Las armas que mataron a Aquino Febrillet

Por Pedro Domínguez Brito

Las lamentables circunstancias en que murió el exrector de la UASD, Mateo Aquino Febrillet, vuelven colocar en agenda el tema de las armas de fuego en manos de la población. Una vida útil se nos fue. Cuando me enteré de lo ocurrido pensé: en ciertos casos una bala debería convertirse en bumerán.

Algunas voces solicitan dejar sin efecto la prohibición de importar armas de fuego (decreto 309-06). Alegan que la disposición es ineficaz, pues los malhechores siempre buscan la manera de adquirirlas mediante métodos fraudulentos.

Afirman que la norma propició el surgimiento de un amplio mercado negro en perjuicio de las armerías establecidas, que abastece de armas ilegales a todo aquel que tenga dinero para comprarlas.

Para muchos, tener un arma de fuego es sinónimo de prestigio social. Si alguien gana la lotería o recibe unos chelitos por ahí, lo primero que adquiere es una pistola o un revólver, aunque no tenga luego qué comer o no pueda pagar la educación de sus hijos.

También la mejor muestra de que se está en el poder es llevar un arma al cinto, y exponerla como un trofeo. Un político desarmado está en malas, carece de fuerza. Es más, me he enterado de personas que se mudan de partido político a cambio de uno de esos instrumentos.

Otros prefieren que en su trabajo les asignen un arma a que les aumenten el salario. Con un aparato así se sienten “más hombres”. Con las armas de fuego se hacen transacciones, como si fuera dinero. Hace años hice un contrato de venta de una motocicleta y el vendedor quería recibir una pistola como pago.

Este amor por las armas nos causa serios inconvenientes, especialmente porque no todos reúnen las condiciones para portarlas. Por ello, amplios sectores reclaman mayor control al respecto. Casi a diario una familia se enluta por la irresponsabilidad de un individuo de gatillo alegre. Además, andar como Rambo no implica estar más seguro. Según las estadísticas, el que posee una tiene más posibilidades de encontrarse un problema, incluso morir, que el que anda solo con la precaución como defensa.

Desde hace años se debate un proyecto de ley de porte y tenencia de armas que podría ser interesante. Que se prohíba o no la importación de armas de fuego es secundario. Lo trascendente es su regulación en todos los sentidos y el uso que la ciudadanía debe darle. Tenemos que educarnos al respecto. Literalmente hablando: estamos enfrentados a un asunto de vida o muerte.
Lo de Mateo Aquino Febrillet fue triste. Al menos quizás nos motive a pensar el asunto de las armas de fuego con la seriedad que amerita.


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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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