Por |ALEJANDRO FERNÁNDEZ W.
¿Cómo logro iniciar y establecer mi historial de crédito? ¿Cuáles deben ser mis primeros pasos? ¿De qué me debo cuidar? ¿Hay algo que pueda hacer para fortalecer mi perfil de crédito?
Todo joven que va a dar sus primeros pasos económicos debe interesarse y preocuparse por responder esas preguntas.
Ojalá que aprenda leyendo y educándose, y que no sea tropezándose por tomar su primer crédito sin antes saber realmente en lo que se está metiendo.
Imaginemos dos solicitantes de préstamos, Manuel y Melissa, con cinco años de experiencia profesional en la misma empresa donde tienen igual salario.
Ambos, Manuel y Melissa, pasaron por la reciente “feria” de vehículos, pues querían adquirir su primer vehículo. Los dos se sentían que tenían suficiente “historial” acumulado, y que no tendrían dificultad para que el banco les prestara.
DOS REALIDADES, DOS HISTORIALES
Manuel, desde que estaba en la universidad, además de su cuenta de celular, sacó una tarjeta de crédito de bajo límite, inicialmente garantizada por un ahorro.
Se aseguró de nunca utilizar más del 50% de su límite de crédito, pues con ella sólo pagaba su cuenta del teléfono y, como un aporte, el cable de su casa.
Nunca se financió (es decir, pagaba el 100% en la fecha de pago) y, por supuesto, nunca se retrasó ni un solo día.
Llegó a tomar un préstamo de consumo pequeño, a plazo, para financiar el 40% de su primera computadora. La tasa de interés era subsidiada por la tienda que le vendió el equipo y, de hecho, aunque tenía 36 meses para saldar el préstamo lo hizo (¡sin una sola mora!) al mes 18.
Melissa, en cambio, se inició más tarde. Siempre se había manejado con teléfonos pre-pagados, y vino a sacar su primera tarjeta de crédito, sin solicitarla, cuando comenzó a trabajar luego de graduarse.
Desde un principio, era un límite de crédito alto y la usaba para todo. No era muy planificada o controlada, por lo que en varias ocasiones se atrasó hasta 30 días después de la fecha de pago.
Regularmente se financiaba, e incluso hasta llegaba a exceder su límite. Pero, aclaraba: “Yo siempre termino pagando.”
Luego de un tiempo le aprobaron un “crédito diferido”, el cual siempre mantenía al tope. “Es que la tasa es más baja que la de la tarjeta”, se justificaba.
Tremenda fue la sorpresa para Melissa, cuando el banco le denegó su solicitud. Melissa protestó, pero la gerente bancaria sólo alcanzó a decirle: Ve a ver si tus padres o tu amigo Manuel te avalan o garantizan el préstamo. “Si consigues que ellos firmen, con gusto te aprobaremos el préstamo.”
Melissa se sentía mal y al ver a su amigo le dijo: “¿Y dónde fue que me equivoqué? Pensé saldría de aquí montada, pero me tendré que ir en bola contigo. ¿Puedo?”
LA DIFERENCIA
Primero, Manuel comenzó a construir su historial de crédito antes que Melissa, hasta con cinco años de diferencia. ¿Cómo? Con su teléfono post pago, pero también con aquella tarjeta de crédito garantizada con su ahorro de RD$10,000.
Segundo, lo hizo con mayor cuidado. Por ejemplo, nunca consumió con su “plástico” más de RD$5,000 o el 50% de su límite de crédito. Esos gastos eran siempre presupuestados (la cuenta del teléfono y el cable), pues para lo demás el se manejaba con tarjeta de débito.
Ojo: Aunque útil para evitar andar con efectivo, la tarjeta de débito (igual que una tarjeta de crédito “adicional” a la del padre o la madre) no construye historial.
Tercero, como parte de ese esmero con el que Manuel se manejaba, nunca en sus 10 años con su tarjeta se atrasó un solo día, ni excedió su límite de crédito, y mucho menos se llegó a financiar con ella.
Cuarto, Manuel se limitó a su única tarjeta, cuyo límite habían aumentado en reconocimiento a su buen manejo. Años después aceptó otra tarjeta, que manejó igual de bien que la primera.
Melissa, luego de “explotar” su primera tarjeta, solicitó nuevas en otros tres bancos. ¡En menos de un año! Tantas solicitudes, en tan poco tiempo, la perjudicó.
Quinto, a Manuel le convino el pequeño préstamo a cuotas que había tomado. Le mostraba al banco que era capaz de manejar el compromiso de la cuota fija mensual del préstamo de manera puntual.
¿Habría tomado el préstamo para algo que no necesitaba, o una tasa de interés alta, solo para construir historial? “No, no lo habría hecho” afirmó Manuel.
Sexto: Manuel se mantuvo revisando, cada seis meses y gratuitamente, su historial en el buró. “En más de una ocasión encontré un error, pero reclamé y lo arreglaron. También me servía para monitorear mi score y ver cómo, por mi buen comportamiento, subía poco a poco.”
Finalmente, y séptimo, es importante no obsesionarse o crearse ansiedades o preocupaciones innecesarias en torno a los historiales o “score” de crédito.
Con el tiempo, y siguiendo estos lineamientos, se fortalecerán. ¡Sin dudas!
Visita nuestro portal Argentarium.com.
¿Cómo logro iniciar y establecer mi historial de crédito? ¿Cuáles deben ser mis primeros pasos? ¿De qué me debo cuidar? ¿Hay algo que pueda hacer para fortalecer mi perfil de crédito?
Todo joven que va a dar sus primeros pasos económicos debe interesarse y preocuparse por responder esas preguntas.
Ojalá que aprenda leyendo y educándose, y que no sea tropezándose por tomar su primer crédito sin antes saber realmente en lo que se está metiendo.
Imaginemos dos solicitantes de préstamos, Manuel y Melissa, con cinco años de experiencia profesional en la misma empresa donde tienen igual salario.
Ambos, Manuel y Melissa, pasaron por la reciente “feria” de vehículos, pues querían adquirir su primer vehículo. Los dos se sentían que tenían suficiente “historial” acumulado, y que no tendrían dificultad para que el banco les prestara.
DOS REALIDADES, DOS HISTORIALES
Manuel, desde que estaba en la universidad, además de su cuenta de celular, sacó una tarjeta de crédito de bajo límite, inicialmente garantizada por un ahorro.
Se aseguró de nunca utilizar más del 50% de su límite de crédito, pues con ella sólo pagaba su cuenta del teléfono y, como un aporte, el cable de su casa.
Nunca se financió (es decir, pagaba el 100% en la fecha de pago) y, por supuesto, nunca se retrasó ni un solo día.
Llegó a tomar un préstamo de consumo pequeño, a plazo, para financiar el 40% de su primera computadora. La tasa de interés era subsidiada por la tienda que le vendió el equipo y, de hecho, aunque tenía 36 meses para saldar el préstamo lo hizo (¡sin una sola mora!) al mes 18.
Melissa, en cambio, se inició más tarde. Siempre se había manejado con teléfonos pre-pagados, y vino a sacar su primera tarjeta de crédito, sin solicitarla, cuando comenzó a trabajar luego de graduarse.
Desde un principio, era un límite de crédito alto y la usaba para todo. No era muy planificada o controlada, por lo que en varias ocasiones se atrasó hasta 30 días después de la fecha de pago.
Regularmente se financiaba, e incluso hasta llegaba a exceder su límite. Pero, aclaraba: “Yo siempre termino pagando.”
Luego de un tiempo le aprobaron un “crédito diferido”, el cual siempre mantenía al tope. “Es que la tasa es más baja que la de la tarjeta”, se justificaba.
Tremenda fue la sorpresa para Melissa, cuando el banco le denegó su solicitud. Melissa protestó, pero la gerente bancaria sólo alcanzó a decirle: Ve a ver si tus padres o tu amigo Manuel te avalan o garantizan el préstamo. “Si consigues que ellos firmen, con gusto te aprobaremos el préstamo.”
Melissa se sentía mal y al ver a su amigo le dijo: “¿Y dónde fue que me equivoqué? Pensé saldría de aquí montada, pero me tendré que ir en bola contigo. ¿Puedo?”
LA DIFERENCIA
Primero, Manuel comenzó a construir su historial de crédito antes que Melissa, hasta con cinco años de diferencia. ¿Cómo? Con su teléfono post pago, pero también con aquella tarjeta de crédito garantizada con su ahorro de RD$10,000.
Segundo, lo hizo con mayor cuidado. Por ejemplo, nunca consumió con su “plástico” más de RD$5,000 o el 50% de su límite de crédito. Esos gastos eran siempre presupuestados (la cuenta del teléfono y el cable), pues para lo demás el se manejaba con tarjeta de débito.
Ojo: Aunque útil para evitar andar con efectivo, la tarjeta de débito (igual que una tarjeta de crédito “adicional” a la del padre o la madre) no construye historial.
Tercero, como parte de ese esmero con el que Manuel se manejaba, nunca en sus 10 años con su tarjeta se atrasó un solo día, ni excedió su límite de crédito, y mucho menos se llegó a financiar con ella.
Cuarto, Manuel se limitó a su única tarjeta, cuyo límite habían aumentado en reconocimiento a su buen manejo. Años después aceptó otra tarjeta, que manejó igual de bien que la primera.
Melissa, luego de “explotar” su primera tarjeta, solicitó nuevas en otros tres bancos. ¡En menos de un año! Tantas solicitudes, en tan poco tiempo, la perjudicó.
Quinto, a Manuel le convino el pequeño préstamo a cuotas que había tomado. Le mostraba al banco que era capaz de manejar el compromiso de la cuota fija mensual del préstamo de manera puntual.
¿Habría tomado el préstamo para algo que no necesitaba, o una tasa de interés alta, solo para construir historial? “No, no lo habría hecho” afirmó Manuel.
Sexto: Manuel se mantuvo revisando, cada seis meses y gratuitamente, su historial en el buró. “En más de una ocasión encontré un error, pero reclamé y lo arreglaron. También me servía para monitorear mi score y ver cómo, por mi buen comportamiento, subía poco a poco.”
Finalmente, y séptimo, es importante no obsesionarse o crearse ansiedades o preocupaciones innecesarias en torno a los historiales o “score” de crédito.
Con el tiempo, y siguiendo estos lineamientos, se fortalecerán. ¡Sin dudas!
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