creados con toda intención: el de Back in black, de AC/DC, tenía que servir de base para la despedida del grupo a su primer cantante, el salvaje Bon Scott; Layla, de Derek and the Dominos, expresaba el anhelo de Eric Clapton por Patti Boyd, entonces casada con su amigo George Harrison, aunque se supone que el riff fue obra del guitarrista invitado, Duane Allman, ajeno al triángulo amoroso.
A veces, funciona la combinación de lo dramático con lo elemental. Es bien conocida la inspiración de Smoke on the water (Deep Purple, nº 4): relata el incendio del Casino de Montreux en 1971, cuando un descerebrado disparó al techo con una pistola de bengalas durante un concierto de Frank Zappa. Ritchie Blackmore construyó el riff y lo sigue defendiendo: es una secuencia de cuatro notas, no tan diferente —insiste— del inmortal Primer Movimiento de la Quinta sinfonía de Beethoven.
Por Diego A. Manrique
Jimmy Page, guitarrista de Led Zeppelin, en los años setenta. |
En realidad, el riff existe igualmente en la música instrumental, sea jazz o clásica. Pero se identifica con el rock, donde la guitarra eléctrica suele ser el instrumento estelar: el riff es el puerto de entrada para los aspirantes a guitarristas ya que proporciona gratificación instantánea. Ni siquiera es necesario saber tocar un instrumento: cuando suena un buen riff, cuesta resistirse a la tentación de hacer la mímica adecuada con una guitarra invisible; de ahí, los populares concursos de “air guitar”.
El resultado de la votación, sobre un listado de 100 canciones seleccionadas por locutores y expertos, se hizo público el lunes y ha generado las respuestas previsibles: odas al poder guitarrero de los sesenta y los setenta, lamentos sugiriendo que el arte del riff esté en decadencia. Lo deducen del siguiente dato: las 10 canciones del presente siglo están casi todas en la zona baja de la lista.
Semejante interpretación olvida que, obviamente, los riffs más frescos están en desventaja: cuantos más años lleve un riff en circulación, más posibilidades de empotrarse en la memoria musical de varias generaciones. El número uno, el más votado, Whole lotta love, es recordado por millones de británicos como la sintonía del programa televisivo Top of the Pops durante buena parte de los años setenta (aunque allí sonaba en la versión de un grupo de músicos profesionales llamados CCS).
Whole lotta love también ejemplariza el poder del riff. El tema deriva claramente de You need love, blues del compositor Willie Dixon grabado por el majestuoso Muddy Waters en 1962 (aunque Led Zeppelin se inspiró en la versión posterior de The Small Faces, You need loving). Nada de eso se reconocía en los créditos de Whole lotta love, como era práctica habitual en Led Zeppelin, pero más adelante, tras la amenaza de una demanda de Dixon, debieron añadir su nombre y pagarle un porcentaje de los derechos de autor.
Pero es el riff de Jimmy Page lo que convierte Whole lotta love
en el brontosaurio del rock. Page asegura que no fue producto de una
improvisación en directo. Se elaboró en su casa y entró en combustión
cuando fue tocado por toda la banda. En declaraciones a Radio 2, explica
que buscaba “algo amenazador pero que a la vez sonara acariciante” (la
canción tiene un intermedio orgásmico protagonizado por el cantante,
Robert Plant).
Otros fueron creados con toda intención: el de Back in black, de AC/DC, tenía que servir de base para la despedida del grupo a su primer cantante, el salvaje Bon Scott; Layla, de Derek and the Dominos, expresaba el anhelo de Eric Clapton por Patti Boyd, entonces casada con su amigo George Harrison, aunque se supone que el riff fue obra del guitarrista invitado, Duane Allman, ajeno al triángulo amoroso.
A veces, funciona la combinación de lo dramático con lo elemental. Es bien conocida la inspiración de Smoke on the water (Deep Purple, nº 4): relata el incendio del Casino de Montreux en 1971, cuando un descerebrado disparó al techo con una pistola de bengalas durante un concierto de Frank Zappa. Ritchie Blackmore construyó el riff y lo sigue defendiendo: es una secuencia de cuatro notas, no tan diferente —insiste— del inmortal Primer Movimiento de la Quinta sinfonía de Beethoven.
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