“Francis no estaba por pelear”, la visión de Espaillat Nanita sobre Caamaño

El arquitecto Leopoldo Espaillat Nanita.
Cuando se estudia la historia de la Revolución de Abril, que tuvo lugar en Santo Domingo en 1965, el nombre de Francisco Alberto Caamaño Deñó sobresale como el héroe de esa gesta. Así le describe la mayoría de los libros que tratan el tema y gran parte de los sobrevivientes de ese momento de la historia nacional, también lo recuerdan.

Sin embargo, entre esos sobrevivientes se cuentan algunos que tienen una visión distinta de ese Caamaño heroico y lo presentan como una persona inestable, que no creía en el movimiento y que “no estaba decidido a echar la batalla”.

Leopoldo Espaillat Nanita, quien en 65 era hombre de confianza del presidente constitucionalista Rafael Molina Ureña, se apoya en sus recuerdos y en algunos escritos de la Revolución para hacer sus observaciones.

A Francis, como nombraban a Caamaño, lo conocía desde niño, aunque con quienes compartía más era con sus hermanos mayores, Fausto Manuel y Luis Ángel Caamaño, compañeros en la escuela Muñoz Rivera, donde se graduó junto al segundo.

Con Molina Ureña, quien asumió la Presidencia luego de que un grupo de militares se levantó en el campamento Duarte, iniciando la revuelta que pretendía reponer en el poder al depuesto presidente Juan Bosch, Espaillat Nanita tenía una relación de familiaridad, pues estaba casado con su sobrina.

“Yo era el brazo derecho de Molina, el que salía a hacer contactos por todas partes. Él tenía que mantenerse en la clandestinidad, porque era el que estaba en el orden sucesoral, era presidente de la Cámara de Diputados (cuando se produjo el golpe de estado de 1963), entonces, a falta del presidente (Bosch) y el vicepresidente (Segundo Armando González Tamayo) que se encontraban en el exilio, estaba él”.

En el exilio también se encontraba el presidente del Senado, Juan Casasnovas Garrido.

Mientras la parte militar comandada por el coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez hacía los contactos militares, los movimientos de apoyo entre civiles los realizaba el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), entonces la organización de Bosch.

“Debo comenzar aclarando que Peña Gómez no era parte del movimiento. De hecho, había sido dejado fuera totalmente porque se temía su indiscreción que era muy conocida”.

El movimiento fue descubierto por el gobierno del Triunvirato, presidido por Donald Reid Cabral, y Espaillat Nanita fue detenido. A su celda lo fue a visitar Francis, cumpliendo una solicitud de la familia. Durante el encuentro le recomendó, tipo sugerencia, que respondiera la pregunta que le hacían los militares sobre dónde estaba Molina Ureña. No lo hizo hasta pasado varios días y fue liberado.

¿Cuándo entra Caamaño?

“No, Caamaño no creía en eso (en el movimiento). Él estaba bajo la influencia de su padre, el general Caamaño, que estaba propiciando lo que surgió como una de las alternativas que era una junta militar”.

Cuenta que en tres ocasiones, luego de aquella visita en la celda, se reunió con Francis hasta que lo convenció de unirse al movimiento.

“Pero él no era una pieza estable. Yo llegué a la convicción, y viendo el testimonio de Claudio (Caamaño), en el libro que escribió, y además por lo que yo viví y he relatado muchas veces, de que Francis oscilaba mucho, pasaba de una posición a otra y llegué a la conclusión, viendo el libro de Claudio donde dice que estaba bajo medicación, digo: ¡Ah!, pues él era bipolar”.

Como ejemplo cita parte de los acontecimientos del 27 de abril del 65 cuando, iniciados los ataques del Puente Duarte y del Palacio Nacional por parte de los militares que defendían al Triunvirato, Molina Ureña decidió buscar asilo político.

Asegura que es el único que está en condiciones de dar testimonio de lo que pasó ese día en la Embajada de Estados Unidos, adonde acudieron los constitucionalistas en busca de que el poderoso país norteamericano reconociera su gobierno.

“En el periodo de ajuste del movimiento, o sea, a fines del 63, 64 y principios del 65, resulta que Rafael Tomás Fernández Domínguez (que había liderado el movimiento entre los militares) fue delatado por su hermano Milito Fernández. Entonces, como ya tenía una reputación militar no se atrevían a estropearlo, le dieron una representación diplomática. Lo mandaron a España y después a Chile. El 24 de abril lo sorprendió a él en Chile”, dice.

Esa acción fue lo que llevó a que el 24 de abril el jefe de los militares alzados fuera el coronel Hernando Ramírez, que pocos días después terminó en cama, afectado por una hepatitis y Molina Ureña nombró a Francis Caamaño como jefe militar del movimiento.

“Si te lees aquí (muestra el libro Juan Bosch Documentos inéditos de la Revolución de Abril de 1965, de Cándido Gerón) el testimonio de cómo Montes Arache, que se entera, estando allá en el frente de batalla en el Puente, que Caamaño y Hernando Ramírez estaban en la Embajada de Estados Unidos el martes 27, porque estaban decididos a no echar la batalla y querían que el embajador norteamericano interviniera y no lograra que San Isidro detuviera el bombardeo”.

Recuerda que para la tarde del martes 27 la Marina de Guerra, con Lora Caminero a la cabeza, estaba cañoneando el Palacio Nacional.

“En esa tarde, que fue cuando ellos, tanto Francis como Hernando Ramírez, fue el día que supuestamente Hernando Ramírez tenía ataque de hepatitis y que Molina tuvo que sustituirlo por Francis. Nosotros no sabíamos, pero lo dice Claudio en su libro. Dice que Francis amaneció el martes 27 en la Embajada de El Salvador, asilado. Francis no estaba por pelear. Y nosotros no sabíamos, cuando Molina lo designa en lugar de Hernando Ramírez, que salía de estar asilado”.

Agrega que esa tarde, los dos militares fueron varias veces a la embajada estadounidense a tratar de verse con el embajador que se encontraba fuera del país y que el encargado de negocio que estaba ahí, le preguntó: “Ustedes han venido varias veces tratando de verse con el embajador; ¿debe entenderse que ustedes están dispuestos a cambiar la consigna de la vuelta a la constitucionalidad sin elecciones por una junta militar?”.

“Ellos dijeron que sí, los dos. O sea, traicionaron la consigna que era la base del movimiento constitucionalista”, afirma el arquitecto Espaillat Nanita.

Espaillat Nanita narra que cuando Montes Arache, que define como el verdadero héroe militar del movimiento junto a sus Hombres Ranas, se enteró de los aprestos por ir a la embajada americana, fue al Palacio y encontró a Hernando Ramírez y a Caamaño obligando a Molina Ureña a salir a reunirse con el embajador.

“Ahí Molina se dio cuenta, y dijo: ‘pues ya yo no soy Presidente, porque si este es mi jefe militar y en lugar de estar ahí en el frente, en el campo de batalla, está en la embajada americana´, pidiendo cacao, como se dice en buen dominicano, `entonces, yo ya no tengo ejército´ y entonces salió a verse con el embajador”.

Cuenta que al salir de la Embajada de Estados Unidos, que no les dio apoyo y los acusó de ser comunistas, Molina Ureña “agarró a Caamaño y lo rellenó”. Luego –dice– Montes Arache intentó llevarse a Caamaño hacia el puente Duarte, donde continuaban los combates, pero ante un descuido, el militar se había metido nueva vez en la Embajada de El Salvador, asegura.

En su libro, Gerón incluye varias entrevistas, una a Montes Arache que cuenta que cuando fue a la embajada a buscar a Francis, el coronel le dijo, con una rabia increíble: “Nos han cogido de pendejos”. En ese momento decidieron ir al frente de la batalla del Puente Duarte, pero, pese a lo acordado, Caamaño se fue a la Embajada de El Salvador, dice.

Al día siguiente, -sigue narrando Montes Arache en la entrevista-, cuando se enteró que Caamaño estaba en la Embajada, fue a buscarlo y le preguntó:¿qué ha pasado?

“Él me dice que salió muy frustrado de la Embajada Norteamericana. Le digo: ‘Francis, nosotros tenemos la responsabilidad de continuar lo que el pueblo ha asumido como suyo, no desperdiciemos, Francis, esta es nuestra responsabilidad’.

Dice que al escucharlo, Caamaño reaccionó de inmediato, y define la actitud como una frustración momentánea. Luego afirma que los días y meses posteriores demostraron que era un hombre de coraje, “de un valor que no se puede medir...”.

Delator

Otro acontecimiento que cita Espaillat Nanita, esta vez basado en un testimonio de Donald Reid que se recoge en el libro de Gerón, que atribuye a Francis Caamaño haber delatado el movimiento que buscaba reponer a Juan Bosch en el poder.

En la entrevista que Gerón le hace al Reid Cabral y que transcribe en su libro, éste declara que se enteró del movimiento “por una visita que me hace el coronel Caamaño a mi casa y me dice que hay un malestar dentro de las Fuerzas Armadas... Yo le pedí a él que si había algún malestar me gustaría hablar con alguno de los que estaban en esa situación para conocer la razón porque yo no la veía”.

Reid Cabral dice que eso fue un sábado 16 o 17 de abril y que a la semana siguiente le extrañó cuando surge la situación, también dice que no conocía muchos datos, porque los detalles los recibió de él, que no le dijo quienes estaban envueltos.

“O sea, que cuando yo me reunía con Francis Caamaño, él iba...”, se lamenta Espaillat Nanita, aunque Donald Reid cree que se trataba de un gesto de buena fe de Caamaño en un intento de buscar un acercamiento entre los bandos.

Espaillat Nanita en cambio, entiende que fue el pago de un favor que Francis le debía a Donald Reid quien, durante un conflicto por corrupción que se dio a lo interno de la Policía Nacional, éste gestionó su transferencia al Ejército.

“Yo tuve que reunirme tres veces con Francis Caamaño antes de que él consintiera en participar con los demás militares del movimiento, pero había transgredido gravemente la confianza porque había delatado el movimiento”, comenta con aire de decepción el arquitecto.


POR: Tania Molina
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Editor Gazcue es Arte

Master en Educación Superior mención Docencia, Licenciado en Comunicación Social, Técnico Superior en Bibliotecología y Diplomado en Ciencias Políticas, Columnista del periodico El Nuevo Diario

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