Es de su competencia la concepción, planificación y gestión de cualquier tipo de acción y actividad que afecte la imagen pública del Estado y la de su mandatario.
Como bien dice el consultor de Comunicación y Marketing Político, Javier Díaz De La Cuba, la política comunicacional del Estado debe ser capaz de llevar la iniciativa y fijar la agenda de discusión pública a través de los medios de comunicación para que la sociedad perciba la importancia de los programas de gobierno y cómo estos se relacionan a sus prioridades.
Transformación
La estructura moderna de esta dirección dejó atrás al tradicional departamento de prensa encargado de facilitar las informaciones a los medios de comunicación. Limitado solo a elaborar comunicados, ser anfitriones de los periodistas y la vía para que ellos puedan canalizar sus inquietudes, preguntas e investigaciones.
Su organigrama, último registrado por la Dirección General de Comunicación (Dicom) en el Ministerio de Administración Pública (MAP) en diciembre de 2018, responde a las exigencias de los nuevos tiempos con una dirección y subdirección general encargadas de gestionar y supervisar 23 áreas con una nómina de 5,337 empleados y un presupuesto de 419,527,066.00 pesos, en el año 2020.
Razón de ser
¿Qué ha venido sucediendo en el mercado de la comunicación los últimos años? El pasado director de Dicom, Roberto Rodríguez Marchena destacó al terminar su gestión que esta nueva estructura responde a la aparición de nuevos hábitos ciudadanos de consumo de noticias, nuevas formas de relacionarse y de construir identidades en comunidades virtuales, fácil acceso a nuevas tecnologías y conectividad.
Primera dirección
La estructura que entregó Rodríguez Marchena a la actual directora de la Dicom, Milagros Germán, levantada y moldeada en los últimos 8 años, no está ni cerca de parecerse al primer intento de departamento de Prensa creado por el Gobierno Dominicano el 18 de agosto de 1954, donde solo fue contratado un periodista como empleado, colocado en un escritorio vacío, sin oficina ni claridad de funciones.
En el libro “Mis recuerdos imborrables”, Rafael Molina Morillo cuenta que, siendo reportero de El Caribe, se encontró con el dictador Rafael Leonidas Trujillo, en España, donde estudiaba y, al verlo, el sátrapa le dijo que, cuando regresara al país, fuera a verlo al Palacio.
Narra que hizo lo que se le pidió. Fue recibido por Amado Hernández, Secretario Administrativo de la Presidencia; por instrucciones de “El Jefe”, había sido designado Encargado de la Sección de Prensa de la Secretaría de Estado de la Presidencia, cargo inexistente en el 1954, con la misión de dar las informaciones oficiales a los medios de comunicación.
Luego de su designación, contó Molina Morillo, fue conducido a un salón con seis escritorios, cinco de los cuales eran ocupados por “inspectores” de la Presidencia. El sexto era su oficina. “Un rincón vacío, sin secretaria, máquina de escribir o teléfono, ni un lápiz ni una hoja de papel. Nada”.
Sólo duró en el cargo dos semanas: fue despedido. ¿La razón? Un día fue requerido y no estaba localizable. Para no irse “caliente” tuvo que hacerle una carta al Jefe dándole gracias por el nombramiento, como se estilaba entonces.
Este fue el primer intento de crear un departamento de Prensa en la Presidencia que, tal vez, en esa época era innecesario, pues todos los medios respondían a la propaganda de la dictadura, donde La Nación, dirigida por Rafael Vidal Torres, era la publicación oficial del Estado.
Tiempos confusos
A partir de la muerte de Trujillo, la República Dominicana atravesó por una crisis política con incertidumbre y disputas por el poder. Según afirman políticos e historiadores, se hablaba de un estado “de apertura democrática” del que se beneficiaron áreas de la vida nacional, entre estos, la prensa.
Los periódicos de circulación nacional Listín Diario, La Información, La Nación y El Caribe no fueron excepción. Cuando Trujillo fue asesinado sólo La Información, diario de Santiago, y El Caribe circulaban; los demás fueron cerrados años antes de la caída de la dictadura. En 1962 reapareció La Nación y al año siguiente el Listín Diario.
Durante el conflicto
El 24 de abril de 1965 estalla el conflicto cívico-militar entre dos sectores que produjo la intervención de Estados Unidos.
Los constitucionalistas, encabezados por Francisco Alberto Camaño, quienes buscaban la reposición al gobierno del profesor Juan Bosch sin elecciones y poner en vigencia la constitución del 1963 y los leales, encabezados por Donald Reid Cabral, quienes querían mantener un sistema inconstitucional respaldado por los norteamericanos.
La prensa fue silenciada en su totalidad, periódicos como El Caribe, Listín Diario y la Información, dejaron de circular. El periódico más utilizado fue “Patria”, el cual difundía los intereses e ideales constitucionalistas.
Por Lady Reyes
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