Por Andrés Dauhajre hijo
Gobernar un país en desarrollo como el nuestro es una tarea difícil, excepcionalmente difícil. La gente le pide, exige y reclama de todo al gobierno. Específicamente al Presidente. Le pedimos que invierta más en educación. Que arregle las calles y las aceras en cada comunidad o paraje que pasa. Que termine cientos de viviendas que gobiernos pasados dejaron inconclusas y que construya varios cientos más. Que construya un nuevo acueducto. Que repare los canales de riego para la agricultura. Que presione al Banco Agrícola para que preste más dinero a menores tasas de interés. Que amplíe el servicio del 911 a todas las provincias del país. Que triplique los salarios de los policías. Que aumente el subsidio a la luz. Que elimine los impuestos a los combustibles. Y claro, que decrete un aumento general de 30% en los salarios.
Mientras desde las gradas pedimos más que un cátcher en extra-inning, nos asociamos con el umpire detrás del plato para advertirle al pitcher Medina, que ni se le ocurra tirar una recta de nuevos impuestos o lanzar una curva de préstamos adicionales en el exterior. En otras palabras, no necesitamos a un ser humano ocupando la silla presidencial. Queremos a alguien capaz de hacer milagros, como el de la multiplicación de los cinco panes de cebada y dos peces que permitió alimentar a más de 5,000 seguidores de Jesús en Tabgha, próximo al mar de Genesaret, o el de la conversión del agua en vino en las bodas de Caná. Es cierto que Danilo nació en Arroyo Cano, pero eso no debería llevarnos a pedirle milagros.
Eso, precisamente eso, es lo que se ha estado pidiendo al gobierno. Desde hace unos meses se han iniciado protestas de gremios y sectores reclamándole al gobierno que aumente la inversión en salud pública a 5% del PIB. Vista la experiencia de lo ocurrido en el caso del 4% de educación, uno deduce que el 5% se refiere al presupuesto que se asignaría al Ministerio de Salud Pública (MSP), no al gasto público en salud -que incluye además las contribuciones al Seguro Familiar de Salud-, el cual es mayor al 2.02% del PIB establecido al MSP en el presupuesto del 2015.
Observando la situación prevaleciente en la región, uno tiene que concluir que al Estado dominicano le queda un trecho importante por recorrer en el área de la salud pública. Con un gasto público en salud de 2.82% del PIB en el 2013, quedamos por debajo del 3.95% que la Organización Mundial de la Salud (OMS) registró para los países de América Latina y el Caribe en el 2013.
¿Por qué el gobierno dominicano no invierte más en salud? Porque para poder hacerlo, tendría que aumentar el déficit fiscal y por tanto la deuda pública, o aumentar las recaudaciones fiscales, o reducir otras partidas de gasto público o una combinación de las anteriores.
Es bien conocido que los ingresos tributarios en nuestro país equivalen a 14.0% del PIB, bastante por debajo del promedio de 21.3% de la región que se registró en el 2013. De ahí que cuando se analiza el indicador del nivel de esfuerzo real que realiza el gobierno dominicano en el área de la salud -el porcentaje de los ingresos tributarios que se invierten en todas las vertientes de acción pública en la salud -, encontramos que en el 2013, el gobierno dominicano canalizó el 20.14% de sus ingresos tributarios a la salud, por encima del 19.30% que la OMS registró como promedio de la región en ese año.
¿Qué se le está reclamando al gobierno? Que en vez de asignar al MSP los RD$60,949 millones (2.02% del PIB) que se establecieron en el presupuesto del 2015, asigne RD$151,079 millones (5.0% del PIB), para un incremento de RD$90,140 millones (2.98% del PIB). En ausencia de aumentos de los ingresos fiscales y de recortes de gastos, el déficit fiscal de RD$73,883 millones (2.44% del PIB) que se presupuestó para el 2015, subiría a RD$164,023 millones (5.42% del PIB). Si a ese monto le sumamos el déficit proyectado del resto del sector público no financiero motivado en gran parte por las inversiones que se realizan en proyectos eléctricos (1.1% del PIB) y el déficit cuasi fiscal del Banco Central que se ha presupuestado (1.4% del PIB), tendríamos un déficit del sector público consolidado de aproximadamente RD$239,325 millones, equivalente a 7.92% del PIB y US$5,318 millones, suma que tendríamos que tomar prestada aquí y fuera de aquí para financiarlo.
Actualmente el gasto total en salud en el país asciende a 5.5% del PIB, inferior al promedio de 7.3% que los sectores público y privado invierten en América Latina y el Caribe. Del 5.5% del PIB que gastamos aquí, 2.82% lo está invirtiendo el gobierno y 2.68% el sector privado. Todos coincidimos que ese nivel es insuficiente. Lo aconsejable es crear las condiciones en el ámbito fiscal que permitan ir aumentando gradualmente la inversión de recursos públicos en salud. En los actuales momentos, lamentablemente, esas condiciones no están dadas.
Gobernar un país en desarrollo como el nuestro es una tarea difícil, excepcionalmente difícil. La gente le pide, exige y reclama de todo al gobierno. Específicamente al Presidente. Le pedimos que invierta más en educación. Que arregle las calles y las aceras en cada comunidad o paraje que pasa. Que termine cientos de viviendas que gobiernos pasados dejaron inconclusas y que construya varios cientos más. Que construya un nuevo acueducto. Que repare los canales de riego para la agricultura. Que presione al Banco Agrícola para que preste más dinero a menores tasas de interés. Que amplíe el servicio del 911 a todas las provincias del país. Que triplique los salarios de los policías. Que aumente el subsidio a la luz. Que elimine los impuestos a los combustibles. Y claro, que decrete un aumento general de 30% en los salarios.
Mientras desde las gradas pedimos más que un cátcher en extra-inning, nos asociamos con el umpire detrás del plato para advertirle al pitcher Medina, que ni se le ocurra tirar una recta de nuevos impuestos o lanzar una curva de préstamos adicionales en el exterior. En otras palabras, no necesitamos a un ser humano ocupando la silla presidencial. Queremos a alguien capaz de hacer milagros, como el de la multiplicación de los cinco panes de cebada y dos peces que permitió alimentar a más de 5,000 seguidores de Jesús en Tabgha, próximo al mar de Genesaret, o el de la conversión del agua en vino en las bodas de Caná. Es cierto que Danilo nació en Arroyo Cano, pero eso no debería llevarnos a pedirle milagros.
Eso, precisamente eso, es lo que se ha estado pidiendo al gobierno. Desde hace unos meses se han iniciado protestas de gremios y sectores reclamándole al gobierno que aumente la inversión en salud pública a 5% del PIB. Vista la experiencia de lo ocurrido en el caso del 4% de educación, uno deduce que el 5% se refiere al presupuesto que se asignaría al Ministerio de Salud Pública (MSP), no al gasto público en salud -que incluye además las contribuciones al Seguro Familiar de Salud-, el cual es mayor al 2.02% del PIB establecido al MSP en el presupuesto del 2015.
Observando la situación prevaleciente en la región, uno tiene que concluir que al Estado dominicano le queda un trecho importante por recorrer en el área de la salud pública. Con un gasto público en salud de 2.82% del PIB en el 2013, quedamos por debajo del 3.95% que la Organización Mundial de la Salud (OMS) registró para los países de América Latina y el Caribe en el 2013.
¿Por qué el gobierno dominicano no invierte más en salud? Porque para poder hacerlo, tendría que aumentar el déficit fiscal y por tanto la deuda pública, o aumentar las recaudaciones fiscales, o reducir otras partidas de gasto público o una combinación de las anteriores.
Es bien conocido que los ingresos tributarios en nuestro país equivalen a 14.0% del PIB, bastante por debajo del promedio de 21.3% de la región que se registró en el 2013. De ahí que cuando se analiza el indicador del nivel de esfuerzo real que realiza el gobierno dominicano en el área de la salud -el porcentaje de los ingresos tributarios que se invierten en todas las vertientes de acción pública en la salud -, encontramos que en el 2013, el gobierno dominicano canalizó el 20.14% de sus ingresos tributarios a la salud, por encima del 19.30% que la OMS registró como promedio de la región en ese año.
¿Qué se le está reclamando al gobierno? Que en vez de asignar al MSP los RD$60,949 millones (2.02% del PIB) que se establecieron en el presupuesto del 2015, asigne RD$151,079 millones (5.0% del PIB), para un incremento de RD$90,140 millones (2.98% del PIB). En ausencia de aumentos de los ingresos fiscales y de recortes de gastos, el déficit fiscal de RD$73,883 millones (2.44% del PIB) que se presupuestó para el 2015, subiría a RD$164,023 millones (5.42% del PIB). Si a ese monto le sumamos el déficit proyectado del resto del sector público no financiero motivado en gran parte por las inversiones que se realizan en proyectos eléctricos (1.1% del PIB) y el déficit cuasi fiscal del Banco Central que se ha presupuestado (1.4% del PIB), tendríamos un déficit del sector público consolidado de aproximadamente RD$239,325 millones, equivalente a 7.92% del PIB y US$5,318 millones, suma que tendríamos que tomar prestada aquí y fuera de aquí para financiarlo.
Actualmente el gasto total en salud en el país asciende a 5.5% del PIB, inferior al promedio de 7.3% que los sectores público y privado invierten en América Latina y el Caribe. Del 5.5% del PIB que gastamos aquí, 2.82% lo está invirtiendo el gobierno y 2.68% el sector privado. Todos coincidimos que ese nivel es insuficiente. Lo aconsejable es crear las condiciones en el ámbito fiscal que permitan ir aumentando gradualmente la inversión de recursos públicos en salud. En los actuales momentos, lamentablemente, esas condiciones no están dadas.
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