Por ALFREDO MEZA
Uno de los dos grandes fabricantes de cerveza en Venezuela se enfrenta a un conflicto sindical, que ha detenido el envase y la distribución del producto, y problemas para importar materia prima debido al colapso del modelo económico impulsado por el gobierno de Nicolás Maduro. En el altar personal de cada venezolano la cerveza Polar ocupa un lugar muy visible. La sola posibilidad de que este producto tan apreciado desaparezca, como tantos otros bienes de la cesta básica, comienza a preocupar a más de uno.
Desde el miércoles pasado, una facción minúscula de un sindicato apoyado por el chavismo, llamado Sintraterricentro, ha logrado paralizar las operaciones en dos de las principales plantas llenadoras de la empresa que fabrica la cerveza Polar en Caracas y Barcelona —Estado Anzoátegui, en la costa oriental del Caribe— y en cuatro de las quince agencias de distribución ubicadas en Turmero, en el Estado Aragua (centro del país).
Las razones de las demandas parecen trascender las habituales reivindicaciones laborales, para adentrarse en las aguas del recurrente conflicto político que lastra a este país desde hace más de tres lustros.
Las peticiones de la organización sindical en huelga reciben un generoso despliegue informativo en el canal del Estado, Venezolana de Televisión, y en Telesur, la señal continental del chavismo, y sus líderes no han ocultado sus lazos con el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). De hecho, a mediados de junio Juan Rodríguez, su principal líder, anunció su intención de paralizar el llenado de los envases desde la sede de la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores, de inspiración chavista.
Y en varias alocuciones el presidente Nicolás Maduro, un exdirigente obrero del Metro de Caracas, ha insinuado que el dueño de la cervecera, Lorenzo Mendoza, a quien llama despectivamente “pelucón”, se niega a reconocer las aspiraciones de sus trabajadores. La empresa asegura que algunos trabajadores de Sintraterricentro se afiliaron al contrato colectivo que suscribió el pasado enero Sutraba, que con 1.400 afiliados es la organización más importante de su tipo dentro del grupo cervecero.
Paro injusto
Polar dice tener en sus manos el acta de homologación de la convención colectiva, que dura dos años y medio, y ha decidido no conversar con el grupo en conflicto no solo porque el acuerdo está vigente, sino porque algunos de los huelguistas disfrutan de esos beneficios.
Pero Juan Rodríguez asegura que la compañía “pateó la mesa”, una expresión muy venezolana que explica la supuesta negativa de la organización para sentarse a negociar las nuevas condiciones de trabajo.
Parte de su poder ha quedado demostrado desde mediados de la semana. Aunque según Polar Sintraterricentro tiene en sus filas a menos de 1% de los trabajadores de la cervecera, sus líderes han logrado que otros compañeros de las plantas de Los Cortijos, en Caracas, y en Anzoátegui, se solidaricen con su causa. El Defensor del Pueblo, Tarek William Saab, se ha ofrecido como mediador, pero Polar ha rechazado su oferta por considerar que no es un actor imparcial. Saab es un abierto simpatizante del partido de Gobierno y en su cuenta de Twitter, según comunicado de la empresa, “se ha hecho eco de acusaciones falsas, injuriosas, difamatorias y sin comprobación alguna”.
Empresa explotadora
En la cosmovisión de la troika gobernante, Polar es una empresa explotadora y encabeza lo que el régimen ha dado en llamar “la guerra económica”, un concepto con el cual pretende trasladar a los empresarios la responsabilidad de la crónica escasez y desabastecimiento que han marcado el mandato de Maduro.
Cervecería Polar es parte de Empresas Polar, un poderoso grupo económico que produce las marcas de alimentos básicos mejor valoradas y surte hasta un 80% de la cerveza que se consume en Venezuela.
Por ahora, y a pesar del naciente conflicto, la venta de cerveza continúa sin restricciones. Pero el inicio de la huelga se suma a una denuncia que ha colocado en la mira a un sector que hasta ahora no se caracterizaba por su conflictividad.
A mediados de junio la Cámara Venezolana de Fabricantes de Cerveza (Caveface) —que además de Polar reúne a Regional, propiedad de la Organización Cisneros— alertó que la industria está trabajando en los niveles más bajos de una materia prima que no se produce en Venezuela.
Las cerveceras no reciben dólares del Gobierno, que mantiene un férreo control de cambios desde 2003, para pagar los insumos a los proveedores internacionales con los que mantienen una deuda de 217 millones de dólares desde finales de 2014.
Caveface advirtió que si continúa esta situación el inventario durará hasta el mes de agosto. Otro sector se suma al caos en que se ha convertido Venezuela.
Uno de los dos grandes fabricantes de cerveza en Venezuela se enfrenta a un conflicto sindical, que ha detenido el envase y la distribución del producto, y problemas para importar materia prima debido al colapso del modelo económico impulsado por el gobierno de Nicolás Maduro. En el altar personal de cada venezolano la cerveza Polar ocupa un lugar muy visible. La sola posibilidad de que este producto tan apreciado desaparezca, como tantos otros bienes de la cesta básica, comienza a preocupar a más de uno.
Desde el miércoles pasado, una facción minúscula de un sindicato apoyado por el chavismo, llamado Sintraterricentro, ha logrado paralizar las operaciones en dos de las principales plantas llenadoras de la empresa que fabrica la cerveza Polar en Caracas y Barcelona —Estado Anzoátegui, en la costa oriental del Caribe— y en cuatro de las quince agencias de distribución ubicadas en Turmero, en el Estado Aragua (centro del país).
Las razones de las demandas parecen trascender las habituales reivindicaciones laborales, para adentrarse en las aguas del recurrente conflicto político que lastra a este país desde hace más de tres lustros.
Las peticiones de la organización sindical en huelga reciben un generoso despliegue informativo en el canal del Estado, Venezolana de Televisión, y en Telesur, la señal continental del chavismo, y sus líderes no han ocultado sus lazos con el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). De hecho, a mediados de junio Juan Rodríguez, su principal líder, anunció su intención de paralizar el llenado de los envases desde la sede de la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores, de inspiración chavista.
Y en varias alocuciones el presidente Nicolás Maduro, un exdirigente obrero del Metro de Caracas, ha insinuado que el dueño de la cervecera, Lorenzo Mendoza, a quien llama despectivamente “pelucón”, se niega a reconocer las aspiraciones de sus trabajadores. La empresa asegura que algunos trabajadores de Sintraterricentro se afiliaron al contrato colectivo que suscribió el pasado enero Sutraba, que con 1.400 afiliados es la organización más importante de su tipo dentro del grupo cervecero.
Paro injusto
Polar dice tener en sus manos el acta de homologación de la convención colectiva, que dura dos años y medio, y ha decidido no conversar con el grupo en conflicto no solo porque el acuerdo está vigente, sino porque algunos de los huelguistas disfrutan de esos beneficios.
Pero Juan Rodríguez asegura que la compañía “pateó la mesa”, una expresión muy venezolana que explica la supuesta negativa de la organización para sentarse a negociar las nuevas condiciones de trabajo.
Parte de su poder ha quedado demostrado desde mediados de la semana. Aunque según Polar Sintraterricentro tiene en sus filas a menos de 1% de los trabajadores de la cervecera, sus líderes han logrado que otros compañeros de las plantas de Los Cortijos, en Caracas, y en Anzoátegui, se solidaricen con su causa. El Defensor del Pueblo, Tarek William Saab, se ha ofrecido como mediador, pero Polar ha rechazado su oferta por considerar que no es un actor imparcial. Saab es un abierto simpatizante del partido de Gobierno y en su cuenta de Twitter, según comunicado de la empresa, “se ha hecho eco de acusaciones falsas, injuriosas, difamatorias y sin comprobación alguna”.
Empresa explotadora
En la cosmovisión de la troika gobernante, Polar es una empresa explotadora y encabeza lo que el régimen ha dado en llamar “la guerra económica”, un concepto con el cual pretende trasladar a los empresarios la responsabilidad de la crónica escasez y desabastecimiento que han marcado el mandato de Maduro.
Cervecería Polar es parte de Empresas Polar, un poderoso grupo económico que produce las marcas de alimentos básicos mejor valoradas y surte hasta un 80% de la cerveza que se consume en Venezuela.
Por ahora, y a pesar del naciente conflicto, la venta de cerveza continúa sin restricciones. Pero el inicio de la huelga se suma a una denuncia que ha colocado en la mira a un sector que hasta ahora no se caracterizaba por su conflictividad.
A mediados de junio la Cámara Venezolana de Fabricantes de Cerveza (Caveface) —que además de Polar reúne a Regional, propiedad de la Organización Cisneros— alertó que la industria está trabajando en los niveles más bajos de una materia prima que no se produce en Venezuela.
Las cerveceras no reciben dólares del Gobierno, que mantiene un férreo control de cambios desde 2003, para pagar los insumos a los proveedores internacionales con los que mantienen una deuda de 217 millones de dólares desde finales de 2014.
Caveface advirtió que si continúa esta situación el inventario durará hasta el mes de agosto. Otro sector se suma al caos en que se ha convertido Venezuela.
0 comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR VISITAR GAZCUE Y DEJAR TU COMENTARIO.