En un artículo publicado por un periódico de Seattle, en 1992, quisó contar su experiencia para que otros eviten ver el suicidio como solución a los problemas
El recién exaltado al Salón de la Fama del béisbol, Ken Griffey Jr., tuvo un episodio en el pasado que pudo haber acabado con su exitosa carrera en las Grandes Ligas. Antes de ser un jugador profesional, intentó suicidarse tomando 277 aspirinas según un artículo publicado en 1992 por The Seattle Times.
"Sentía que todo el mundo me gritaba en el béisbol, y cuando volvía a casa, sentía que todos me gritaban allí (...) Me deprimí. Me enojé. No quería vivir", dijo Griffey.
El exjardinero central no tenía mucho contacto con su padre, Ken Griffey Sr., quien jugaba en ese momento en las Grandes Ligas. Eso motivó pensar en el suicidio en varias ocasiones, incluso, quiso utilizar el arma de su padre.
Griffey reveló su historia para evitar que otros piensen que el suicidio sea una solución para los problemas. "Soy más inteligente que la mayoría de la gente piensa que soy. A pesar de lo que hice, no era inteligente. Yo sabía lo que había hecho y lo superé. Después, no había problemas profundos conmigo", relató en 1992 quien se convirtió en la máxima figura en alcanzar la mayor votación para entrar al Salón de la Fama.
Después de superar ese episodio, mejoró su relación con su padre y fue la primera escogencia en el draft de 1989. Lograron ser los únicos, padre e hijo, en ser compañeros en un equipo (Marineros de Seattle) en la historia de las Grandes Ligas.
El recién exaltado al Salón de la Fama del béisbol, Ken Griffey Jr., tuvo un episodio en el pasado que pudo haber acabado con su exitosa carrera en las Grandes Ligas. Antes de ser un jugador profesional, intentó suicidarse tomando 277 aspirinas según un artículo publicado en 1992 por The Seattle Times.
"Sentía que todo el mundo me gritaba en el béisbol, y cuando volvía a casa, sentía que todos me gritaban allí (...) Me deprimí. Me enojé. No quería vivir", dijo Griffey.
El exjardinero central no tenía mucho contacto con su padre, Ken Griffey Sr., quien jugaba en ese momento en las Grandes Ligas. Eso motivó pensar en el suicidio en varias ocasiones, incluso, quiso utilizar el arma de su padre.
Griffey reveló su historia para evitar que otros piensen que el suicidio sea una solución para los problemas. "Soy más inteligente que la mayoría de la gente piensa que soy. A pesar de lo que hice, no era inteligente. Yo sabía lo que había hecho y lo superé. Después, no había problemas profundos conmigo", relató en 1992 quien se convirtió en la máxima figura en alcanzar la mayor votación para entrar al Salón de la Fama.
Después de superar ese episodio, mejoró su relación con su padre y fue la primera escogencia en el draft de 1989. Lograron ser los únicos, padre e hijo, en ser compañeros en un equipo (Marineros de Seattle) en la historia de las Grandes Ligas.
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