Este dispositivo, elaborado con materiales diversos, ha sido indispensable para evitar el contagio del virus, pero también es un factor de contaminación y transmisión de otras enfermedades de tipo infecciosa, bacteriana, de acuerdo con expertos en salud humana.
La mascarilla era casi de uso exclusivo en los centros de salud y su producción era limitada, pero con la llegada del coronavirus su consumo se generalizó, pues todo ciudadano del mundo debe usar por lo menos una al día.
Una persona que utilice una mascarilla diaria, al año estaría generando 365 y si se multiplica por 10 millones de dominicanos sumarían 3,650,000,000 de mascarillas que van a parar a los basureros. Esto sin contar los extranjeros y en algunos casos las reciclables.
Jorge Luis Bisonó (Yoryi), director ejecutivo de Dominicana Limpia, afirma que la mascarilla usada es una basura hospitalaria que se genera desde la casa, las oficinas o cualquier otro lugar donde cohabiten las personas. Esta nueva basura se suma a los preocupantes plásticos que desde hace años afectan al medio ambiente.
Debido a que, por su uso, se convierte en un elemento de contagio tanto para las personas como para el medio ambiente, el experto en manejo de residuos sólidos plantea que hay que prepararse para tratar el tema desde el hogar, los recolectores de basura y la disposición final.
“Hay que buscar una forma de reciclar las mascarillas, pero en verdad ha llegado esta problemática junto con el COVID, que es un mundial. Esperamos que llegue la vacuna, pero aún así, con la vacuna, la gente seguirá usando mascarilla después del COVID-19 y muchas están yendo a parar a las cañadas, a los ríos, arroyos y al mar”, sostuvo.
Entiende que debe haber un protocolo de educación y salud pública para que se clasifiquen los depósitos de las mascarillas usada, que las fundas plásticas sean diferentes a las demás para que en la cadena de disposición, recolección y la gente sepa que es un elemento contaminante.
Adelantó que a partir de enero Dominicana Limpia trabajará en un proceso de educación ciudadana y se incluiría el trabajo que se viene realizando del manejo de los vertederos que tome en cuenta la salud de todo el personal que tienen que ver con los residuos sólidos, incluidos los buzos y demás personal que deben ser vacunados y contar con las herramientas de seguridad que les garanticen la salud.
Las mascarillas y otras enfermedades
Dependiendo de la forma de exposición de la mascarilla, esta puede ser un ente contaminante y como expresa el epidemiólogo y salubrist, doctor Carlos Féliz si ese dispositivo está contaminado puede propagar el virus, pero además las personas pueden entrar en contacto con otras enfermedades comunes de los seres humanos.
Pueden desarrollar otra enfermedad probablemente de tipo infecciosa o bacteriana que se puede producir al estar acumulándose esos microorganismos en la nariz, en la boca por tener cuatro o cinco horas la mascarilla de manera continua, lo cual puede generar una reacción al organismo.
“En el caso de la mascarilla de manera concreta, sí puede generar reinfección en las personas porque no solo pueden contener el virus del COVID-19, sino que también contienen otros tipos de microorganismos como pueden ser la seudomona, que pueden ser los estafilococos, pueden también contener hongos, pueden contener parásitos, y así entonces realmente producir infección en el ser humano”, afirma.
El epidemiólogo y salubrista asegura que las mascarillas son elaboradas con materiales como el polímero, materia prima de la industria petroquímica que hace de ese tipo de material no sea biodegradable y por ende vaya a parar a los ríos y al mar y afectar los peces que luego son consumidos por los humanos.
Coincide con el director ejecutivo de Dominicana Limpia, Jorge Luis Bisonó, de que para romper la cadena de contagio hay que identificar los envases donde la gente deposita las mascarillas, usadas desde el hogar, como se hace con los residuos de los centros de salud que luego son incinerados por personal capacitados para esos fines.
“La mascarilla es la consecuencia que ha traído esta pandemia porque ese tipo de recipiente, de mascarillas, sea la que se fabrican a nivel industrial y casero, no tiene una correcta disposición de eliminación por parte de la población y genera también un proceso de contaminación reinfeccioso y de una u otra forma puede estar incidiendo en el aumento de los casos que se están presentando”, estima Féliz.
Considera que es significativa la cantidad de mascarillas que se usa y su impacto en la salud de la gente y el medio ambiente si no se toman los controles sanitarios necesarios.
“A nivel de los grandes comercios se puede.. Por ejemplo, en los mercados y supermercados debe haber zafacones con fundas clasificadas por su color, en este caso rojas, que evidencia que tiene un componente biológico. Debe ser eliminado de esa forma correcta, llevándolo a un lugar donde se pueda recoger y la compañía que lo haga le dé un destino final que no pueda contaminar”, reiteró.
Impacto al medio ambiente
Para ambientalista y profesor universitario Luis Carvajal el problema sigue estando no en la cantidad de mascarillas que se está produciendo, sino en la disposición final de esa basura, de que cómo se debe clasificar para evitar que muchas de las ya usadas vayan a parar a las alcantarillas, a los acuíferos, a las cañadas y al mar.
“La mascarilla se convierte en un nuevo tipo de basura, pero hay un componente ambientalmente unido, también por causa del coronavirus... hemos pasado a utilizar mucho más detergentes y a utilizar con más frecuencia cloro. La gente se está exponiendo más y el cloro tiene efectos perversos si se mal maneja. Estamos generando una gran cantidad de clorato que terminan en los acuíferos y viene siendo un factor importante de contaminación también”, refiere.
Indica que el gran problema no está asociado solo a la mascarilla, sino que cualquier producto que se use masivamente en la sociedad termina en los vertederos.
Dice que igual que está pasando con las botellas plásticas . y que en el caso del plástico este no se descompone o es extremadamente lenta su descomposición y mientras más pequeñas son las partes en que se fracciona son más peligrosas.
“La mascarilla y su gran problema está en que es un vehículo de contaminación biológica no solamente física y mecánica... y tenemos otros componentes que son de no rápida disolución como el plástico que tiene polímeros, la mascarilla permite que el aire pase, los plásticos son impermeable, no hay plásticos porosos, hay polímero que no se usan en las mascarillas”, dijo.
El experto medioambiental resume que la nueva basura de la mascarilla producida en grandes cantidades plantea un problema que debe ser solucionado de manera estructural como debe ser el manejo de los residuos sólidos y su disposición final.
“Una cosa es cuando los desperdicios médicos se manejan masivamente en los centros de salud, en hospitales porque desde allí se organiza la basura por el entrenamiento que tiene el personal de salud, pero cuando involucra a toda la población, toda la enorme diversidad de información e informalidad en el manejo lo va a tener trasplantado a ese nuevo componente que va a convertirse en un nuevo producto, en una nueva basura”, agrega.
Duquesa, receptor de los residuos
En el caso del Gran Santo Domingo, su principal vertedero es Duquesa, que recibe las mascarillas usadas para prevenir el coronavirus dentro de los acostumbrados residuos. No existe un plan y a decir de uno de los miembros de la comisión tripartita que lo administra, es poco lo que se puede hacer
Difícil ve José Enrique Ventura, representante de la Alcaldía del Santo Domingo Norte, separar las mascarillas una vez llegan al vertedero y estima que eso se puede hacer desde el origen de la recolección, desde los hogares, las empresas y otros lugares de origen, pero que hay poca cultura en ese sentido.
“Aquí viene todo tipo de desecho, es difícil saber dónde viene mascarilla y dónde no. Es un tema que no tiene que ver directamente con el vertedero”, aclara que sería interesante que a Duquesa llegaran las mascarillas usada clasificadas para evitar contaminación al medio ambiente y a los más de 700 “buzos” que se ganan la vida buscando objetos de valor en medio de la basura.
Por Adalberto de la Rosa
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