El 27 de julio de 1876, las hermanas Rosa y Francisca Duarte, hermanas del Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, le escriben al presidente de la República Dominicana, Ulises Francisco Espaillat, comunicándole el fallecimiento del patricio, el 15 de julio, es decir, doce días antes de la carta, en la que solicitan ayuda “para pagar sus deudas”. La respuesta de Espaillat, el 24 de agosto de 1876, refleja la incapacidad nuestra para tratar dignamente a quienes lo dieron todo por la independencia.
Apreciables señoritas: Está en mi poder su carta del 27 de julio último, y, aunque muy preocupada mi atención actualmente por la conmoción interior que tiene en armas todo el país, no ha dejado de hablarme al corazón. Uno de mis primeros pensamientos al llegar a la Presidencia, fue el de llamar la atención nacional sobre la suerte del mártir del patriotismo que acaba de sucumbir en ese país. Pero aún no he tenido tiempo sino para ir tanteando el nuevo terreno que pisara, y ya el torbellino de las revueltas ha absorbido todos mis cuidados; y es en estas circunstancias que recibo la triste nueva de que ha muerto el ilustre prócer de la Independencia, General Juan Pablo Duarte. ¡Que sus restos encuentren pacífico descanso en esa tierra hospitalaria mientras la Patria pueda disponer su digna traslación! ¡Que la gloria que cubre su nombre ante sus compatriotas y los extraños sirva de consuelo a vosotras los seres queridos que dejó en la tierra! Hágome un deber de presentar a la Cámara Legislativa su súplica pidiendo se le acuerden algunos recursos para cubrir sus deudas, y no dudo que ella atenderá oportunamente a votar la suma necesaria, que el Tesoro nacional satisfará en cuando se halle en aptitud.
Por Adriano Miguel Tejada
Apreciables señoritas: Está en mi poder su carta del 27 de julio último, y, aunque muy preocupada mi atención actualmente por la conmoción interior que tiene en armas todo el país, no ha dejado de hablarme al corazón. Uno de mis primeros pensamientos al llegar a la Presidencia, fue el de llamar la atención nacional sobre la suerte del mártir del patriotismo que acaba de sucumbir en ese país. Pero aún no he tenido tiempo sino para ir tanteando el nuevo terreno que pisara, y ya el torbellino de las revueltas ha absorbido todos mis cuidados; y es en estas circunstancias que recibo la triste nueva de que ha muerto el ilustre prócer de la Independencia, General Juan Pablo Duarte. ¡Que sus restos encuentren pacífico descanso en esa tierra hospitalaria mientras la Patria pueda disponer su digna traslación! ¡Que la gloria que cubre su nombre ante sus compatriotas y los extraños sirva de consuelo a vosotras los seres queridos que dejó en la tierra! Hágome un deber de presentar a la Cámara Legislativa su súplica pidiendo se le acuerden algunos recursos para cubrir sus deudas, y no dudo que ella atenderá oportunamente a votar la suma necesaria, que el Tesoro nacional satisfará en cuando se halle en aptitud.
Por Adriano Miguel Tejada
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