¿Quién fue Babe Ruth?
George Herman Ruth nació el 6 de febrero de 1895 en Baltimore y no fue huérfano como dicen algunos historiadores, su madre murió cuando él tenía 16 años y su padre cuando ya jugaba en las Mayores.
En su niñez no fue un “fly al infield”, robaba, faltaba a la escuela, masticaba tabaco y “mataba la sed” con whisky. En 1904, cuando tenía 7 años sus padres lo mandaron a la escuela St. Marys de Baltimore para hombres debido a su mala conducta. Al pasar casi toda su juventud en la escuela y gracias al padre Matías Gilbert, Babe llegó a convertirse en un excelente jugador de pelota a pesar de su físico regordete.
Ruth como jugador desplazó del poder el dominio de los pitchers y con este cambio surgió una nueva estrella, cuya fama por sus batazos eclipsó a todos los demás en la historia. Es pertinente precisar que comenzó su carrera en 1914 como lanzador de los Boston Red Sox y fue el mejor de la liga ganando 89 juegos en 6 temporadas.
Harry Frazee, dueño de los Medias Rojas, lo vendió en 1920 a los Yankees por US$ 120 mil ($1.4 millones en la actualidad) como un modo de hacer dinero para financiar una producción de Broadway. El negocio ayudó a paralizar a Boston y elevar a New York.
Ruth comenzó su carrera de slugging en 1920, su primera temporada con los Yankees al conectar 54 cuadrangulares, más que todos, menos uno de los equipos en toda la liga. La estrella de Ruth brilló por todo lo alto y se transformó en la primera gran de esta galaxia.
En 1927, ensambló 60 jonrones, y la cara de Babe aparecía en las cajas de cereales, refrescos, jabones y galletas. Ídolo indiscutible de la ciudad que no duerme. En 1923, los Yankees abrieron un nuevo estadio, y Ruth, al regresar de una temporada en 1922 de 35 jonrones, marcada por numerosas suspensiones por su conducta dentro y fuera del terreno, conectó un jonrón en su primer turno y terminó de líder con 41 y 130 remolcadas. Desde ese momento el Yankee Stadium fue bautizado como “La Casa que Ruth Construyó”.
Ruth, inició la era del bateador de poder, y enterró a los “alitas cortas”. En lugar del bateador de línea, del robo y el toque de bola, los fanáticos en las gradas pedían jonrones. El Sultán de la Estaca enseñó que los bateadores de poder andan en Cadillac, pero a velocidad prudente, no midiendo la distancia por “potes” consumidos: “De Santo Domingo a Montecristi lo hacemos con seis potes”.
Por Bienvenido Rojas
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