Dos hechos deseo resaltar como ejemplo: el caso de un adolescente con una condición de autismo en el sector Engombe, en Santo Domingo Oeste. Mientras su madre acusaba a agentes de la Policía de haber golpeado a su hijo, la institución del orden se despachaba con la primicia que no era tal el caso. El adolescente tiene una afección testicular, aparentemente por los golpes recibidos.
Este martes, la historia del organismo de orden público se derrumbó. Ocurre que un juez dictó medida de coerción contra un sargento, acusado de ser el responsable de la paliza que recibió el adolescente en cuestión.
El otro caso alude a un joven humilde también de barrio. Se trata de un jovencito a quien, claramente un video captado por una cámara de seguridad de una zona de Los Mina, revela cómo agentes policiales lo persiguieron, provocando un leve choque contra un vehículo estacionado.
Lo más deprimente fue observar en ese video cómo un agente lo masacra a golpes, lo levanta y le hace un clavado contra la acera. Dicen los residentes del área que el joven está muy delicado y recluido en un centro de salud. La Policía, en cambio, justifica el hecho y dice, además, que fue curado y despachado.
Estos dos hechos traducen mucha preocupación por la actitud de defensa con la que salió la Policía Nacional. Eso deja, en parte, un sabor desagradable de desprotección a la ciudadanía. Los hechos deben ser investigados, no justificados; no es uno ni dos los abusos que a diario cometen miembros de esa institución en contra de, precisamente, los ciudadanos a los que debe garantizar la seguridad.
Ojalá que el joven director de la Policía Nacional, mayor general Edward Sánchez González, camine sobre sus pasos, admita que ciertamente sus agentes violaron los protocolos establecidos en sus reglamentos y que sean sancionados, éstos y futuros agentes, que incurran en hechos deleznables como los aquí expuestos.
Por Rossanna Figueroa
0 comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR VISITAR GAZCUE Y DEJAR TU COMENTARIO.