Uno de ellos, Woodly Éthéart, más conocido con el nombre de Sonson La Familia, fue arrestado en República Dominicana a mediados de año y entregado a Haití, luego de que se publicaran unas fotografías de él y Martelly en una fiesta en Santo Domingo.
Otra figura central del reportaje del Times es el cuñado de Martelly, Charles Saint-Rémy, conocido como Kiko, según dijeron dos de los funcionarios haitianos encargados de ayudar a redactar el expediente que Moïse estuvo a punto de publicar, y que pudo haber sido la causa de su asesinato.
“Sonson Lafamilia es muy cercano a la familia Martelly”, dijo Joverlein, hijo de Moïse. “Es posible que Martelly viera ese arresto como una falta de respeto, una señal de que mi padre era un traidor y estaba traicionando a la familia Martelly”, dijo el joven al Times.
Todo se desató, porque Martelly era quien tenía todo el control de la campaña política de Moïse, según detalla el Times, y que Jovenel, fue la figura que este utilizó para perpetrarse en el poder.
Como la Constitución prohíbe la postulación presidencial en dos mandatos consecutivos, Martelly comenzó a buscar un sucesor, y lo encontró en Moïse.
“Quería encontrar a alguien que mantuviera su proximidad con el poder hasta que pudiera volver a lanzarse a la presidencia, y protegerse de las acusaciones de corrupción relacionadas con la apropiación indebida de miles de millones de dólares durante su mandato”, según dijeron al Times exfuncionarios de las gestiones de Martelly y Moïse.
Cuando ganó y asumió la presidencia en 2017, Moïse se sentía asfixiado por Martelly, pero le fue leal, según dijeron sus colaboradores.
Moïse no pudo elegir su propio gabinete sin la aprobación de la familia Martelly o de Saint-Rémy, afirman sus colaboradores. Los Martelly a menudo llamaban a Moïse y le gritaban por sus iniciativas legislativas, según varias personas que escuchaban las conversaciones.
“El verdadero líder no era el presidente”, dijo Gabriel Fortuné, un asesor cercano de Moïse, quien murió en un terremoto un día después de hablar con el Times. “Martelly era su padrino. Cuando digo que era su padrino, me refiero al estilo italiano”, agregó, “era la familia”.
Sabía que lo iban a Matar
Cuando Moïse asumió el cargo, se dio cuenta de que el control férreo que Martelly y su familia ejercían en la campaña se extendía a su seguridad personal, dijeron varios funcionarios al Times.
El pasado mes de febrero Moïse dijo en una entrevista con el periódico El País, que había un golpe de Estado en marcha organizado por un grupo de familias y empresarios “que controlan los principales recursos del país”.
Moïse heredó a Dimitri Hérard, un miembro esencial de la fuerza de seguridad presidencial de Martelly, quien se convirtió en el jefe de la unidad de policía que protegía el palacio presidencial de Moïse, y que también también era sospechoso de tráfico de drogas, y Moïse no confiaba nada en él, dijo el Times.
Al menos en una ocasión, dijeron, se encontró a Hérard espiando al presidente en nombre de Saint-Rémy, el cuñado de Martelly, a quien le informaba sobre las reuniones que Moïse tenía.
Hérard, ahora está detenido como sospechoso del asesinato, no pudo ser contactado por el mencionado periódico estadounidense.
La viuda del presidente Martine Moïse, contó en una entrevista al New York Times que mientras yacía en el suelo, al lado de su esposo el día de su asesinato, que quienes lo acribillaron, se quedaron para registrar la habitación, revisando “apresuradamente sus archivos”.
“Los investigadores llegaron a la escena del crimen y encontraron la oficina central del Sr. Moïse saqueada, papeles esparcidos por todas partes”, resaltó el Times.
El documento fue parte de una serie más amplia de enfrentamientos que tuvo Moïse con poderosas figuras políticas y empresariales, algunas sospechosas de narcotráfico y tráfico de armas como las ya mencionadas.
Moïse había conocido a varios de ellos durante años, y se sintieron traicionados por su vuelta contra ellos, dicen sus ayudantes, según dijo el Times en su reportaje.
La investigación sobre el asesinato de Moïse se ha estancado, dicen los funcionarios estadounidenses, y si el asesinato no se resuelve, muchos haitianos temen que se sume a la montaña de impunidad en el país, envalentonando aún más las redes criminales que han capturado el estado.
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