Por GERMAN MARTE
Juan, uno de los cuatro evangelistas, dice que Barrabás era un salteador, un ladrón (aunque esto no está del todo claro, pues Marcos y Lucas señalan que era un sedicioso) y sin embargo, Pilato, quien como Prefecto (procurador o gobernador) de Judea tenía en sus manos la administración de la Justicia, dispuso su libertad “pura y simple”, una especie de “no ha lugar”, y en cambio ordenó la crucifixión de Jesús.
No entiendo mucho de Biblia ni de parábolas, pero si es como nos cuentan las escrituras, en esa ocasión se cometió la más grande injusticia: declarar culpable al inocente, al bueno, y en cambio liberar al malo, solo por complacer la presión de la multitud (presumiblemente sobornada por lo bajo con dinero mal habido para que gritara “¡Suelten a Barrabás!”).
Pilato se lavó las manos en señal de que no tenía ninguna responsabilidad en semejante acto de injusticia. Sus abogados y simpatizantes podrían alegar que actuó apegado al Código Procesal de la época, que no podía hacer nada diferente.
Dos mil años han pasado desde aquel acto ignominioso, y por más que se lave las manos la mancha no se le quita: Pilato es sinónimo de irresponsable, la imagen de un juez blandengue, timorato, temeroso, injusto. Su acción continúa siendo una vergüenza para la humanidad.
Guardando la distancia, se puede decir que hay cierto paralelismo entre Pilato y el magistrado Alejandro Moscoso Segarra con su “No ha lugar” a favor del senador Félix Bautista.
Y aunque no soy juez ni abogado para decir si el senador Félix Bautista es culpable de lavado de activos, enriquecimiento ilícito, asociación de malhechores, falsificación, prevaricación y demás delitos que le imputa el Ministerio Público, creo que el juez debió ordenar que el caso fuera a un juicio de fondo para determinar si Bautista es culpable o no de los cargos que se le imputan.
Me temo que en su caso hay un parecido con lo que pasó allá en Judea, solo que esta vez la presión no vino de la multitud (que sí reclama justicia), sino de sectores políticamente influyentes.
Como Barrabás, el senador salió momentáneamente airoso, pero su imagen pública no hizo más que empeorar, mientras Jesús se elevó tanto que marcó el calendario.
Lamentablemente, así como Jesús tiene seguidores, también se han multiplicado los Pilatos y los Barrabás. Los tribunales dominicanos son un ejemplo de lo que aquí les digo.
Juan, uno de los cuatro evangelistas, dice que Barrabás era un salteador, un ladrón (aunque esto no está del todo claro, pues Marcos y Lucas señalan que era un sedicioso) y sin embargo, Pilato, quien como Prefecto (procurador o gobernador) de Judea tenía en sus manos la administración de la Justicia, dispuso su libertad “pura y simple”, una especie de “no ha lugar”, y en cambio ordenó la crucifixión de Jesús.
No entiendo mucho de Biblia ni de parábolas, pero si es como nos cuentan las escrituras, en esa ocasión se cometió la más grande injusticia: declarar culpable al inocente, al bueno, y en cambio liberar al malo, solo por complacer la presión de la multitud (presumiblemente sobornada por lo bajo con dinero mal habido para que gritara “¡Suelten a Barrabás!”).
Pilato se lavó las manos en señal de que no tenía ninguna responsabilidad en semejante acto de injusticia. Sus abogados y simpatizantes podrían alegar que actuó apegado al Código Procesal de la época, que no podía hacer nada diferente.
Dos mil años han pasado desde aquel acto ignominioso, y por más que se lave las manos la mancha no se le quita: Pilato es sinónimo de irresponsable, la imagen de un juez blandengue, timorato, temeroso, injusto. Su acción continúa siendo una vergüenza para la humanidad.
Guardando la distancia, se puede decir que hay cierto paralelismo entre Pilato y el magistrado Alejandro Moscoso Segarra con su “No ha lugar” a favor del senador Félix Bautista.
Y aunque no soy juez ni abogado para decir si el senador Félix Bautista es culpable de lavado de activos, enriquecimiento ilícito, asociación de malhechores, falsificación, prevaricación y demás delitos que le imputa el Ministerio Público, creo que el juez debió ordenar que el caso fuera a un juicio de fondo para determinar si Bautista es culpable o no de los cargos que se le imputan.
Me temo que en su caso hay un parecido con lo que pasó allá en Judea, solo que esta vez la presión no vino de la multitud (que sí reclama justicia), sino de sectores políticamente influyentes.
Como Barrabás, el senador salió momentáneamente airoso, pero su imagen pública no hizo más que empeorar, mientras Jesús se elevó tanto que marcó el calendario.
Lamentablemente, así como Jesús tiene seguidores, también se han multiplicado los Pilatos y los Barrabás. Los tribunales dominicanos son un ejemplo de lo que aquí les digo.
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