SANTO DOMINGO.-Alrededor de las 6:00 de la mañana del 24 de septiembre de 1970, Día de la Virgen de las Mercedes, sonó el timbre de la casa incesantemente.
Mirna Santos, embarazada, se levantó, asomó al balcón y observó a varios hombres, entre uniformados policiales y de civil. Bajó la escalera, le abrió la puerta, y le preguntaron por Amín Abel Hasbún.
Le respondió que su esposo estaba en la habitación. Subieron, ya Amín alertado por lo que sucedía, se había puesto ropa y esperaba.
Vivíamos el primero de los tres periodos del presidente Joaquín Balaguer, conocido como los Doce Años (1966/1978), y Amín era, además del más brillante estudiante de ingeniería de la universidad estatal, líder estudiantil y posterior combativo dirigente revolucionario.
Lo sacaron a la sala junto a su esposa, su hijo Ernesto Van Troi, de dos años, y una joven que cuidaba al infante. Entonces comenzaron a ejecutar el plan. De repente los agentes exclamaron que encontraron un arma de fuego. Amín ripostó que esa arma la habían colocado ellos, porque él no fue armado a su casa.
Escucharon un diálogo en la cocina entre policías y el ayudante fiscal Tucídides Martínez Howley, quien abruptamente salió nervioso de la casa, argumentando que haría una llamada telefónica al jefe del Servicio Secreto de la Policía, coronel Luis Manuel Arzeno Regalado, desde una estación de combustible al frente.
Amín le gritó que no les abandonara. Que la vida de él y su familia corría peligro.
Mientras allanaban la casa, Amín sentó al niño en la pierna, y le pidió que le cantará una de las canciones que aprendía en la escuela y Ernesto comenzó a cantarle La Cucaracha, mientras ella lloraba intensamente.
“Deja de llorar, porque mira como tu hijo canta para alegrarnos y verte llorar lo pondrá triste. Tienes que ponerte”, le pidió su esposo.
Dentro de la casa tres hombres vestidos de civil dirigieron la maniobra, forcejeaban con Amín por llevárselo.
El perseguido, que cargaba en brazos al niño, se negaba a salir sin su esposa. La pareja se abrazó para protegerse, pero ella fue empujada hacia atrás y él arrastrado hasta la escalera. Los hombres bloquearon la puerta por fuera.
En medio de la desesperación y el llanto de su hijo, Mirna escuchó los disparos. Volvió al balcón y pidió auxilio a la gente que llegaba.
De lejos ella observaba una discusión y el reclamo del comandante de la patrulla, el teniente uniformado, a los civiles, sobre qué habían hecho. “Coño, tú sabías muy bien que teníamos que matarlo”, le respondió uno de ellos, según recuerda.
Se atribuye al raso Luis Hermógenes López Acosta haber disparado. Luego de cumplir una condena mínima fue puesto en libertad.
Los agentes del Servicio Secreto se marcharon en un carro Chevrolet grande y dejaron a la patrulla con el problema.
Aun así Mirna creía que Amín solo estaba herido, pero dejaron pasar al periodista Rafael Reyes Jerez, del vespertino El Nacional, a quien recuerda por su solidaridad, y le informó que estaba muerto, haciendo señal con el dedo por el cuello.
El teniente uniformado subió a la casa y le pidió que se cambiara de ropa, todavía estaba en bata de dormir, porque tenía orden de llevarla arrestada al cuartel general de la Policía junto al niño.
También se llevaron a la joven que colaboraba con los quehaceres de la casa.
“Como la escalera era estrecha, tuvimos que pasar por encima del cadáver de Amín”, relata reviviendo el sufrimiento.
Su hijo vio cómo su papá, de 28 años de edad, se desangraba, tirado en la escalera. La cabezada destrozada.
Su cuerpo quedó boca abajo, y sus manos parecían agarrarse del filo de uno de los escalones. Gruesos hilos de sangre tiñeron de rojo la escalera.
Luego de unas cinco horas arrestadas mandaron a buscar a Mirna desde la oficina del jefe de la Policía, general Elio Osiris Perdomo Rosario, quien supuestamente en nombre del presidente Joaquín Balaguer, se unía al dolor de la familia.
Fueron a la funeraria en la avenida Bolívar y decidieron velarlo por dos días en la explanada de la facultad de Ingeniería de la UASD.
Llevan su nombre calles, centros educativos, una estación del Metro de Santo Domingo y la emblemática facultad de Ingeniería y Arquitectura donde él estudió con notas sobresalientes y se instituyó un premio con su nombre para estudiantes sobresalientes. En su memoria fue fundado el Frente Estudiantil de Liberación Amín Abel (FELABEL).
El dirigente Fidel Santana, autor de la biografía de Amín, Un Gigante Dormido, calificó el asesinato como una de las tragedias más dolorosas del pueblo dominicano.
“Fue un paradigma de la juventud y sus ideas fueron el pretexto para arrancarle la vida”, afirma.
En su libro está basada la película “339, Amín Abel Hasbún: Memoria de un Crimen”.
Dime Mirna, qué se siente, de qué tamaño fue ese dolor, escribió Jimmy Sierra y cantó José Antonio Rodríguez.
Origen familiar
Amín nació el 12 de octubre de 1942, hijo de una pareja palestina. Su nombre árabe, significa digno de confianza. Su rostro, con simbólicos lentes negros de pasta, queda marcado para siempre, al igual que sus ideales de justicia.
Su padre fue Mahoma Abel Nafise y su madre Liliana Hasbún Wesnom. Ambas familias llegaron a República Dominicana por diferentes vías.
Mahoma y Liliana se casaron y prosperaron con tiendas de textiles.
Sus hijos fueron Jalim en el 1940, Amín en el 1942, Faisal en el 1944, Abdalah en el 1945 y Musa en el 1947. Mahoma murió el 12 de diciembre de 1988 y Liliana el 2 de abril de 2009.
En la escalera
El crimen se produjo en su casa, en un segundo nivel, de la calle Francisco Henríquez y Carvajal 339, en las proximidades de la avenida San Martín, sector Villa Francisca, Santo Domingo.
Muy cerca había un edificio comercial desde donde se cree se estableció una vigilancia para determinar que Amín estaba en la casa.
Un día antes de la muerte su hermano Faisal lo llevó a su casa y al ver vigilancia en los alrededores le advirtió que se cuidara. Reaccionó como en otras ocasiones, diciendo que no fuera cobarde, en palabras más llanas.
Tenía cuatro días en la casa. Estaba asignado por su partido a actividades en San Pedro de Macorís y La Romana para sacarlo de la capital, la zona activa donde era buscado.
Mirna le había enviado una carta al Este donde él estaba, manifestándole sus frustraciones y miedos por tanta represión sufrida y que se acrecentaban con el embarazo.
Siempre estuvo en las ausencias, en fechas como su cumpleaños, 28 de septiembre. Le hacía llegar una carta, una pintura o artesanía hecha por él.
“El vino a la capital a hablar conmigo. Y como se acercaba mi cumpleaños él quiso darme un testimonio de su amor, a su hijo y su familia”, puntualiza.
Le dijo que tenía su regalo guardado para ese día y nunca supo qué era porque en el allanamiento que hicieron luego de su asesinato se lo llevaron todo.
“Yo tengo recuerdos muy hermosos de mis relaciones con Amín. Siempre he dicho que Amín sigue siendo mi héroe porque la templanza, capacidad de entrega y humildad que tenía, estaban por encima de la realidad de lo que él era”, expresa Mirna.
Nunca presentó su tesis de grado y la UASD le otorgó su título como Ingeniero Civil Summa Cum Laude, póstumo. Dejó inconcluso el libro “América Latina Busca Su Camino”.
Boda por la Iglesia
Mirna y Amín se conocieron en el 1963 en las proximidades de la UASD. Se casaron en Puerto Plata, su pueblo, el 24 de abril de 1965, coincidiendo con la revuelta de abril.
La familia de Amín y amigos de ideología, del Grupo Fragua, ala izquierda de los grupos estudiantiles, se trasladaron al lugar para participar en la boda.
Entre los acompañantes figuraban Teobaldo Rodríguez, Narciso González (Narcisazo) y Narciso Isa Conde. Todos regresaron a Santo Domingo antes de la boda por la revuelta.
Tras lograr casarse por la iglesia en la noche no pudieron salir de Puerto Plata.
Al otro día continuaron a Santiago y luego a Constanza, en el hotel Nueva Suiza, donde tenían reservaciones de luna de miel, todo se vio interrumpido.
Interrumpió una semana de luna de miel para venir a luchar en la guerra de abril.
Secuestro Crowley
Amín y un grupo de dirigentes salió del 14 de Junio y pasó al Movimiento Popular Dominicano (MPD) por diferencias ideológicas.
Fueron acogidos por Maximiliano Gómez y Otto Morales, cabezas del MPD.
Amín, con seudónimo de Amable, dirigió el comando que secuestró al teniente coronel Donald Crowley, agregado militar de los Estados Unidos, el 24 de marzo de 1970.
De esta manera forzaron la liberación de 21 presos del MPD, encabezados por el líder Maximiliano Gómez, conocido como el Moreno, encarcelado desde enero del año 1970.
Los dirigentes del MPD habían iniciado una serie de acciones para impedir la reelección del presidente Joaquín Balaguer para el periodo 1970-1974. Establecieron el “Comando Unificado Anti Reeleccionista.
En una operación táctica con precisión de ingeniería, con las coordenadas establecidas, el grupo secuestró a Crowley. Le daban seguimiento y sabían la hora que salía a actividades deportivas en un hotel céntrico de la capital.
Balaguer inicialmente estaba renuente a negociar, luego se acordó que los presos, incluido El Moreno, fueran trasladados a México y Crowley fue dejado en libertad.
El 16 de julio de 1970, Otto fue localizado en una casa de la calle José Contreras donde se refugiaba y lo acribillaron a tiros.
El 23 de mayo de 1971, El Moreno fue encontrado asfixiado por gas en Bruselas, Bélgica.
Poemas y cine
Le gustaban las canciones de Daniel Santos, Tito Rodríguez, Niní Cáffaro y Felipe Pirela. Antes de casarse iba al cine con hermanos y disfrutaban películas de Pedro Infante.
Con frecuencia le recitaba a su esposa el poema «Volverán las Oscuras Golondrinas», de Gustavo Adolfo Bécquer.
Disfrutaba la comida árabe de su madre: Quipes fritos y crudos con aceite verde y el dulce Baklava.
Ideales humanistas
Seis meses de embarazo tenía Mirna de Amín Abel Santos, quien nació el 22 de diciembre, tres meses después del asesinato de su padre.
Luego de cinco décadas, Amín hijo, quien estudió arquitectura en la facultad que lleva el nombre de su padre, destaca que el hecho que sea reconocido y valorado por los jóvenes, habla muy bien de la proyección de su figura política y humana que sigue inspirando a muchos en esos ideales que más que comunistas, fueron humanistas.
El otro hijo, Ernesto, se graduó de biólogo en la UASD y mediante beca de una organización internacional continúo los estudios en el extranjero. Actualmente es profesor investigador en Las Vegas, Nevada.
No volvió a sonreír
El reconocido baloncestista Faisal, hermano, un año y medio menor que Amín, lo evoca desde la niñez cuando jugaban trompo, chichigua, bolas y pelota en la pared. Aunque resalta que Amín prefería mantener mente ocupada, y mientras otros se divertían, él leía un libro.
El luchó por la libertad del pueblo y la honestidad. Su madre jamás volvió a sonreír. No volvió a maquillarse la cara y regaló las prendas a sus nietas.
Un golpe demoledor
Carmen Mazara, viuda de El Moreno, rememora la manera en la que llegó Amín Abel al MPD, pues parecía un integrante de toda la vida.
“Fue una persona muy dedicada a las tareas del partido. Maximiliano gómez, El Moreno, sentía una gran admiración por él y le llamaba de cariño El Turco”, recuerda la viuda de El Moreno.
Por FERNANDO QUIROZ
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