La pasión de El Chapo por la protagonista de La reina del Sur lo puso en manos de las fuerzas de seguridad
Por JAN MARTÍNEZ AHRENS
Fue una locura. O mejor dicho, una pasión. Es difícil deslindarlo. Pero en la historia quedará que Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, cayó por su obsesión hacia la actriz de telenovelas Kate del Castillo, la volcánica protagonista de La reina del Sur. Así lo revelan, según fuentes oficiales a las que ha tenido acceso EL PAÍS, los datos que durante meses recogieron los servicios de inteligencia mexicanos en su persecución al líder del cártel de Sinaloa. En la titánica búsqueda para dar con el hombre que había humillado con su fuga al Estado mexicano, los agentes descubrieron que Guzmán Loera tenía una debilidad: la rutilante Kate del Castillo, cuyo papel de la narcotraficante Teresa Mendoza había extasiado al gran capo. Un desbordado sentimiento que durante su huida, mientras devoraba compulsivamente los dvd del culebrón, le llevó a romper normas mínimas de seguridad e incluso a mensajearse desde la clandestinidad con ella.
“Eres lo mejor de este mundo. Te cuidaré más que a mis ojos”, le llegó a decir por mensaje cifrado a la actriz. Las respuestas de ella tampoco dejaron que desear: “Me mueve demasiado que me digas que me cuidas, jamás nadie me ha cuidado”.
Estas conversaciones, reveladas en su integridad por el diario mexicano Milenio, muestran la intimidad que alcanzaron dos seres que vivían en universos separados. Un hombre y una mujer de orígenes diametralmente opuestos (él, un campesino miserable; ella, la hija de un afamado actor) a los que unas atolondradas palabras de la actriz unieron en una senda de perdición. Ocurrió en enero de 2012, en plena guerra contra el narco. La actriz afirmó públicamente que confiaba más en El Chapo que en el Gobierno. “No sería maravilloso que usted empezase a traficar con amor”, se preguntaba en un tono extrañamente ingenuo. Las palabras no cayeron en saco roto. Mientras México satanizaba a Del Castillo, el aludido le enviaba flores desde la prisión de máxima seguridad de El Altiplano. Arrancó entonces una relación, sazonada de correos encriptados y cartas manuscritas, que proseguiría durante la última fuga de El Chapo. Todo bajo vigilancia de los servicios de inteligencia.
Una vez huido, Guzmán Loera, lejos de cortar cualquier comunicación con el exterior, decidió aprovechar su libertad para dar un paso más: ver a su pasión. La oportunidad, según fuentes de la investigación, llegó con Sean Penn. Con el paso del tiempo, la actriz se había convertido en una especie de asesora de El Chapo en Hollywood. Su cometido era materializar el sueño de Guzmán Loera: una película sobre su vida. Para ello, la actriz, con nacionalidad mexicana y estadounidense, había entrado en contacto con productores y actores. De ahí surgió el encuentro con Penn. Los deseos de la estrella de entrevistarse con El Chapo, le brindaron al narco una oportunidad largamente deseada. Los invitó a los dos a su refugio en las montañas de Durango. El hombre más buscado del planeta les abría las puertas. La invitación fue detectada. Los emails que se enviaban fueron leídos por las fuerzas de seguridad mexicanas. En los correos, él la llamaba Hermosa y Dama.
-— Amiga, si tú traes vino, yo lo tomaré. No soy tomador, pero como va a ser tu presencia algo hermoso, tengo muchas ganas de conocerte. Y llegar a ser buenos amigos. Eres lo mejor de este mundo. Ten fe que estarás a gusto. Te cuidaré más que a mis ojos.
Los correos muestran los preparativos de la cita. Y también la ansiedad de El Chapo por verla a ella. No era la primera vez que un deseo le arrastraba hasta el precipicio. Los informes psicológicos realizados en prisión determinan que Guzmán Loera es un hombre compulsivo, tenaz y despiadado, que no frena hasta conseguir lo que quiere. Y esa es su debilidad. Ya en 2014 fue capturado cuando, después de escaparse de los comandos de la Marina, decidió contra toda lógica ir al encuentro de su esposa, la reina de belleza Emma Coronel, y sus dos hijas gemelas, para despedirse de ellas en un apartamento de Mazatlán. Ahí, después de 13 años de persecución, fue cazado. Otro tanto le volvería a suceder, aunque en una versión diferente, con la actriz.
La visita de Penn y Del Castillo no había aplacado sus ansias. Tampoco lo hizo el ataque de la Marina que llegó poco después. Ni siquiera el hecho de que estuviese a punto de caer (un helicóptero le llegó a encañonar, pero él usó como escudo a la hija de su cocinera) le hizo pensar que sus emails con Del Castillo podían haberle delatado.
En su nueva huida, El Chapo se adentró en la Sierra Madre. En la montaña era prácticamente invulnerable. Pero en su megalomanía (ha llegado a intentar registrar su mote de Chapo Guzmán como marca) no dudó en volver a contactar con su pasión. Y nuevamente sus pasos fueron seguidos con atención. “En la sierra era muy difícil atraparle, había que hacerle bajar a las zonas urbanas. Por eso mandamos tropas a barrer el monte, con la idea de forzarle a cambiar de ubicación y facilitar su vuelta a una ciudad. Sabíamos que estaba loco por volver a verse con ella, y que el encuentro sería en una casa, no en la montaña. Quería seducirla como fuera”, señala una fuente gubernamental.
El cebo funcionó. Penn y su visita ya habían quedado lejos. Pero en la mente de El Chapo bullía el nuevo encuentro con La Reina del Sur. En la ciudad sinaloense de Los Mochis, uno de sus hombres había acondicionado una vivienda para su llegada. Disponía de todo tipo de comodidades y, además, de un túnel de salida. El jueves, El Chapo llegó a la casa. No hubo espera. El viernes, las fuerzas de seguridad se lanzaron en tromba.Tras seis horas de persecución, fue detenido. Entre los enseres abandonados en el inmueble, los comandos de la Marina hallaron cuatro dvd de La reina del Sur. Estaban muy usados.
Por JAN MARTÍNEZ AHRENS
Fue una locura. O mejor dicho, una pasión. Es difícil deslindarlo. Pero en la historia quedará que Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, cayó por su obsesión hacia la actriz de telenovelas Kate del Castillo, la volcánica protagonista de La reina del Sur. Así lo revelan, según fuentes oficiales a las que ha tenido acceso EL PAÍS, los datos que durante meses recogieron los servicios de inteligencia mexicanos en su persecución al líder del cártel de Sinaloa. En la titánica búsqueda para dar con el hombre que había humillado con su fuga al Estado mexicano, los agentes descubrieron que Guzmán Loera tenía una debilidad: la rutilante Kate del Castillo, cuyo papel de la narcotraficante Teresa Mendoza había extasiado al gran capo. Un desbordado sentimiento que durante su huida, mientras devoraba compulsivamente los dvd del culebrón, le llevó a romper normas mínimas de seguridad e incluso a mensajearse desde la clandestinidad con ella.
“Eres lo mejor de este mundo. Te cuidaré más que a mis ojos”, le llegó a decir por mensaje cifrado a la actriz. Las respuestas de ella tampoco dejaron que desear: “Me mueve demasiado que me digas que me cuidas, jamás nadie me ha cuidado”.
Estas conversaciones, reveladas en su integridad por el diario mexicano Milenio, muestran la intimidad que alcanzaron dos seres que vivían en universos separados. Un hombre y una mujer de orígenes diametralmente opuestos (él, un campesino miserable; ella, la hija de un afamado actor) a los que unas atolondradas palabras de la actriz unieron en una senda de perdición. Ocurrió en enero de 2012, en plena guerra contra el narco. La actriz afirmó públicamente que confiaba más en El Chapo que en el Gobierno. “No sería maravilloso que usted empezase a traficar con amor”, se preguntaba en un tono extrañamente ingenuo. Las palabras no cayeron en saco roto. Mientras México satanizaba a Del Castillo, el aludido le enviaba flores desde la prisión de máxima seguridad de El Altiplano. Arrancó entonces una relación, sazonada de correos encriptados y cartas manuscritas, que proseguiría durante la última fuga de El Chapo. Todo bajo vigilancia de los servicios de inteligencia.
Una vez huido, Guzmán Loera, lejos de cortar cualquier comunicación con el exterior, decidió aprovechar su libertad para dar un paso más: ver a su pasión. La oportunidad, según fuentes de la investigación, llegó con Sean Penn. Con el paso del tiempo, la actriz se había convertido en una especie de asesora de El Chapo en Hollywood. Su cometido era materializar el sueño de Guzmán Loera: una película sobre su vida. Para ello, la actriz, con nacionalidad mexicana y estadounidense, había entrado en contacto con productores y actores. De ahí surgió el encuentro con Penn. Los deseos de la estrella de entrevistarse con El Chapo, le brindaron al narco una oportunidad largamente deseada. Los invitó a los dos a su refugio en las montañas de Durango. El hombre más buscado del planeta les abría las puertas. La invitación fue detectada. Los emails que se enviaban fueron leídos por las fuerzas de seguridad mexicanas. En los correos, él la llamaba Hermosa y Dama.
-— Amiga, si tú traes vino, yo lo tomaré. No soy tomador, pero como va a ser tu presencia algo hermoso, tengo muchas ganas de conocerte. Y llegar a ser buenos amigos. Eres lo mejor de este mundo. Ten fe que estarás a gusto. Te cuidaré más que a mis ojos.
Los correos muestran los preparativos de la cita. Y también la ansiedad de El Chapo por verla a ella. No era la primera vez que un deseo le arrastraba hasta el precipicio. Los informes psicológicos realizados en prisión determinan que Guzmán Loera es un hombre compulsivo, tenaz y despiadado, que no frena hasta conseguir lo que quiere. Y esa es su debilidad. Ya en 2014 fue capturado cuando, después de escaparse de los comandos de la Marina, decidió contra toda lógica ir al encuentro de su esposa, la reina de belleza Emma Coronel, y sus dos hijas gemelas, para despedirse de ellas en un apartamento de Mazatlán. Ahí, después de 13 años de persecución, fue cazado. Otro tanto le volvería a suceder, aunque en una versión diferente, con la actriz.
La visita de Penn y Del Castillo no había aplacado sus ansias. Tampoco lo hizo el ataque de la Marina que llegó poco después. Ni siquiera el hecho de que estuviese a punto de caer (un helicóptero le llegó a encañonar, pero él usó como escudo a la hija de su cocinera) le hizo pensar que sus emails con Del Castillo podían haberle delatado.
En su nueva huida, El Chapo se adentró en la Sierra Madre. En la montaña era prácticamente invulnerable. Pero en su megalomanía (ha llegado a intentar registrar su mote de Chapo Guzmán como marca) no dudó en volver a contactar con su pasión. Y nuevamente sus pasos fueron seguidos con atención. “En la sierra era muy difícil atraparle, había que hacerle bajar a las zonas urbanas. Por eso mandamos tropas a barrer el monte, con la idea de forzarle a cambiar de ubicación y facilitar su vuelta a una ciudad. Sabíamos que estaba loco por volver a verse con ella, y que el encuentro sería en una casa, no en la montaña. Quería seducirla como fuera”, señala una fuente gubernamental.
El cebo funcionó. Penn y su visita ya habían quedado lejos. Pero en la mente de El Chapo bullía el nuevo encuentro con La Reina del Sur. En la ciudad sinaloense de Los Mochis, uno de sus hombres había acondicionado una vivienda para su llegada. Disponía de todo tipo de comodidades y, además, de un túnel de salida. El jueves, El Chapo llegó a la casa. No hubo espera. El viernes, las fuerzas de seguridad se lanzaron en tromba.Tras seis horas de persecución, fue detenido. Entre los enseres abandonados en el inmueble, los comandos de la Marina hallaron cuatro dvd de La reina del Sur. Estaban muy usados.
0 comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR VISITAR GAZCUE Y DEJAR TU COMENTARIO.