Por OSVALDO SANTANA
Si los artículos 124 y 272 no estuviesen en la Constitución de la República, nadie tendría ninguna duda de que el presidente Danilo Medina optaría por un segundo período de gobierno dada la alta aprobación popular con que cuenta.
Probablemente hasta él mismo ya habría dado señales bien claras de su determinación. La cuestión reside entonces en que no está a la vista un arreglo político y civil que propicie la reforma constitucional.
La tradición es que la reelección se cuele o sea rechazada cuando no está prohibida por la Constitución. Fue lo que favoreció a Leonel Fernández en el 2008, cuando se impuso al interior de su Partido de la Liberación Dominicana (PLD). No hubo más opción que permitir que aspirara, y venciera a Miguel Vargas Maldonado del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).
Justo lo contrario ocurrió en el proceso electoral de 2004, cuando el presidente Hipólito Mejía propició en 2002 una reforma constitucional para intentar quedarse en el poder. Esa reforma no la podía realizar el PRD solo, porque no contaba con la mayoría de votos requeridos y fue necesario sobornar a varios legisladores de la oposición, incluidos varios del PLD, que fueron expulsados.
Ahora, para el presidente Medina optar por el poder nueva vez se requeriría enmendar la Constitución, mediante un proceso mucho más complicado que el previsto en la constitución de 1994. Además de reunir los votos necesarios en la Asamblea Nacional Revisora, que de acuerdo con el artículo 271 de la Constitución sería las dos terceras partes de los votos, sería necesario también someter dicha reforma a un referendo aprobatorio, según lo previsto en el artículo 272 de la Constitución de la República.
Y siendo así, no bastaría sólo con la mayoría de los votos de los peledeístas en el Congreso Nacional. Tendría que contar con la aprobación de los legisladores del PRD y del Partido Revolucionario Moderno (PRM).
Desde ese punto de vista, el enfoque que pretende reducir la reforma constitucional a una mera cuestión de voluntades, es decir, de las decisiones de Leonel Fernández y Danilo Medina, o en un sentido más amplio, del comité político del PLD, ignora el sentido de la Carta Magna, y también anularía el papel de los demás actores políticos y sociales.
Medina y la reelección
Hay quienes llegan a plantear que la reforma constitucional podría ser “forzada”, lo que se interpreta como la “vía práctica”, o simple y llanamente la compra de los votos necesarios. Un planteamiento perverso pero parte de la política vernácula, que tiene en contra los principios que han orlado la vida política de Medina, lo que no significa necesariamente que se resista al restablecimiento de la reelección para favorecerlo. Lo que rechazaría sería el método para imponerla.
Este presupuesto parte de lo que dijo en marzo de 2006 a Fausto Rosario en una entrevista para el semanario Clave. Rosario le comentó: “...parece que hay consenso en el sentido de que el PLD es un partido que apoya la reelección por lo menos una vez”. (El periodista hablaba de la posible reelección de Leonel Fernández. Medina era el ministro de la Presidencia).
Medina le respondió: “Bueno, eso no se ha discutido. El tema no se ha discutido. Hay posiciones individuales de dirigentes del partido; el mismo Presidente de la República ha dicho muchas veces que él se identifica con el modelo norteamericano. Hay algunos compañeros que no están de acuerdo de ninguna manera con la reelección presidencial. Yo no soy ni una cosa ni la otra. Yo siento que los presidentes se ganan o pierden el derecho a reelegirse en función de su obra de gobierno y que entonces la población es la que tiene la capacidad de decidir qué es lo que quiere. Y la población da señales, y un liderazgo inteligente lo que tiene es que estar en capacidad de interpretar las señales que da la población”.
Es decir, que si bien a Medina se le atribuye una actitud antirreeleccionista por principios, la realidad se explica en la respuesta que dio a Rosario. Es oportuno señalar que cuando se produjo esa pregunta la reelección estaba permitida en el país y cualquier decisión se remitía al presidente de la época, Leonel Fernández, y al comité político del PLD.
Hoy las circunstancias han cambiado. Medina es el Presidente de la República y no es visible que esté aspirando a continuar. Pese a ello, es muy visible la campaña impulsada por algunos funcionarios en favor de su reelección.
Asimismo, aunque el expresidente Fernández ha dicho una y otra vez que los vientos soplan, y que soplan a su favor, anda caminando y dictando charlas, no ha proclamado abiertamente sus aspiraciones. Pero ya inauguró una oficina de campaña y sus seguidores están tirados a la calle.
Evidentemente está en desarrollo una lucha por la dirección del continuismo peledeísta en el poder, donde participan otros actores, como Radhamés Segura, Temístocles Montás, Reinaldo Pared Pérez y Francisco Javier García.
No es una cuestión del PLD
Pero como se ha dicho, reimplantar la reelección en la Constitución no es una cuestión sólo del PLD. Es atinente a la sociedad dominicana, y envuelve a los actores políticos, partidos y organizaciones sociales y a las entidades de la sociedad civil, entre ellas las iglesias.
Aunque los opositores le han dejado la materia, con elemental sentido común, a los peledeístas, algunos han adelantado con cierta timidez que no comprometerían el voto de sus parciales en el Congreso para reformar la Constitución, lo que dificultaría la maniobra.
Al margen de los impedimentos
Al margen de los impedimentos, el movimiento de funcionarios y dirigentes del PLD para el restablecimiento de la reelección está en desarrollo. La semana pasada concentraron varios miles de personas en la parte frontal del Congreso Nacional. Llevaban pancartas que no parecían nacer de los patios, sino de la industria. La uniformidad de las mismas así lo sugiere.
La manifestación podría ser explicada como una respuesta a la declaración del consultor jurídico del Poder Ejecutivo, doctor César Pina Toribio, a título personal, en el sentido de que no hay tiempo para implantar la reelección, declaración que fue replicada por el ministro Administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta, y el ministro de Obras Públicas, Gonzalo Castillo.
En el debate incluso intervinieron representantes de la Iglesia Católica. El cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez fue muy enfático en oponerse a cualquier reforma de la actual Constitución. “Mi opinión es radicalmente contraria a las modificaciones, excepciones o cambios en la Constitución. No estamos hablando de una ley adjetiva, sino de nuestra Carta Sustantiva... Nuestra Constitución no puede ser perfecta, pero esa fue la que se discutió ampliamente y se aprobó. Por consiguiente, no podemos tocarla, porque esa tentación es recurrente en países carentes de institucionalidad...”. El Cardenal se dirigió en esos términos a los miembros del Tribunal Constitucional, durante una misa conmemorativa de su aniversario, el 27 de enero. El 29 de enero, en esa misma dirección habló el obispo de Santiago, Benito de la Rosa y Carpio.
Y el viernes 30 de enero, el vicepresidente de la Fundación Institucionalidad y Justicia (Finjus), Servio Tulio Castaños Guzmán, afirmó que modificar la Constitución con fines reeleccionistas no le conviene al país, ni al PLD y tampoco al presidente Danilo Medina.
Las palabras de Margarita
Todo esto confirma una lucha por el poder al interior del PLD, al margen del pensamiento de Medina. Sea que la estimule o simplemente permita el juego. Ha dado de qué hablar lo dicho por la vicepresidenta Margarita Cedeño de Fernández, cuando fue preguntada por los periodistas sobre la posible reelección del Presidente.
“Ustedes saben que el presidente Medina y yo estamos aquí para trabajar a favor del pueblo dominicano, y trabajaremos siempre con ahínco, con responsabilidad, con toda la honestidad que nos caracteriza y sobre todo cumpliendo siempre todas las promesas que hemos hecho”.
El desarrollo de los acontecimientos no depende de la voluntad de las personas ni de lo que digan. Habrá que esperar el devenir para ver qué pasará.Mientras tanto, las fuerzas en el PLD están en tensión. Tienen todo el poder en sus manos. El quid está en cómo desamarrar el nudo que prohíbe la reelección. La oposición empieza a enviar señales de que se reorganiza. La pista se calienta.
Los plazos
Preguntado el 20 de agosto 2014 sobre el tema, Medina dijo: “Yo creo que debo someterme a los plazos y llegado el momento yo voy a emitir mi opinión, si es que todavía la requieren, acerca del tema”.
Danilo Medina, presidente de la República. |
Probablemente hasta él mismo ya habría dado señales bien claras de su determinación. La cuestión reside entonces en que no está a la vista un arreglo político y civil que propicie la reforma constitucional.
La tradición es que la reelección se cuele o sea rechazada cuando no está prohibida por la Constitución. Fue lo que favoreció a Leonel Fernández en el 2008, cuando se impuso al interior de su Partido de la Liberación Dominicana (PLD). No hubo más opción que permitir que aspirara, y venciera a Miguel Vargas Maldonado del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).
Justo lo contrario ocurrió en el proceso electoral de 2004, cuando el presidente Hipólito Mejía propició en 2002 una reforma constitucional para intentar quedarse en el poder. Esa reforma no la podía realizar el PRD solo, porque no contaba con la mayoría de votos requeridos y fue necesario sobornar a varios legisladores de la oposición, incluidos varios del PLD, que fueron expulsados.
Ahora, para el presidente Medina optar por el poder nueva vez se requeriría enmendar la Constitución, mediante un proceso mucho más complicado que el previsto en la constitución de 1994. Además de reunir los votos necesarios en la Asamblea Nacional Revisora, que de acuerdo con el artículo 271 de la Constitución sería las dos terceras partes de los votos, sería necesario también someter dicha reforma a un referendo aprobatorio, según lo previsto en el artículo 272 de la Constitución de la República.
Y siendo así, no bastaría sólo con la mayoría de los votos de los peledeístas en el Congreso Nacional. Tendría que contar con la aprobación de los legisladores del PRD y del Partido Revolucionario Moderno (PRM).
Desde ese punto de vista, el enfoque que pretende reducir la reforma constitucional a una mera cuestión de voluntades, es decir, de las decisiones de Leonel Fernández y Danilo Medina, o en un sentido más amplio, del comité político del PLD, ignora el sentido de la Carta Magna, y también anularía el papel de los demás actores políticos y sociales.
Medina y la reelección
Hay quienes llegan a plantear que la reforma constitucional podría ser “forzada”, lo que se interpreta como la “vía práctica”, o simple y llanamente la compra de los votos necesarios. Un planteamiento perverso pero parte de la política vernácula, que tiene en contra los principios que han orlado la vida política de Medina, lo que no significa necesariamente que se resista al restablecimiento de la reelección para favorecerlo. Lo que rechazaría sería el método para imponerla.
Este presupuesto parte de lo que dijo en marzo de 2006 a Fausto Rosario en una entrevista para el semanario Clave. Rosario le comentó: “...parece que hay consenso en el sentido de que el PLD es un partido que apoya la reelección por lo menos una vez”. (El periodista hablaba de la posible reelección de Leonel Fernández. Medina era el ministro de la Presidencia).
Medina le respondió: “Bueno, eso no se ha discutido. El tema no se ha discutido. Hay posiciones individuales de dirigentes del partido; el mismo Presidente de la República ha dicho muchas veces que él se identifica con el modelo norteamericano. Hay algunos compañeros que no están de acuerdo de ninguna manera con la reelección presidencial. Yo no soy ni una cosa ni la otra. Yo siento que los presidentes se ganan o pierden el derecho a reelegirse en función de su obra de gobierno y que entonces la población es la que tiene la capacidad de decidir qué es lo que quiere. Y la población da señales, y un liderazgo inteligente lo que tiene es que estar en capacidad de interpretar las señales que da la población”.
Es decir, que si bien a Medina se le atribuye una actitud antirreeleccionista por principios, la realidad se explica en la respuesta que dio a Rosario. Es oportuno señalar que cuando se produjo esa pregunta la reelección estaba permitida en el país y cualquier decisión se remitía al presidente de la época, Leonel Fernández, y al comité político del PLD.
Hoy las circunstancias han cambiado. Medina es el Presidente de la República y no es visible que esté aspirando a continuar. Pese a ello, es muy visible la campaña impulsada por algunos funcionarios en favor de su reelección.
Asimismo, aunque el expresidente Fernández ha dicho una y otra vez que los vientos soplan, y que soplan a su favor, anda caminando y dictando charlas, no ha proclamado abiertamente sus aspiraciones. Pero ya inauguró una oficina de campaña y sus seguidores están tirados a la calle.
Evidentemente está en desarrollo una lucha por la dirección del continuismo peledeísta en el poder, donde participan otros actores, como Radhamés Segura, Temístocles Montás, Reinaldo Pared Pérez y Francisco Javier García.
No es una cuestión del PLD
Pero como se ha dicho, reimplantar la reelección en la Constitución no es una cuestión sólo del PLD. Es atinente a la sociedad dominicana, y envuelve a los actores políticos, partidos y organizaciones sociales y a las entidades de la sociedad civil, entre ellas las iglesias.
Aunque los opositores le han dejado la materia, con elemental sentido común, a los peledeístas, algunos han adelantado con cierta timidez que no comprometerían el voto de sus parciales en el Congreso para reformar la Constitución, lo que dificultaría la maniobra.
Al margen de los impedimentos
Al margen de los impedimentos, el movimiento de funcionarios y dirigentes del PLD para el restablecimiento de la reelección está en desarrollo. La semana pasada concentraron varios miles de personas en la parte frontal del Congreso Nacional. Llevaban pancartas que no parecían nacer de los patios, sino de la industria. La uniformidad de las mismas así lo sugiere.
La manifestación podría ser explicada como una respuesta a la declaración del consultor jurídico del Poder Ejecutivo, doctor César Pina Toribio, a título personal, en el sentido de que no hay tiempo para implantar la reelección, declaración que fue replicada por el ministro Administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta, y el ministro de Obras Públicas, Gonzalo Castillo.
En el debate incluso intervinieron representantes de la Iglesia Católica. El cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez fue muy enfático en oponerse a cualquier reforma de la actual Constitución. “Mi opinión es radicalmente contraria a las modificaciones, excepciones o cambios en la Constitución. No estamos hablando de una ley adjetiva, sino de nuestra Carta Sustantiva... Nuestra Constitución no puede ser perfecta, pero esa fue la que se discutió ampliamente y se aprobó. Por consiguiente, no podemos tocarla, porque esa tentación es recurrente en países carentes de institucionalidad...”. El Cardenal se dirigió en esos términos a los miembros del Tribunal Constitucional, durante una misa conmemorativa de su aniversario, el 27 de enero. El 29 de enero, en esa misma dirección habló el obispo de Santiago, Benito de la Rosa y Carpio.
Y el viernes 30 de enero, el vicepresidente de la Fundación Institucionalidad y Justicia (Finjus), Servio Tulio Castaños Guzmán, afirmó que modificar la Constitución con fines reeleccionistas no le conviene al país, ni al PLD y tampoco al presidente Danilo Medina.
Las palabras de Margarita
Todo esto confirma una lucha por el poder al interior del PLD, al margen del pensamiento de Medina. Sea que la estimule o simplemente permita el juego. Ha dado de qué hablar lo dicho por la vicepresidenta Margarita Cedeño de Fernández, cuando fue preguntada por los periodistas sobre la posible reelección del Presidente.
“Ustedes saben que el presidente Medina y yo estamos aquí para trabajar a favor del pueblo dominicano, y trabajaremos siempre con ahínco, con responsabilidad, con toda la honestidad que nos caracteriza y sobre todo cumpliendo siempre todas las promesas que hemos hecho”.
El desarrollo de los acontecimientos no depende de la voluntad de las personas ni de lo que digan. Habrá que esperar el devenir para ver qué pasará.Mientras tanto, las fuerzas en el PLD están en tensión. Tienen todo el poder en sus manos. El quid está en cómo desamarrar el nudo que prohíbe la reelección. La oposición empieza a enviar señales de que se reorganiza. La pista se calienta.
Los plazos
Preguntado el 20 de agosto 2014 sobre el tema, Medina dijo: “Yo creo que debo someterme a los plazos y llegado el momento yo voy a emitir mi opinión, si es que todavía la requieren, acerca del tema”.
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